El ojo de Aetos

Publicado el elcides olaznog

Soy un colombiano feliz…

Empieza el 2015 y los consabidos propósitos no se hacen esperar. Todos los seres humanos en esta época caemos en la trampa de querer iniciar con el nuevo año una nueva vida, pero con el paso de los días (de enero) todo vuelve a su estado normal, es decir, como ha sido siempre.

 Yo, en esta oportunidad, he decidido con firme convicción abandonar para siempre el pesimismo que respira todo colombiano que no forma parte del Gobierno de Unidad Nacional ni de la Bogotá Humana.

 En efecto, he decidido ser feliz siguiendo una premisa muy sencilla que me regaló hace muchísimos años mi profesora de aritmética: “Problema que no tiene solución no es problema”. Sólo ahora, con unos años de más a cuestas y con las entendederas un poco desarrolladas, comprendo cuánta sabiduría hay en esa expresión. Y sí. De nada sirve amargarse la vida viendo gobiernos no malos sino perversos, administraciones que gastan miles y miles y miles de millones más en imagen personal que en obras. Son los gobiernos del tilín tilín y nada de paletas.

De nada sirve desgañitarse gritando a los cuatro vientos que una posible y fácil sanción a los corruptos de siempre sería castigarlos con el voto en blanco para ponerlos en la picota pública de la opinión mundial por deshonestos. Está comprobado que a la gente no le importa la suerte de su país, de su ciudad; que mientras haya realitis, telenovelas, fútbol, rumba corrida, ron, aguardiente, pan y circo, a los colombianos nos importa un C… omino la situación del país.

Estas y otras razones me servirán para ser feliz, como ya se ha dicho. Y voy a participar y a aplaudir la felicidad de otros. Por ejemplo, si Juanma es feliz regalando otros ocho millones de aumento mensual al sueldo de los sufridos congresistas, que lo sea. Si el proceso de paz dura los otros cuatro años del gobierno Santos, pero fracasa, y esto hace felices a los alzafuelles santistas, que lo sean. Si Noel Petro se cree el cuento de que es el sexto mejor alcalde del mundo y eso lo hace feliz, que lo sea, no solo él sino todos los que aun con el agua al cuello fueron a la Plaza de Bolívar a exigir su reintegro a la alcaldía mayor.

Si Clarita López es feliz pensando que puede ser presidente en el 2018, que lo sea. Pero que lo demuestre cambiando a sus asesores de imagen que tienen de todo menos de asesores. Porque la señora no es precisamente lo que se dice joven, pero la manera de vestirse y de peinarse da la impresión de ser una dulce abuelita sin otro argumento que ser hija de la más rancia estirpe bogotana. Si Álvaro Uribe es feliz casando peleas en twitter, quién se lo impide. Si Rafael Pardo quiere ser feliz con la idea de que va a ser alcalde de Bogotá, que lo sea pero que al menos invierta unos centavos en asesores de imagen que le enseñen a sonreír aunque sea el día de su cumpleaños. Y si el Centro Democrático es feliz con los raciocinios infantiles de Pachito Santos y le impulsa la candidatura a la Alcaldía de Bogotá, pues que se joda Bogotá, perdón que lo sea.

Si Vargas Lleras es feliz construyendo su candidatura para el 2018, que lo sea pero sin la torpe imitación de las bravuconadas de su antiguo amigo y jefe Alvarito en los tiempos en que trabajó para la segunda elección. Porque con esa cara a toda hora enverracado la gente optimista como yo, no le va a creer. Si el señor procurador general, don Alejito Ordóñez quiere seguir gobernando su vasto paraíso de burocracia con lineamientos de la santa inquisición medieval y eso lo hace feliz, pues que lo sea. Punto. Y así con todos los personajes que manejan el inmenso ponqué político y presupuestal de este hermoso país llamado Locombia.

