El ojo de Aetos

Publicado el elcides olaznog

¡Colombia, Colombia, Colombia!

Guardo total escepticismo en el temita cansón de las eliminatorias a Brasil 2014. Porque una cosa es el corazón que alberga muchas esperanzas e ilusiones y otra es la cruel realidad que advierte que Colombia está en inferioridad de condiciones, y no precisamente por no tener jugadores de calidad.

Hace unas semanas en este espacio sugerí, con mucho respeto por las ilusiones de la gente,  la casi imposibilidad de que Colombia clasifique a Brasil 2014, y me llovieron rayos y centellas. Pero lo afirmaba con argumentos. Entre otros, que a la dirigencia colombiana le importa más el dinero y la buena vida en vuelos en primera clase, hoteles cinco estrellas, con hembritas, whisky, caviar para ellos y sus amigos, que el fútbol. Pero son tan romos que no se dan cuenta de que sus componendas le hacen mucho daño tanto al fútbol como al negocio.

Pero bueno; sigamos con lo meramente deportivo. Dicen que en el fútbol no hay lógica. Sin embargo, en la primera fecha de la eliminatoria la lógica estuvo presente. Le ganó Uruguay a Bolivia, Ecuador a Venezuela, Argentina a Chile y Perú a Paraguay. Ganaron los locales. Quizá fue un poco sorpresivo el marcador en Buenos Aires, pero el resto, normalito. Lo dicho: sí hay lógica aunque de cuando en cuando haya sorpresitas aisladas. Y si esto resulta cierto, Colombia va a necesitar mucho más que suerte para clasificar.

Lo digo nuevamente: Argentina y Uruguay son fijos. Quedan dos cupos para siete selecciones, todas igualmente ilusionadas con la clasificación. Cinco de ellas se quedarán a seguir el mundial en casita comiendo palomitas y viendo televisión. Para no herir susceptibilidades, esta vez no entro en detalles acerca de mis candidatos a comer palomitas y ver televisión.

De todos modos, pienso que Colombia cuenta con un buen grupo de jugadores. Pero más que tácticas imposibles de implementar y de cumplir, con tan poco tiempo que se tiene para ello, lo que esos muchachos (y Mario Alberto Yepes) necesitan es motivación constante. Hacerles creer que son mejores, que no hay rivales invencibles. Y enseñarles a respirar igualdad, es decir, que por más que unos ganen mucho más dinero que otros porque están jugando en Europa, en la concentración de la Selección Colombia nadie es más que nadie. Para eso, fundamental aunque no exclusivamente, está el técnico.

Los técnicos de fútbol pueden saber mucho, conocer mucho de ese deporte, de táctica, de estilos de juego y demás bobadas incomprensibles. Pero ante todo deben ser conductores de grupos humanos, homogeneizadores de comportamientos de hombres, motivadores. Y deben inculcarlo con el propio ejemplo.

¿Saben qué le puede enseñar un técnico como Pepe Guardiola a Lionel Messi? ¿O Mourinho a Kaká o a Cristiano? Pues le puede enseñar exactamente lo mismo que Javier Álvarez en su momento le enseñó a Faustino Asprilla, o unas décadas antes Gabriel Ochoa Uribe a Willington Ortiz o a Alejandro Brand. Es decir, nada. ¿Alguien en Colombia puede darse el lujo de decir que le enseñó a pensar al Pibe Valderrama? ¿O a pegarle al balón como los dioses a Iván René Valenciano?

Entonces no hablemos carreta. Un equipo marca la diferencia cuando sus miembros (qué palabra)  se cohesionan como un todo. O cuando se “conjuntan” como seres humanos profesionales, para utilizar el ultranovedosísimo y eufónico verbo conjuntar, invento de un gurú de la gran prensa radial bogotana. (No me pregunten de quién hablo porque eso ya se sabe. ¿Una pista? Es el originalísimo que habla  del andarivel derecho, de la palanca izquierda, de la blusa número 9, et sic de coéteris). Un equipo marca la diferencia, decía, cuando a los jugadores se les brinda confianza, pero de verdad, no de dientes para afuera. Cuando todos miran hacia el mismo norte, cuando todos de veras sienten que pueden ser protagonistas de primer orden. Cuando le dicen a la prensa lo que sienten y no el libreto que les escriben sus jefes deportivos y no deportivos.

