Villapinzón y sus aguas negras, los primeros contaminadores.
El Río Bogotá que a la altura de la capital la atraviesa de norte a sur, pasando por el lado opuesto a los cerros, se divide en tres cuencas: La alta que va desde su nacimiento hasta la estación hidrometeorológica Puente La Virgen; la media que está desde Puente La Virgen hasta las compuertas de Alicachín, en el Embalse del Muña, y la cuenca baja, entre el Embalse del Muña y la desembocadura en el río Magdalena.
En la cuenca alta el río tiene un caudal de 10 metros cúbicos por segundo. Su cauce atraviesa los municipios de Villapinzón, Chocontá, Suesca, Sesquilé, Gachancipá, Tocancipá, Cajicá y Chía.
En este tramo su cauce se ve afectado por las aguas negras del municipio de Villapinzón, que vierte sus aguas negras directamente al río sin un tratamiento previo, los desechos industriales de alrededor de 180 curtiembres y los fungicidas que emplean los papicultores para sus labores agrícolas. Más abajo, en Tocancipá, la contaminación empeora con las aguas residuales de la industria cervecera, la explotación de canteras y los vertimientos de escombros.
Según diferentes estudios, antes de llegar a Bogotá la cantidad de oxigeno del agua se reduce de 6.5 mg/l a 2.5 mg/l. Entre los metales pesados que llegan a sus aguas se encuentran mercurio, plomo, arsénico y cromo.
Infografía por Esther Ramos
Redacción por Natalia Gónima
El Espectador, Dejusticia y Patrimonio Natural
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