El ojo de Aetos

Publicado el elcides olaznog

Oportunidad histórica, como todas las oportunidades

A una semana de las elecciones para gobernadores, alcaldes, ediles, diputados a las asambleas departamentales, concejos municipales, en Colombia se respira un ambiente ciertamente fétido. Cómo será de fétido que el mismo gobierno por estos días difunde por televisión masiva un mensaje institucional en el que recomienda a los electores no votar por las listas de personas o movimientos torcidos.

Uno como simple contribuyente anónimo no puede menos que preguntarse: si los altos dignatarios del Gobierno Nacional saben que existen candidatos y movimientos torcidos, ¿por qué no cumplen con su deber,  y ordenan a quien corresponda que los investigue y los mande a la guandoca? Esa es una lectura.

Otra interpretación con sentido común es: si el alto gobierno recomienda no votar por candidatos o movimientos torcidos, investigados, sospechosos, pues sencillamente lo que recomienda es votar en blanco. Tantos años observando la política, perdón, la politiquería colombiana, le dan al ciudadano de a pie la autoridad moral suficiente para pensar que es muy difícil, por no decir imposible, encontrar un candidato puro, blanco, impoluto. Y todavía más difícil encontrar un candidato que de veras esté interesado en solucionar los problemas de la gente.

En Bogotá, por ejemplo, donde las encuestas dan como ganador a Noel Petro, seguido de cerca por Bolardo Peñalosa, el elector se pregunta: ¿Petro o Peñalosa serán capaces de solucionar los problemas tan críticos que han dejado las dos últimas administraciones, la de Beodín Garzón y la del angelito hijo de mamá María Eugenia y nieto de mi general Gurropín, acrónimo con que se conocía al presidente Gustavo Rojas Pinilla, abuelo de los dos angelitos Moreno Rojas? Respuesta: si acaso les alcanza el tiempo y la honradez para solucionar los problemas de ellos y de sus amigos y familiares. Al pueblo nunca le toca, como se cansó de demostrar con buenas dosis de humor el desaparecido historiador, Álvaro Salom Becerra.

Pensemos: un alcalde, de Bogotá, por ejemplo, pero se da en todos los mil y pico de municipios del país, ordena construir una obra civil, digamos un tramo de carretera. La plata sale del bolsillo de los contribuyentes que pagan impuestos hasta en la compra de una infeliz caja de fósforos. Por transitar con un automóvil por un camino de herradura le cobran un peaje como si se tratara de una autopista de ocho carriles. Por hartarse como una bestia con cerveza o aguardiente también paga impuesto; si no me creen averigüen las colosales millonadas que manejan las rentas departamentales. Por asistir a un espectáculo, igual. Y cada vez se inventan más y más impuestos.

La plata de la obra, para retomar el hilo, sale del bolsillo del contribuyente, que además paga 10, 15, 20 y hasta más veces el valor de la dichosa obra, por la magia inefable de contratistas pulquérrimos como los Nule. Pero el funcionario mayor la inaugura con bombo y platillos, como si él hubiera puesto la plata. Y no contento con esto, con una fuerte erogación adicional ordena construir una placa conmemorativa que reza más o menos así, con iniciales mayúsculas: Esta Obra se Construyó Durante la Fecunda Administración del Eminentísimo Alcalde Dr. Fulano de Tal, Ilustre Hijo de Este Municipio. Luego viene una larga lista de ciudadanos ilustres, cómplices, perdón, colaboradores inmediatos del alto funcionario, “sin cuya inconmensurable vocación de servicio a este municipio nunca hubiera sido posible construir tan magna obra”.

Yo no entiendo eso y menos cuando a la famosa inauguración asiste la gente que no se cansa de vitorear a su mandatario que le solucionó la vida al pueblo con una escuela, un parque, una porción de carretera, ¡con su propio dinero!

Estamos, pues, a una semana de utilizar la perpetua oportunidad histórica. Los colombianos deberían reflexionar un poco en su masoquismo y por una vez decir NO a la politiquería. Deberían, por ejemplo, los bogotanos, ver la lista de los concejales que serán objeto de interrogatorios por parte de la Fiscalía General de la Nación por su “presunta” participación en el carrusel de la contratación. Pero si les da pereza averiguar, aquí se la tengo:

Orlando Parada, Javier Palacio, Andrés Camacho, Hipólito Moreno, Édgar Torrado, Severo Correa, todos ellos del Partido de la U; Julio César Acosta, Fernando López y Henry Castro, de Cambio Radical;  Rafael Escrucería, del PIN, Fernando Rojas y Wilson Duarte, del Polo Democrático Alternativo, Jorge Durán y Jorge Ernesto Salamanca, del gran Partido Liberal; José Juan Rodríguez y Antonio Sanguino, del Partido verde, y Omar Mejía en representación del gran Partido Conservador. Esto sólo por nombrar un ejemplo extraído de los principales medios en la semana que termina. Como se puede notar, en este caso también están representadas todas las fuerzas electorales de la ciudad. Y se dan las mayorías para el Partido de la U, seguido de cerca por Cambio Radical luego el Partido liberal, el Polo y en última posición, como en la vida real, el Partido Conservador.

Citicos los concejales. Ojalá la justicia colombiana, que es tan justa, les dé la oportunidad de defender su pulcro nombre y puedan demostrar su inquebrantable inocencia. O, en últimas, que puedan meter a la guandoca a cuanto periodista los denuncie en los medios, tal como lo hizo la eminencia gris de Cundinamarca, la eterna gobernadora Leonor Serrano de Senador Camargo con un comunicador que se atrevió a hablar en contra de ella. Un juez de la República sacó del cubilete de su sabiduría jurídica una sentencia en contra del comunicador porque “manchó” el blanco nombre de la señora de marras. Y le clavó 4 años de cárcel.

Pero bueno. Volvamos a lo serio. Un país que votara en blanco pondría en la picota pública mundial a la dirigencia nacional. Sería un mensaje en el que los colombianos se expresarían de esta manera: no queremos más corrupción. Estamos hartos de politiquería y demagogia ridícula. Estamos creciendo en conciencia social y política. Ya no nos dejamos meter el dedo en la boca, ni en ninguna otra parte. NO a los de siempre. NO a los ladrones de cuello blanco. ¡Queremos aprovechar esta oportunidad histórica!

Colofón: Amigo elector: no sea masoquista. Hágale una buena jugada a su viejo gamonal: vaya y cómasele el tamal y jártesele el aguardiente. Pero no vote por él. Vote en blanco. Eso sí, si quiere protestar decentemente, levántese de la cama. No votar es elegir a los mismos Morenos, Pastranas, López, Garzones, Peñalosas, Uribes, Lleras, Names, Guerras, Parodys de siempre… Aproveche la oportunidad histórica.

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