El Medio Oriente se convulsiona en una serie de hechos cuyas causas se remontan a muchas décadas atrás. Para completar el panorama, luego de casi 14 años de guerra, ha caído el régimen de Assad en Siria, ante lo cual muchos se preguntan sobre sus efectos, cómo pudo ocurrir y porque en este momento. El torbellino en la región se profundizó luego de los atroces ataques de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023 y la respuesta del gobierno de Israel [1], así como el aumento exponencial de la violencia, principalmente de colonos contra los palestinos en Cisjordania y el más reciente enfrentamiento de Israel con Hezbolá en el Líbano, sin dejar de lado las acciones directas que involucran a los Huties de Yemen y a Irán.

¿POR QUÉ CAYÓ EL RÉGIMEN DE ASSAD?

Responder a la pregunta conllevaría escribir muchas páginas, y no habría respuestas únicas, pero haciendo un ejercicio como mera observadora, me atrevo a resaltar al menos cuatro razones que considero principales para comprender el rápido colapso del régimen de Bashar al-Assad:

Primero, el que Assad, jugador de larga data y experiencia en el terreno explosivo de la región, siempre supo que su permanencia dependía del apoyo de Rusia e Irán. El desarrollo de los hechos y la coyuntura actual que involucra a los dos aliados de Siria (Rusia con su guerra en Ucrania e Irán con el embargo, más los problemas internos y el enfrentamiento con Israel ligado al golpe a Hezbolá), hizo evidente para Assad que el apoyo languidecía y que sus aliados no se lanzarían a una gran guerra para mantenerlo y/o rescatarlo.
Un segundo factor es de carácter interno. El ejército sirio no estaba preparado para una lucha a gran escala y sin cuartel con los grupos armados rebeldes y ha sufrido un innegable desgaste, aunque con altas y bajas y momentos de control, por una guerra de casi 14 años.
El tercer elemento para considerar es que existen indicios de que regímenes árabes simpatizantes de Siria, como Egipto y Jordania, estuvieron probablemente presionando o enviando mensajes para que Assad abandonara el país, o por lo menos, que le aconsejaron irse antes de un desenlace fatal para él y su familia.
Y como cuarta razón, se erige la hipotesis de que existía una coalición contra el régimen sirio, en la que estarían involucrados Turquía, Israel, Estados Unidos y Qatar.

Lo que abundan, sobre todo, son los interrogantes frente a la caída del régimen sirio, ¿por qué Rusia e Irán lo abandonaron o por lo menos no continuaron con su apoyo? ¿Hubo acciones coordinadas entre los grupos armados rebeldes sirios y actores regionales como Turquía e Israel e incluso, internacionales como los Estados Unidos, o acuerdos entre los grupos y Rusia o Irán? ¿Por qué los militares sirios se marcharon y decidieron no luchar, especialmente en las ciudades de Hama, Hums y Damasco? La caída del régimen copó los titulares internacionales y corrieron rumores de que el alto mando militar sirio ya había anunciado a los oficiales, el sábado 7 de diciembre, que el régimen de Assad había llegado a su fin.

Es muy pronto para aventurar respuestas certeras a las preguntas. Lo que sí se puede decir es que Siria no volverá a ser la misma. Se trata de una recomposición geográfica, política y geopolítica que pondrá en el mapa mundial a una Siria con otro aspecto. Ya Benjamín Netanyahu anunció que Israel no se va a retirar de los territorios sirios ocupados desde la Guerra de los Seis Días en 1967 y ha comenzado una incursión más allá de los Altos del Golán y ataques en varias zonas; no se sabe si Turquía se quedará en los territorios sirios en los que ya se encuentra. Hasta ahora, pareciera que tanto Israel como Turquía, tienen la intención de mantener esos territorios sirios bajo su control aduciendo necesidades de defensa y seguridad.

De otro lado, los enfrentamientos y la toma de control de los grupos armados rebeldes y las acciones del ejército sirio durante los años de guerra han dejado al país destrozado y prácticamente dividido en cinco zonas, que se pueden identificar como la del régimen, la de los rebeldes islamistas, la de los rebeldes kurdos, la ocupada por Turquía y la ocupada por Israel. ¿Es posible y lograrán quienes asuman el poder, por ahora el Organismo de Liberación de Levante – Hayat Tahrir al-Sham (HTS), la unificación de Siria ante los desafíos internos y externos? Lo que parece factible es que los Altos del Golán no entrarían en ese nuevo país, ya que Israel, con palabras y con hechos ha dejado claro su propósito de control. A esto se suma la gran incertidumbre de si se logrará el tránsito hacia un país estable y un Estado fortalecido o si será como el acabose en el que se encuentran Irak, Libia y Yemen, que aunque se libraron de regímenes dictatoriales, cayeron del fogón a las brasas y hoy son países con gravísimos problemas de seguridad y conflictos políticos y sociales aunados a la afectación de las minorías religiosas, como los cristianos, los alauitas y los drusos, quienes viven en constante amenaza por los regímenes islamitas.

