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El río argentino que nació por culpa de la deforestación y el cambio climático

Hace 30 años, en la provincia de San Luis, en Argentina, empezaron a brotar ríos del suelo sin explicación alguna. Un grupo de científicos investigó y se dió cuenta de que los monocultivos y el cambio climático son los culpables de estos cambios en el paisaje.

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Fotograma del documental «Río Nuevo», realizado en 2016 por la Universidad de San Luis, en el que se explica qué originó los seis nuevos ríos en la provincia de San Luis, en Argentina. / Foto: Documental «Río Nuevo», Universidad de San Luis – Conicet.

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Por: María Paula Rubiano
Periodista Blog El Río y El Espectador

Si fuera una película, sería de terror. Una noche de aguacero, un campesino escucha un rugido tremendo fuera de casa. Sale y ve una grieta abrirse alrededor de su rancho. Días más tarde, un tractor amanece enterrado en un lodo que la noche anterior no estaba allí. La tierra lodosa se traga vacas y cultivos. Y finalmente, una noche de 1985, un río empieza a labrarse un camino impredecible en la pampa argentina.

Pero el relato no es una película. Es la realidad que vive la provincia de San Luis, al sureste de Argentina, en donde desde hacía 28.000 años no había rastro de agua en su superficie. Todo empezó a cambiar hace 30 años, cuando seis ríos nacieron sin explicación. Hoy siguen creciendo, y a ellos se unen nuevas cicatrices aguadas que siguen abriendo el paisaje.

Nadie prestó mucha atención a ese río que cada día se asentaba en un cráter cada vez más grande y profundo. Primero inundó los campos de 500 habitantes entre El Morro y la ciudad de Villa Mercedes. Veinte años más tarde, en 2005, destrozó y cortó dos rutas nacionales, se metió en 220.000 hectáreas de cultivos de soya y mató animales y plantas. La gente del barrio Eva Perón, en los suburbios de Villa Mercedes, también empezó a ver sus casas afectadas.

Fue entonces cuando el río Nuevo empezó a atraer la atención de científicos y gobierno. La pequeña grieta que rodeó los ranchos campesinos en 1985 era una cicatriz que se hundía 25 metros en la tierra, con un ancho de 60 metros y que cortaba la tierra plana de San Luis durante 25 kilómetros, que hoy siguen creciendo.

Una explicación que no llega

“El Río Nuevo es el más espectacular de los seis nuevos ríos que hasta ahora se formaron, porque es el que tiene los zanjones más profundos. No sabemos hasta dónde puede llegar la profundización, la única barrera física está en la roca dura del basamento”, dice Esteban Jobbágy, el experto ambiental de la Universidad de San Luis que, en 2008, decidió medírsele a explicar qué estaba pasando en esas tierras fértiles para la soya.

Primero creyeron que tenía que ver una actividad sísmica sin precedentes en los últimos 20 años. Pero los datos les mostraron que en las últimas décadas estos fenómenos habían estado dentro del promedio histórico de la región.

Luego pensaron que tal vez lluvias especialmente intensas podían ser la causa. Si bien encontraron que los últimos años si han tenido condiciones climáticas diferentes a los anteriores, la erosión causada por este proceso natural tardaría miles de años en formar nuevos ríos, no décadas. No tenía sentido.

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Fotograma del documental «Río Nuevo». Los cráteres se hunden hasta 25 metros en la tierra. / Foto: Documental «Río Nuevo», Universidad de San Luis – Conicet.

Decidieron mirar qué estaba pasando sobre la tierra. “Descubrimos que había jugado un papel mucho más importante la deforestación o el reemplazo de pastizales por cultivos agrícolas”, dijo Jobbágy en un documento de 2016.

A principios de los años noventa, San Luis era todavía una extensa planicie cubierta por bosques que absorbían el exceso de agua. Con la apuesta del agro argentino por la soya, los árboles y arbustos absorbentes fueron reemplazados por monocultivos de soya y maíz.

Fue entonces cuando a los científicos del Grupo de Estudios Ambientales que depende del Instituto de Matemática Aplicada de San Luis (IMASL), del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) se le apreció la palabrita clave que explica todo: sapping.

Este proceso geológico fue el causante del surgimiento de paisajes como el Gran Cañón del Colorado. “Consiste en la erosión de los suelos por agua subterránea, que provoca colapsos y cañones. En el fenómeno, el agua no cava desde arriba hacia abajo sino desde abajo hacia arriba”, explica un documento de Cocinet.

“A nosotros –cuenta Jobbágy- nos llevó mucho tiempo darnos cuenta de que lo que teníamos enfrente era sapping. La rareza del proceso local es su fenomenal escala en el espacio: los nuevos ríos de San Luis son galerías gigantes de 50 metros de ancho por 25 de profundidad”.

En San Luis siempre habían existido aguas subterráneas. Pero al reemplazar los arboles de raíces profundas y porosas con las cortas y temporales de la soya, empezó a acumularse agua bajo la tierra. Ya no hay nada que evapore esa agua, que por alguna parte tiene que salir.

«No nos imaginábamos que, por su efectividad, la siembra directa es conservadora en el uso de agua por lo que hace falta una vegetación que absorba la humedad», le dijo Esteban Jobbagy a la emisora argentina Lv16.

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Fotograma del documental «Río Nuevo». / Foto: Documental «Río Nuevo», Universidad de San Luis – Conicet.

Un gigante amenazado

El descubrimiento causó revuelo. “Si la causa es esa, la solución también pasaría por cambiar las prácticas agrícolas o productivas. Y cuando uno cuestiona una forma de producir tan predominante surgen un montón de cuestionamientos de quienes se sienten de alguna manera amenazados”.

Y es que para la fecha en la que estuvo lista la investigación, Argentina ya era el tercer exportador de soya del mundo. De hecho, el 31% de todas las exportaciones argentinas son productos derivados de la soya. Nadie duda del poder de esta industria en el país.

Comenzó entonces un tire y afloje con la industria que se extiende hasta el día de hoy. El gobierno de la provincia ya estableció planes de uso de la tierra en los que “los dueños de la tierra, de ahora en más, son los responsables de presentar un plan que asegure la rotación de cultivos por cinco años”, explica Jobbágy. Además, implementó planes de reforestación de la zona.

No es posible saber si con esto bastará. Los científicos saben que las grietas seguirán abriéndose de forma impredecible desde el occidente hacia el oriente de la provincia. Han diseñado modelos, pero por lo extraño del fenómeno, no son 100% confiables. Tal parece que el monstruo dormido bajo la provincia de San Luis seguirá su lento despertar.

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