Pero en NUESTRA Selección Colombia ha habido problemas de preferencias de los técnicos quizás a instancias de los directivos. Para mencionar un ejemplo muy conocido, el cuerpo técnico (cómo suena de pomposa y solemne esa expresión) integrado por Pachito – Bolillo insistieron hasta el cansancio con Víctor Aristizábal, hasta que les ligó un torneíto de mentiras en el que salió goleador. Y no estamos diciendo que Aristi fuera mal jugador. No. Al contrario; es de los más destacados jugadores que ha dado el fútbol colombiano. Pero con Colombia en campeonatos serios no pudo. Como tampoco ha podido el amigo Hugo Rodallega.

Para no escarbar tanto, en la pasada Copa América de Argentina, todos vimos cómo el ángel de las mujeres prefirió a un delantero muy bueno que las estaba metiendo todas en Europa pero que con la Selección Colombia sólo le metió uno ¡a Bolivia!, (y otro de penalti) y en el siguiente partido nos eliminó con una pena máxima pésimamente cobrada. Pero tenía en el banco a un jugador igualmente talentoso y que tiene de todo menos miedo. Como Leonel en sus mejores tiempos.

Por favor, denme un momento, ya me meto al burladero para esquivar los golpes y los tomates. Ustedes, caros lectores, saben que me refiero a Radamel García y a Teófilo Gutiérrez. Nadie niega el estelar momento por el que pasaba García en el Porto, pero Teo merecía también una mejor oportunidad.

Pero si Leonel Álvarez se casa con él a la espera de que le cuaje el juego, pues va a tener y a darnos muchos dolores de cabeza. Al tigre debe darle idéntica oportunidad que a Teo; o que a Jackson Martínez. Con eso demostraría no solo que se equivocan quienes piensan que todavía le faltaba c… p´a pantalón de paño, sino que dejaría de pertenecer al grupo de técnicos que se dejan hacer las alineaciones de los directivos y de la prensa “especializada”, como tradicionalmente ocurre en la Colombia de nuestros amores.

Por las circunstancias anteriores, nunca podrá haber en Colombia un técnico como Marcelo Bielsa. Ese no se deja manipular. No olvidemos que por idénticas causas, Gabriel Ochoa Uribe renunció a ser técnico de Colombia. Era un señor muy serio en su trabajo pero le quisieron meter la mano a sus alineaciones y renunció.

Jorge Luis Pinto, otro ejemplo más o menos reciente y sonado, para la Copa América de Venezuela en el 2007, y eliminatorias a Sudáfrica 2010, como buen santandereano quiso implementar la igualdad con autoridad, como debe ser, pero lo sacaron del baile los poderosos “europeos” al mando del capitán Iván Ramiro Córdoba. Claro, él se ganaba en un mes lo que el técnico en tres años. Se impuso el poder bestial del dinero. Además, quedó la sensación de que un jugador con tanto talento y campanillas como él no merecía que le diera órdenes un simple chibcha.

En síntesis, Colombia puede tener con qué. Pero para ello el técnico Álvarez debe imponer su criterio. Debe iniciar un proceso en el que se extirpe ese subdesarrollo mental tan enquistado, con muy pocas excepciones, en la mente de nuestros deportistas. Inculcar en los jugadores la cualidad que como jugador demostró hasta la saciedad: hombría, cojones, entrega por la causa. Y debe ser lo suficientemente verraco para darle banca al tigre si no le ruge. Otros equipos poderosos del mundo lo han hecho con sus estrellas. ¿Por qué Colombia no? Leonel de Jesús tiene ahora la palabra.

Colofón: le voy a dar unos breves consejitos gratuitos a Leonel. 1. Por imagen suya y de nuestro amado país, córtese esas hijuemadres mechas que parece es un Pedro el escamoso. 2. Tenga la suficiente personalidad para darle banca a González, a Bedoya y a Jesurum, que son “jugadores” que no caben en un “proceso” serio. 3. Si siente miedo no lo demuestre pero tampoco hable más de la cuenta. No se Bolillee ni se Maturanee. Y por favor, cuando hable con la prensa sea concreto. No se Eduardolaree.

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