ACTORES EXTERNOS

Mientras que la recomposición interna es imprevisible, también cabe preguntarse cómo quedan y que ventajas o desventajas reporta lo sucedido en Siria a los actores internacionales y cómo será el relacionamiento de esta nueva Siria con tales actores externos, especialmente Estados Unidos, Rusia, Irán, Turquía e Israel.

Es posible creer, por ahora, que las relaciones serán relativamente buenas con Turquía, con los otros cuatro actores los vínculos podrían ser dinámicos, mientras que con Israel tal vez los nuevos detentadores del poder decidan mantener vínculos que no sean ni de paz ni de guerra.


Sin lugar a dudas, Turquía y su presidente Recep Tayyip Erdogan, se perciben como ganadores con la caída del régimen de Bashar al-Assad, lo cual no deja de tener su tinte de ironía, pues en los dos últimos años, en conversaciones en las que mediaron los rusos, Assad introdujo condiciones para la reconciliación con Erdogan. Además, como en Irak, cuando Estados Unidos derrocó a Saddam Hussein, prácticamente se contribuyó a aumentar la influencia iraní en Irak y en el caso de Siria, el impulso estadounidense para derrocar a Assad parece contribuir a aumentar la influencia de Erdogan en este país.

Qatar, que ha sido apoyo tradicional de los islamistas (sunitas como Hamas), también gana, pues sus patrocinados son hoy actores clave en Siria. Los demás países y regímenes sunitas, tal vez asombrados como gran parte del mundo por la rapidez con la que se desencadenaron los hechos que tumbaron a Assad, se mantienen en una prudente posición hasta ver quién y cómo gobernará finalmente a Siria.

Otros, en cambio, han subido sus alarmas, pues auguran que podrán ser los siguientes y es probable que estén calibrando cómo mejorar sus posibilidades de supervivencia. Entre estos, resulta clave lo que pueda hacer Irán, pues hay indicios de que logró algunos contactos con los grupos armados rebeldes que derrocaron a Assad. El hecho de que esos grupos no asesinaran a ningún iraní en Siria y que Irán no condenara el derrocamiento del régimen de Assad, pueden indicar que están sopesando la situación y su presencia en Siria. Irán tiene inversiones significativas en infraestructura y empresas sirias y si Siria no logra estabilizarse y dar una imagen de confianza al exterior, no podrá atraer inversionistas. No será fácil superar la incertidumbre de un Estado en crisis, por lo cual, por lo menos en el corto plazo, Irán difícilmente será reemplazado y por ello mantendrá cierta influencia en Siria por algún tiempo. Análisis independiente merece el programa nuclear iraní, ya que es probable que decisiones importantes ocurran luego de la investidura de Donald Trump como presidente el 20 de enero de 2025. Mientras tanto, todo parece indicar que Irán sigue avanzando con ese programa, y hay quienes se aventuran a exponer la teoría de que «permitir» la caída de Assad alimenta ese progreso.

Israel y Estados Unidos son actores complejos de analizar, ya que pueden ser percibidos como ganadores, pero no al 100%, a causa de la caída de Assad. Pareciera evidente que Israel contribuyó significativamente al derrocamiento del régimen de Assad en Siria al haber golpeado a sus aliados (Irán y Hezbolá); y es factible que sin Assad la presencia de Irán en Siria y su manejo para el contrabando de armas, especialmente a Hezbolá, se reduzca significativamente. Sin embargo, no debe menospreciarse que Israel tiene también riesgo, ya que era precisamente Assad y antes su padre, quienes mal que bien mantenían la frontera y expresamente habían prohibido ataques contra ella desde 1973. Si Siria pasa de ser una dictadura a un Estado inestable y extremista, los actores islamistas plantearían nuevos desafíos a Israel. Israel parece querer ganar más territorios adentrándose en Siria y ha dejado claro que no va a retirarse de los Altos del Golán, no obstante, se seguiría enfrentando a la sombra de ilegalidad internacional, pues ante el derecho internacional, continuaría perpetuando la ocupación de territorios sirios reconocidos internacionalmente, además, es posible que tal actitud provoque el disgusto de algunos árabes, como Jordania y Egipto que ya han enviado mensajes a Israel sobre el asunto.

