El Río

Publicado el El Espectador, Dejusticia y Patrimonio Natural

El Río Bogotá, no más excusas para no salvarlo

Aunque la mayoría lo ignore, la contaminación de sus aguas (generada por nosotros mismos) termina ensuciando los alimentos que consumimos y poniendo en riesgo nuestra salud. Esta es la primera entrada de un blog que pretende abrir una conversación sobre la necesidad inaplazable de recuperar el río Bogotá.

Por: Natalia Gónima E.

El río Bogotá se convirtió en la alcantarilla abierta de más de nueve millones de personas que se benefician de su cuenca. Solo para hablar de la capital del país, se estima que cerca del 80% de las aguas residuales domésticas, producidas por siete millones y medio de habitantes, terminan en su cauce sin recibir previamente ningún tratamiento para descontaminarlas.

Al río se le conoce por sus aguas pestilentes y su hedor. La mayoría de nosotros ve pasar las aguas oscuras sin sobresaltarse ni preocuparse, desconociendo que su contaminación también termina perjudicándonos. El 30% de los cultivos de la Sabana son regados con estas aguas y el 35% del agua que demanda la ciudad para el consumo proviene de este afluente.

Además, se ha comprobado que estas aguas tienen un nivel de materia orgánica que sobrepasa los límites de uso para riego y cargan metales pesados como plomo y mercurio que provienen de las aguas residuales que le entregan los procesos industriales al río.

Desde hace sesenta años se habla de la necesidad de descontaminar el Río Bogotá, sin embargo, debido al desinterés de los distintos gobiernos y la indiferencia ciudadana, no se ha hecho casi nada por su descontaminación. La última decisión que el Estado colombiano tomó en esta dirección ocurrió en marzo pasado. El Consejo de Estado ordenó a diferentes entidades y especialmente  al distrito de Bogotá  salvar el río y a destinar al menos $6 billones para su recuperación.

El Espectador, Fundación Natura y Fondo Patrimonio Natural abren este espacio con el fin de documentar el nivel de deterioro en el que se encuentra uno de los principales afluentes del país, pero también para revelar cómo avanzan los planes para recuperarlo. Un escenario en el que todos los ciudadanos también estamos involucrados y en el que debemos participar generando un cambio, no solo en el cumplimiento de las políticas ambientales, sino también en la forma como nos relacionamos con el agua, ese líquido sin el cual no podemos vivir.

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