Por primera vez en la historia, una alianza militar entre tres países, incluido Colombia, está diseñando un buque que patrullará el río Amazonas para luchar contra los delitos en esa región estratégica.

Por: MARIA PAULA RUBIANO
Periodista El Espectador y blog El Río
Un entramado de ríos caudalosos, selva tupida y pueblos semi abandonados coexisten en la triple frontera entre Brasil, Perú y Colombia. Poco a poco, la tala de árboles para sembrar mata de coca o extraer maderas exóticas, la contaminación de ríos con mercurio en la extracción ilegal de oro y otro minerales y la consolidación de los grupos narcotraficantes en Brasil han convertido esa franja de 1.632 kilómetros en un hervidero de problemas ambientales y sociales.
Tan sólo en Colombia, en 2015, la región amazónica perdió 24.142 hectáreas de bosque, casi el 20 % de la cifra total del país en ese año, según el informe anual del Ideam. Bien sea para sembrar coca —que luego pasará a Brasil a través de los ríos y canales de la Amazonia—, para extraer maderas o para ampliar la frontera agrícola, lo que pasa allí en materia de deforestación es grave. Y a su lado se mueve todos los días por las aguas amazónicas el tráfico de especies de fauna y flora e incluso de personas, quienes llegan desde África y Asia buscando ascender hasta Estados Unidos.
Por esta razón, los tres países que comparten territorio en la triple frontera se pusieron de acuerdo en 2015 para emprender el primer proyecto de cooperación militar en la región. Se trata del buque patrullero amazónico, que, de acuerdo con el almirante Jorge Enrique Carreño, director de la Corporación de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo de la Industria Naval (Cotecmar), será una “ciudad flotante” que navegará por el río Amazonas y sus principales afluentes.

La idea del patrullero amazónico nació en Colombia. En 2015, Brasil mostró su interés en hacer parte del proyecto. No es gratuito: ese país tiene la porción más grande de la selva de la Amazonia y, según su Instituto Nacional de Investigaciones sobre el Espacio, la deforestación en 2015 aumentó por primera vez en una década: se talaron casi 800.000 hectáreas.
Por si fuera poco, la región es la médula de la pelea entre los dos grupos criminales más importantes de ese país, Comando Vermelho (CV) y el Primer Comando de la Capital (PCC), quienes se disputan el control de las rutas del narcotráfico. No sólo se trata de controlar la rutas de drogas, sino las de los insumos necesarios para refinar la hoja de coca, cuyos mayores productores en el mundo son, precisamente, Colombia y Perú.
Lo más grave es que, de acuerdo con un reportaje de la BBC Mundo de este año, el Ejército brasileño sólo cuenta con 36 embarcaciones —la mayoría con una potencia similar a los barcos de los pescadores— para proteger su porción de la triple frontera.
Por esta razón, su adhesión al proyecto fue clave. Tras la firma del convenio con la Empresa Gerencial de Projetos Navais (Emgepron), el homólogo de Cotecmar en Brasil, los equipos de ingenieros de cada país se reunieron para idear la embarcación. En una reunión en Cartagena, ambas delegaciones eligieron la propuesta colombiana, por adaptarse mejor a las condiciones adversas de la cuenca amazónica.
Los ingenieros y diseñadores de Cotecmar creen que esa elección se debió a su experiencia en el diseño y construcción de embarcaciones fluviales, que suman 30 hasta la fecha. Según el almirante Carreño, los ríos colombianos, a diferencia de otros en el mundo, “son salvajes, varían mucho en tamaño, caudal y velocidad, dependiendo de las lluvias o las sequías, y todo eso hay que pensarlo desde la concepción del buque”.
Perú se sumó unos meses más tarde, después de escuchar la propuesta en un encuentro regional del gremio. Ese país, que se ha convertido en el mayor productor de oro de Sudamérica y el quinto a nivel mundial, también tiene serios problemas de contaminación en su selva. De hecho, en 2016, el gobierno peruano declaró el estado de emergencia en 11 distritos del estado Madre de Dios, al sur del país, por los altos niveles de contaminación con mercurio en el agua que consumían sus habitantes.

Los Servicios Industriales de la Marina (SIMA) de Perú firmaron el convenio y, después de que las tres naciones consiguieron los recursos —a la fecha se han invertido US$300.000—, llegó la que, para el almirante Carreño, ha sido una de las etapas más difíciles: la de definir cómo iban a coordinarse para construir esta ciudad flotante.
Se demoraron ocho meses en ese proceso. Por eso, la fase del diseño preliminar apenas comenzó en agosto de 2016. De los 100 diseñadores y dibujantes que trabajan en las oficinas de Cotecmar en Cartagena, alrededor de 15 se dedicaron exclusivamente al patrullero amazónico. Definieron su estructura y su tamaño: unos 53 metros de largo, con una capacidad para transportar 69 personas que podrían vivir en el buque durante 30 días seguidos.
En esta fase también ha sido clave lo que Carreño denomina el diseño “amigable con el medioambiente”. Según el almirante, todos los sistemas del buque, desde los motores hasta el tratamiento de las aguas residuales, pasando por los sistemas de aire acondicionado y refrigeración, estarán ajustados para que el impacto ambiental sea mínimo.
“En lo que tiene que ver con aguas residuales y aguas servidas, nosotros tendremos una planta de tratamiento para que lo que se vierta al río esté totalmente limpio. Respecto a la combustión interna, por ejemplo, los motores diésel van a cumplir estándares de emisión de gases que superan las exigencias de los tres países”, comenta.
Uno de los grandes retos fue hacer que el buque usara de manera eficiente el sistema eléctrico. Se invirtieron “muchísimas horas de diseño buscando la mayor eficiencia energética” en los aires acondicionados, uno de los mayores consumidores de energía en una región donde las temperaturas alcanzan los 30°. Para ello, dice el almirante a cargo del proyecto, se usarán gases ecológicos.

A pesar de sus innovaciones, surge la duda sobre la efectividad que un buque de estas dimensiones puede tener en una región confusa como la Amazonia. Allí, en épocas de lluvias, en su paso por Colombia, el río Amazonas puede subir hasta 12 metros su nivel, creando nuevos caminos de agua, recovecos inaccesibles para las autoridades a bordo del patrullero y que los actores ilegales usan para mover drogas, insumos para la explotación minera, fauna y flora protegida e incluso personas.
Si bien son conscientes de estas limitaciones, los ingenieros del buque están convencidos de que los múltiples sistemas de comunicación con vehículos terrestres, aéreos y no tripulados (es decir, drones) les ayudarán a atender las emergencias de forma adecuada. De hecho, según los modelos previos, en el buque podrá aterrizar un helicóptero. La idea es que la fase de diseño preliminar termine este año y que hasta mediados del próximo se hagan las pruebas necesarias antes de construirlo.
El gran interrogante es si el diseño podrá llevarse a la realidad, pues el presupuesto de Cotecmar depende del Plan Nacional de Desarrollo y de los recursos que el Ministerio de Defensa solicite para ellos. De construirse, el patrullero amazónico se sumaría a otras estrategias que el país viene implementando para salvar el 88 % de bosque nativo que, según el Ideam, todavía queda en el sur del país.
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