A partir de este momento voy a pensar hasta convencerme de que Armandito Benedetti es un gran senador y que todas sus acciones son verdaderos ejemplos de brillantez intelectual y de altruismo social. Que su amiguito Roy Barreras es un excelente ejemplo de que la medicina y la humanidad perdieron a un insigne galeno pero Colombia ganó a un líder de la talla de Mahatma Gandhi. Voy a llenarme de argumentos para explicar por qué nuestro glorioso Congreso Nacional es un claustro de filántropos desinteresados y desprendidos de toda ambición personal. Voy a disfrutar de las impecables, independientes, correctas en derecho, justas y Montealegres decisiones del amigo de Juanma y que maneja la Fiscalía General de la Nación, el egregio Doctor Eduardo. Nunca voy a pensar que si las investigaciones por desviación de dinero – y qué cantidades – en Salucoop están estancadas no es por ser amigo del Dr. Palacino sino porque falta personal y recursos en la Fiscalía.

Voy a pensar de manera muy optimista que Noel Petro es injustamente el sexto mejor alcalde del mundo y que debería por lo menos estar en el podio aunque sea medalla de bronce. Que la suya es modelo de administración pública y que sus altos funcionarios renuncian porque les aburre el buen trato, el buen genio y el respeto por sus decisiones. Quiero creer que el burgomaestre cienagaorense toma sus decisiones en frío y luego de ser consultadas con todos su colaboradores y que nunca, léase bien, nunca monta en cólera como lo afirman sus contradictores y que todo lo que hace es por el bien de los pobres, de los desposeídos, de los zarrapastrosos de la anterior vicepresidencia.

Voy a pensar y a convencerme de que el nuestro es un país de cucaña, (como decía el inolvidable maestro, Estanislao Zuleta) donde no hay corrupción, donde los políticos cobran sueldos de miseria y que además nunca beben trago y si beben trago no manejan carro y si beben trago y manejan carro permiten el control de alcoholemia, etc. Se acabaron los Merlanos, los Gerlein, los Guerra Tulena, los Name, los Nule, los Moreno Rojas y toda esa clase de políticos que se hacen quedar mal a nuestra sufrida y abnegada clase dirigente.

Voy a estar seguro de que en Colombia los impuestos recaudados son invertidos en seguridad, en vivienda, educación, salud, recreación, en infraestructura. Me voy a negar sistemáticamente a aceptar que nuestras carreteras son trochas mantenidas por los concesionarios que cobran los peajes y que inmediatamente invierten en las autopistas de ocho carriles con que cuenta la mayoría de vías nacionales, etc. Que un simple viaje Girardot – Bogotá no se demora siete horas en puente festivo sino las dos horas de rigor. Voy a propagar a los cuatro vientos que las obras públicas en Colombia duran toda la vida porque están muy bien construidas y para que me crean voy a poner como ejemplo la troncal de TRANSANIMALENIO por la Avenida Caracas.

Ah, y se me olvidaba: no tengo deudas y mi prima de navidad está intacta para consignarla y ganar jugosos intereses bancarios. No considero necesario que me aumenten el sueldo porque me basta y me sobra, en fin. Vivo feliz en el país de la paz y la abundancia. Y por último, para no cansar a mis tres lectores, les aseguro que si uno pide una cita médica hoy por la tarde se la dan para las seis de la mañana del siguiente día.

El peligro, a mi juicio, es que se nos vengan en masa los hermanos venezolanos cansados de su buen gobierno y la abundancia en su país a gozar del supergobierno de Santos, de la superadministración de Petro y de la superabundancia de alimentos casi regalados de nuestra Colombia. Ahí sí se nos acabaría la dicha.

Colofón: más que colofón, un pensamiento al margen: el periodismo masivo en Colombia – es decir, la gran prensa, con exiguas excepciones – puede no ser el mejor porque siempre ha funcionado como subalterno del poder político y económico y ha estado al servicio de las multinacionales, pues de ellos deriva su ingreso; pero debe ponerse en pie (no solo hoy) para rechazar todo acto que atente contra la libertad de expresión. Solidaridad con los comunicadores del Semanario Charlie Hebdo, asesinados vilmente por unos fundamentalistas medievales.

 

Twitter @elojodeaetos

 

 

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