El MERIDIANO 82

Publicado el El meridiano 82

Républica Democrática del Congo: teatro contra la violencia sexual

Otra entrega de la colaboración entre el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Rejfugiados (Acnur) y El Meridiano 82.

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Por Acnur

En una escuela del este de la República Democrática del Congo (RDC) un grupo de más de 50 estudiantes de secundaria grita y ríe a carcajadas al escuchar que uno de sus profesores ha dejado embarazada a una alumna. Si bien no es realmente verdad, ya que estos muchachos forman parte del teatro participativo del Instituto Bustani, donde estudian, es un escenario desafortunadamente muy verosímil.

“Cuando organizamos teatro participativo, este siempre tiene un vínculo con la realidad y con un problema que ocurre en la escuela”, afirma Mulira Muzee quien trabaja para Search for Common Ground, una organización no gubernamental que se dedica a la prevención y resolución de conflictos. Añade que en el ejercicio de hoy el embarazo imaginario de la estudiante “dará lugar a problemas entre la esposa del profesor y la joven, pero también, entre la muchacha y sus padres, que la rechazarán. Ella, entonces, estará sola”.

Resulta  alarmante que se trate de una situación bastante común en la provincia de Kivu Norte, en el este de la República Democrática del Congo, especialmente en el territorio de Masisi, una región antiguamente sin normas donde muchos de los jóvenes que participan han sido desplazados en el pasado. Los estudiantes pueden imaginar el dilema sin dificultad y esto ayuda a que el drama sea más pertinente y su objetivo de prevenir la violencia sexual y la explotación de los niños, en un área donde los jóvenes son particularmente vulnerables, más eficaz.

“Los mensajes (contra la violencia y la explotación) nos han ayudado mucho. Han tenido un efecto positivo sobre los estudiantes y los profesores”, cuenta Germain Wetewabo, directora del Instituto Bustani, una escuela secundaria de estudios veterinarios, matemática y física. “Ha habido una creciente toma de conciencia por parte de los profesores y de los alumnos de que alguien que se comporta así merece una pena”, asevera, haciendo hincapié en que el ejercicio les ayudó a comprender las posibles consecuencias.

Muzee concuerda, añadiendo que, después de tomar parte en el teatro participativo, “los estudiantes se dan cuenta de que no se deben entregar a los profesores. Se queda en su mente”. Clarisse*, estudiante de quince años de edad, dice que el teatro “ayuda a los estudiantes en su vida cotidiana y que ellos también pueden enseñar a otros que no tuvieron la oportunidad de ver esta obra”.

Un miembro del personal de una escuela primaria que está participando en el proyecto manifestó que algunos de los alumnos, en su mayoría huérfanos, habían sido empleados previamente en comercios inadecuados, tales como la entrega de alcohol a mercados y bares. Relató que ellos tenían que trabajar largas horas y corrían el riesgo de ser violados. También tenían dificultades para encontrar alimentos.

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Belenfance quiere enviar, este año, más de 130 niños de regreso a las escuelas en el territorio de Masisi. Noventa y tres de ellos han sido víctimas de explotación sexual y el resto son los hijos de trabajadoras sexuales. Belenfance respalda, asimismo, las actividades de generación de ingresos para los padres de algunos de los niños incluidos en el programa, de modo que puedan mantener a su familia y permitir que sus hijos asistan a la escuela. El programa incluye apoyo para la cría de ganado, la costura y la peluquería.

Se  organizan tambien actividades diarias para prevenir la violencia sexual y la explotación infantil, incluyendo campañas de sensibilización en los cuatro asentamientos de desplazados internos en Masisi. Achille Rutebuka, un trabajador social  de Belenfance, visita otro campamento y difunde un mensaje de sensibilización a viva voz a través de su megáfono.

“Las niñas y los niños que viven en campamentos de desplazados internos se ven, con frecuencia, obligados a someterse a relaciones sexuales simplemente para sobrevivir. Sus padres no pueden hacer nada para evitarlo, ya que no están en condiciones de mantener a sus hijos”, dice Rutebuka al tiempo que añade que los programas, tales como el que se está llevando a cabo en Masisi, son de gran ayuda. “Podemos ver un cambio con las actividades de promoción realizadas por el ACNUR. El mismo es palpable”.

Más de 900.000 personas aún siguen desplazadas en toda la provincia de Kivu Norte.

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