Estados Unidos, ha salido bien librado por el derrocamiento de un régimen que era aliado de Rusia, uno de sus principales enemigos, sin embargo, algunos analistas señalan que ha demostrado no tener problemas a la hora de tratar con actores que no hace mucho tiempo había declarado como terroristas y por los que ofrecía recompensas. Por ello, muchos concluyen que su credibilidad y generación de confianza puede ser cuestionada en cierto grado, tanto por rivales y enemigos como por aliados. Para ser justos, a esa paradoja no escaparían ni Israel ni los países occidentales, que tendrán que decidir si negociarán y mantendrán relaciones con actores que hasta hace poco consideraban terroristas.

Hezbolá, Irán y Rusia han perdido un aliado importante, pero no debe olvidarse que, si el Estado Sirio no se recompone y pronto, es posible augurar que Hezbolá a pesar de estar golpeado, podría aprovechar la crisis para contrabandear armas al Líbano, como lo ha hecho con Irak.

Sobre Rusia, han surgido teorías que indican que aparentemente estuvo involucrada en un acuerdo, no solo con los grupos armados rebeldes porque se observa claramente que estos se abstuvieron de atacar las bases y fuerzas rusas en Siria, sino tal vez hasta en un acuerdo con Turquía; los más arriesgados apuntan, sin pruebas, a que incluso se pudo haber llegado a conversar el asunto con algún otro miembro de la OTAN.

Occidente en general se está viendo ante un Medio Oriente que no para de revolverse. Lo ocurrido en Siria, específicamente, hace resurgir la incertidumbre ante el futuro cercano, ya que no es secreto que Abu Mohamed al-Jawlani, el líder yihadista en Siria de Tahrir Al-Sham, pretende introducir legislación y actitudes islámicas, si bien en sus recientes declaraciones pregona que no tiene interés en enfrentarse a occidente y que se respetará a las minorías. Ya se ha probado en Irak, Libia, Afganistán, que regímenes de corte similar al de los grupos armados rebeldes sirios, han actuado en contra de las aspiraciones occidentales y de la libertad de sus poblaciones.

LOS POBLADORES Y LAS CONDICIONES HUMANITARIAS

Las condiciones humanitarias, catastróficas para grandes grupos poblacionales por el sismo político, humanitario y de seguridad que se vive en la región (Desplazados y refugiados palestinos, libaneses y sirios, minorías religiosas perseguidas o afectadas, los kurdos, etc.) no necesaria ni automáticamente mejorarían ante lo acontecido en Siria. El pueblo Kurdo seguramente seguirá siendo apoyado por los Estados Unidos en el noreste de Siria, pero Turquía, probablemente utilizará la nueva realidad en Siria para reducir el papel de los kurdos. Los países occidentales, sobre todo los europeos, han anunciado la reconsideración de las solicitudes y estatus de asilados a cientos de miles de sirios, sin tener en cuenta que el cambio no implica que las condiciones humanitarias en Siria vayan a mejorar, sobre todo si llega a prevalecer el caos y/o el islamismo extremista se instaura.

Caso especial lo constituye el Líbano pues los enfrentamientos con Israel han dejado un saldo humanitario en rojo a lo que ahora se adiciona la gran cantidad de sirios, entre los que se cuentan aquellos que apoyaron al antiguo régimen que podrían desear refugiarse en el Líbano, mientras que los que se opusieron podrían desear regresar a Siria (Muchos sirios salieron del Líbano durante los enfrentamientos recientes con Israel). Sin embargo, la permanencia y llegada de partidarios de Assad al Líbano no implica necesariamente que se fortalezcan los partidos políticos en el Líbano, por ejemplo, el Partido Nacional Sirio, puesto que ya no tendrían un régimen que los apoye desde Damasco, por lo que es probable que se desvanezcan. Lo que parece claro es que deja de ser activo un actor (Siria) que revolvía la arena política libanesa, pues el régimen de Assad intervino repetidamente en el pasado, pero queda la pregunta de si se unificarán los partidos libaneses o lograrán ponerse de acuerdo para elegir un presidente el 9 de enero de 2025. Un aspecto interesante va a ser cómo el nuevo régimen sirio controlará la frontera con el Líbano en donde juega papel el contrabando de armas y drogas y el cruce de desplazados y refugiados.

