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Publicado el Blog El Río

Bogotá no entrará en racionamiento de agua en 2019 (pero tal vez sí en 2022)

Un artículo publicado en La Silla Vacía y en un blog de El Tiempo asegura que el próximo año la demanda por agua de la ciudad superará la oferta. De acuerdo con el Acueducto de Bogotá, esos datos no se corresponden con el panorama real.

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La planta de tratamiento de Tibitoc abastece poco más del 20% del agua potable de la ciudad de Bogotá. / Fuente: Archivo El Espectador

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Por: María Paula Rubiano
Periodista Blog El Río y El Espectador

El pasado 8 de enero, el activista del colectivo Combo2600, Diego Laserna, publicó un artículo en el que aseguró que el próximo año Bogotá se enfrentaría a un racionamiento de agua. Bajo el titular “Aproveche el 2018 porque Bogotá tiene agua hasta 2019 y a usted no le han dicho nada”, Laserna afirmó que, de acuerdo con el Plan Maestro de Abastecimiento de la ciudad, el próximo año el caudal que capta y trata cada segundo la empresa de acueducto no será suficiente para llevar agua potable a Bogotá y los once municipios que la rodean.

Si bien los datos de Laserna provienen de un documento oficial, El Río decidió indagar más a fondo sobre el asunto. Y aunque la ciudad sí se está acercando a límites de abastecimiento, la situación no es tan crítica como plantea el estudiante de maestría en Planeación Urbana del MIT.

La nota, que se viralizó rápidamente y fue retuiteada hasta por la senadora Claudia López, se basa en el Plan Maestro de Abastecimiento de la ciudad, que se realizó en 2013 y se actualizó en 2015.  El problema, según señaló la directora de abastecimiento del Acueducto de Bogotá Natalia Escobar, es que esas proyecciones no se cumplieron al pie de la letra y el panorama de hoy es mucho menos catastrófico que el planteado por el investigador.

“Hoy la empresa de acueducto tiene el permiso de captación de 22 metros cúbicos por segundo, sin embargo, por condiciones del agua y del funcionamiento las plantas, estamos tratando 17,05 m3 por segundo para Bogotá y los once municipios que abastece el acueducto”, explicó Escobar.  En total, las más de ocho millones de personas consumen 15,5 metros cúbicos de agua cada segundo, menos que las que el Plan Maestro proyectó para este año.

Es por eso que, según la funcionaria, actualmente el sistema sí tiene las reservas de por lo menos un 10% más de agua de la que demanda y que son obligatorias por ley. Bajo este panorama, la ciudad podrá atender sin problema las demandas de agua de este y el próximo año sin problema, contrario a lo afirmado en el artículo del colectivo 2600.

“Las proyecciones que hacemos es que cada año se conectan al acueducto 47.000 nuevos usuarios. Para copar los 17,05 metros cúbicos por segundo que tenemos disponibles, tendrían que entrar al sistema 290.000 usuarios”, explicó. ¿Y cuándo se llegaría a ese número? Según la empresa distrital, en unos tres o cuatro años.

En plata blanca: con la cantidad de agua que entra en la actualidad al sistema, un hipotético racionamiento, según la realidad y no las proyecciones del Plan Maestro, podría llegar hasta 2022. No obstante, la empresa aclara que no hay riesgo de racionamiento por las obras que está adelantando.

Laserna explicó que los datos en los que basó su investigación fueron compartidos por el Acueducto. “Son ellos quienes me dieron datos que no se corresponden con la realidad”, le dijo Laserna a El Río.

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Panorámica de la planta de tratamiento Wiesner. /Foto: Archivo El Espectador

¿Y entonces, qué hacemos en 2022?

A pesar de que no es tan cercano como el 2019, de todos modos la fecha es bastante cercana. El artículo de Laserna da en el clavo al preocuparse por los planes que actualmente está adelantando la empresa de servicios públicos para evitar una escasez de agua en la ciudad.

Estas obras son, en su totalidad, de optimización, es decir, simplemente permiten que los sistemas de captación y tratamiento de aguas de la ciudad funcionen mejor, pero no expanden el sistema de abastecimiento.

La que va más adelantada es la optimización del sistema río Blanco, que en términos sencillos, recoge el agua de 16 quebradas que nutren al río Blanco para llevarla a los túneles que bajan desde Chingaza hacia la planta de tratamiento de Bogotá. Al terminarse (en 2019), aumentaría la oferta de agua en 3 metros cúbicos por segundo.

Según la empresa de acueductos, la primera fase de esta obra −que coge el agua de cuatro quebradas− finalizará en marzo de este año, y le aportará 0,6 m3 por segundo al acueducto de Bogotá, extendiendo hasta casi un 15% las reservas del sistema.

La funcionaria aceptó que, tal como decía el artículo de Laserna, estas obras estaban programadas para terminar en enero de este año. Pero luego explicó que precisamente porque al mismo tiempo se están haciendo obras en el Túnel de Chingaza (hasta donde se llevan las aguas captadas en las quebradas del río Blanco) tuvieron que prorrogar el contrato hasta marzo.

Y es precisamente allí, en el Túnel de Chingaza, por donde baja el 72% del agua que abastece a los bogotanos, donde se están haciendo las obras de optimización más importantes. Son seis intervenciones en el túnel, y el Acueducto ya va en la segunda. Si todo sale de acuerdo al plan, las obras estarían terminadas entre el 2020 y el 2021.

La pregunta que queda flotando en el aire, es sobre la garantía de que las obras no se van a demorar más de lo planeado. Finalmente, el Distrito, y puntualmente el Acueducto, tiene una obra clave para descontaminar el río Bogotá, la planta Canoas, frenada desde hace más de un año por líos en la contratación.

Otras obras que ya empezaron a cocinarse son la optimización de la planta Tibitoc y la ampliación de la planta de potabilización Wiesner. La primera empezaría a construirse en 2019 y la segunda el próximo mes, y podría operar a partir del próximo año (aunque la finalización total sería para 2020).

Según Natalia Escobar, las especificaciones técnicas de estas obras exigen un cumplimiento casi a rajatabla de los tiempos. En el caso del Túnel de Chingaza, por ejemplo, cada intervención no puede durar más de 66 días, pues de hacerlo, ahí sí se pondría en riesgo la entrada de agua a la ciudad.

De acuerdo con Escobar, cuando estas obras estén listas le darán la seguridad a Bogotá de tener toda el agua que necesita hasta 2032. Ese año, sí o sí, tiene que empezar el funcionamiento del primer proyecto de expansión (Chingaza Sureste). De lo contrario, la ciudad podría quedarse sin agua potable.

Nota del editor: esta nota fue modificada el 12 de enero de 2018, pues en uno párrafo parecía entenderse que habría un hipotético racionamiento, algo que según los planes del Acueducto está fuera del panorama por las obras que está construyendo.

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