El ojo de Aetos

Publicado el elcides olaznog

Santos y Petro, macabras coincidencias…

Aparte de ciertos periódicos y revistas, más allá de las encuestas contratadas por ellos mismos, y aparte de los áulicos y prósperos beneficiarios de los gobiernos capitalino y nacional, no conozco a nadie de carne y hueso que hable bien de los gobiernos de Petro y Santos.

Pese a que soy consciente de que casi ningún medio dice la verdad y de que su interés es eminentemente monetario, leo periódicos, revistas, veo uno que otro noticiero, tal cual programa de opinión; también me zambullo con cierta propiedad en el hermoso mundo de la academia universitaria bogotana y lo alterno con el uso frecuente del transporte público: taxi, buseta, colectivo y el popular transporte para bestias (TransAnimalenio).

Todo lo anterior me proporciona información para construir una opinión cada dos semanas. Pero cada vez el panorama es más desolador. Bogotá, la flamante capital colombiana, naufraga con las improvisaciones de un personaje que se tiene gran confianza para criticar y destruir con su crítica opositora, pero que para gobernar o administrar no tiene la más remota idea. Sin embargo, en algo se está volviendo experto: en el manejo de los medios de información, es decir, al crítico se le pagó la costumbre de sus criticados y de cuando en cuando lanza por twitter y en titulares de prensa frases rimbombantes para distraer la atención y disimular su mediocridad.

Esta es la última perla de Petrico (cito de memoria): “para disminuir el robo de teléfonos celulares, esta administración va a prohibir de manera rotunda el uso  de celulares en la calle”. Tengo entendido que con esa medida se dispararon los planes de telefonía fija y disminuyó la venta de planes de telefonía celular.

Lo dijo como si acabara de descubrir el agua tibia, mientras la ciudad se desmorona con el atraco a mano armada en las busetas, en las calles, con violaciones de menores a la salida de sus colegios, con buses y busetas azules con el logo SITP en un paseo eterno por la ciudad con un conductor y cero pasajeros, tirándose el combustible y armando trancones; con mucha gente de altos y bajos recursos en lugares públicos quemando facturas de cobro por valorización, mientras las losas de las vías de TransAnimalenio se destrozan y con ellos los sistemas de amortiguación de los diabólicos armatostes articulados. Nada importante, como se puede ver. Lo esencial es guardar el celular en la casa y todos los problemas quedan solucionados.

Pero no todo es malo, mi dijo una vecina que votó por Petro y que tiene un hijo corbata en una oficina de quinta de la administración distrital. Cuando le pregunté por algo bueno del gobierno de don Noel Petro me dijo: ya no matan animalitos indefensos en la plaza de toros y ya no hay zorras llenando los huecos de las calles con la boñiga de su motor viviente. Es verdad, le dije; Petro es especialista en proteger animales. Si no fuera así, ya sus colaboradores inmediatos le habrían renunciado.

Pero si en el Palacio Liévano llueve, en su vecina Casa de Nariño no escampa. El presidente Santos por estos días juega a ser premio nobel de paz en un país incendiado. Paro cafetero, paro cacaotero, paro camionero, fracaso de la reforma política, fracaso de la reforma de la educación, con una reforma tributaria aprobada a la brava con la premura de las parrandas parlamentarias de fin de año, y que quedó tan pésimamente confeccionada que no la entiende ni el mismo gobierno.

A todo esto se le suma la suprema entelequia de un proceso de paz que no es más que la agudización de la guerra y que no va a tener final feliz, para desgracia de quienes creen en la reelección de Santos. Porque es más que evidente que en este tire y afloje mediático los únicos que ganan son los de «la far». Y como si lo anterior fuera poco, ahora se le va a meter a una reforma de la salud que es un monstruo de mil cabezas. No acaba de anunciarla y ya le salieron los detractores y los defensores.

¿Cuáles son los defensores de la reforma? Pues los dueños del capital de la salud, es decir, los traficantes de la salud, sus verdaderos beneficiarios. Los que en lugar de construir el sistema lo destruyen pero en cambio desvían los dineros de la gente hacia otros fines perversos que nada tienen que ver con la salud. Don Roy: ¿qué será lo que quiere el negro? ¿Por qué quiere usted tumbar la acción de tutela para defender los derechos de la salud?

¿Quiénes son los detractores? Los que no han podido agarrar ni una migaja del descomunal poder económico que deja un sistema que está más para promover las funerarias y los entierros que la salud de los colombianos. Pues sí, los que están que se frotan las manos con la dichosa reforma son las aves de rapiña, los oscuros y también multimillonarios empresarios de las pompas fúnebres.

¿Quiénes son las víctimas? Como decía un ilustre exvicepresidente, primo del actual presidente, y hoy con ganas de ser presidente: “empieza por pue y termina por blo”. Sin comentarios.

¿No aprecia usted, estimado lector, una tremenda similitud entre los mandatarios capitalino y nacional? Ambos van montados en una nube de fantasía que les dice que van bien mientras Bogotá y en general Colombia se derrumban. En una nube armada con los miles y miles de millones que se gastan en construir una imagen pública personal a espaldas de la realidad que ellos mismos perpetran. Pero lo triste del caso consiste en que aún falta mucho tiempo para que se les acabe el período. Pero más triste aún es que los dos tienen aspiraciones macabras: Juanma quiere reelección y Tavo quiere presidencia. Sin embargo, lo verdaderamente dramático es que los dos “funcionan” en un país masoquista que es capaz de elegirlos nuevamente, tal como pasa período tras período con Roycito, con Juan Manuelito Corzo, con Piedadcita Zucardi, con Merlanito, con Clarita, con Armandito Benedetti y el largo etcétera de inútiles y corruptos políticos (perdón por la doble redundancia).

Colofón: nunca, en mi ya no tan corta vida, me sentí tan mal gobernado ni en Bogotá ni en Colombia. Ni siquiera en los tiempos de esa cumbre moral e intelectual que se llama Andrés Pastrana Arango. Punto.

 

 

 

 

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