Al comienzo de este texto mencionaba los hechos en Palestina y ante lo ocurrido en Siria los efectos son varios. Frente a la Autoridad Palestina, sus sistemas de seguridad lanzaron el 9 de diciembre una operación contra militantes de la Jihad Islámica Palestina (PIJ) en la zona de Jenin (Cisjordania), supuestamente en respuesta a un ataque de hace un par de días de algunos militantes de la PIJ contra un vehículo y edificios de la Autoridad Palestina. Se podría decir ante tales los hechos, que el derrocamiento de Assad podría contribuir a que la Autoridad Palestina se muestre más decidida a actuar contra los islamistas que siempre han intentado socavar su control sobre la zona A de Cisjordania (Que bajo los Acuerdos de Oslo se supone que debe gobernar y controlar). Sin embargo, la principal consecuencia o efecto del derrocamiento del régimen de Assad recae sobre Hamás, que celebró el derrocamiento (Recordemos que Hamás es un movimiento islámico sunita yihadista, como lo son los grupos armados rebeldes sirios que tomaron el poder) y ahora parece estar más dispuesto a llegar a un acuerdo con Israel. Hamás, o lo que queda de ellos, seguramente teme quedar aislado, mucho más luego del alto el fuego entre Israel y Hezbolá y la aparente decisión de Irán de enfriar la tensión con los Estados Unidos e Israel. A menos que surjan nuevos obstáculos, se podría pensar que hay por fin posibilidades reales de que se llegue a un acuerdo de alto el fuego e intercambio de rehenes por prisioneros y eventualmente algún alivio al inmenso sufrimiento de los palestinos en Gaza.

CONCLUSIONES

La foto de la región es borrosa y tiene muchos matices. En el futuro cercano observaremos cómo se desenvuelve la situación en Siria, entre los actores sirios y los externos, y entre los actores externos interesados o involucrados en el escenario sirio. Dentro de Siria, la desconfianza y la incertidumbre seguramente prevalecerán en el corto plazo, pues es difícil pensar que se puedan tender lazos sólidos y alianzas seguras aunque se pregone la estabilidad y apertura de los nuevos detentadores del poder; es probable que haya persecución abierta o encubierta a quienes colaboraron con el régimen de Assad, y es posible que también afloren las disputas sobre si involucrar y a quienes en el nuevo gobierno, sobre cómo reconstruir los sistemas de seguridad sirios, sobre quién lo hará y qué actores extranjeros participarán, financiarán e influirán en este proceso.

Fuera de Siria, diferentes actores regionales e internacionales tendrían interés en tener influencia en el nuevo régimen. Los actores árabes y musulmanes probablemente tratarán de aumentar su influencia, aunque eso no necesariamente significa que se apresuren a invertir grandes cantidades de dinero. Derrumbado el “proceso de reconciliación” para Siria que pregonaba Rusia, la competencia entre los principales actores internacionales y/o regionales sobre quién y cómo respaldaría un nuevo proceso de reconciliación entre los diversos componentes de la sociedad siria también será otro escenario probable en el que no se puede asegurar que tal competencia contribuya automáticamente a estabilizar al país ni a la región; al final, los dolientes y quien pagará el precio, justo o alto, será el pueblo sirio, que liberado de la dictadura de Assad no tiene la garantía de que se avecine en el futuro cercano un Estado estable que garantice sus libertades; tal vez siendo pesimistas, no se haya enterrado del todo la posibilidad de que resurja una guerra civil ni la alternativa de que Siria solo alcance a sobrevivir con un régimen débil y autoritario, con divisiones y límites a las libertades individuales e influenciado por actores externos poderosos.


• Margarita E. Manjarrez, es abogada egresada de la Universidad de los Andes con maestría en Análisis de Problemas Políticos, Económicos e Internacionales Contemporáneos. Embajadora de la carrera Diplomática y Consular de Colombia; ha ocupado diversos cargos en el servicio exterior colombiano, el último de los cuales como embajadora de Colombia en Israel y desde el 1 de agosto de 2024 se desempeña como directora de Mecanismos de Concertación e Integración Regionales de la Cancillería.

• Las opiniones expresadas en el blog son exclusivas de los autores y no comprometen ni a la Asociación Diplomática y Consular ni al Ministerio de Relaciones Exteriores.

[1] Calificada incluso como genocidio por varias organizaciones, gobiernos, académicos y analistas e investigada por la Corte Internacional de Justicia, que además libro órdenes de captura contra el primer ministro y el exministro de defensa de Israel por crímenes de guerra contra la población palestina de la Franja de Gaza.

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