El MERIDIANO 82

Publicado el El meridiano 82

Polonia, bajo el gobierno de la derecha

Parliamentary elections in Poland
La nueva primera ministra, Beata Szydlo, junto a Jaroslaw Kaczynski. / EFE

Con la victoria del partido Ley y Justicia en las elecciones legislativas del domingo, Polonia se reafirma en una línea nacionalista y crítica de la Unión Europea. El  partido, liderado por Jaroslaw Kaczynski, podría cambiar la Constitución en favor de su aliado el presidente Andrzej Duda.

Por Juan David Torres Duarte

Jaroslaw Kaczynski, líder del partido Ley y Justicia, suele vestir de negro y sonreír con brevedad desde que su hermano gemelo, Lech, presidente de Polonia, falleció en un accidente de avión en 2010. Desde entonces, en su soledad, Kaczynski ha impulsado su movimiento cristiano y nacionalista, con especial fijación en las clases más abandonadas, opuesto a la democracia liberal que ha gobernado por diez años en Polonia. Aunque el país sorteó con habilidad la crisis económica y la caída del euro, los grandes olvidados fueron los más pobres. En las elecciones legislativas del domingo, donde su partido se hizo con el 37,7% de los votos, Kaczynski demostró el resultado de recordar a los olvidados: impulsados por la base conservadora de su partido y contando con la voz de los moderados —atraídos por la codirectora de su partido, Beata Szydlo—, Ley y Justicia obtuvo 232 escaños en el Parlamento —una mayoría apretada, todavía en duda por el recuento de los últimos escaños— frente a los 137 que quedaron en manos del partido Plataforma Ciudadana.

Los perfiles sobre Kaczynski recuerdan que, en los años 80, fue miembro de un partido anticomunista y poco después, cuando cayó el régimen socialista, fundó Ley y Justicia junto con su hermano. Con Lech Kaczynski como presidente, Jaroslaw tuvo el papel del poder a la sombra, recogiendo los ánimos y recolectando apoyos. “Una pata dedicada a la política de la calle, otra al proyecto ideológico subyacente”, analiza El País. Kaczynski, soltero y sin hijos, se ha acercado en los últimos años a la Iglesia y ha criticado con fervor numerosas medidas de la Unión Europea. También ha formulado conspiraciones de parte del gobierno ruso, al que involucró en la muerte de su hermano, y ha dicho que los rumores sobre su homosexualidad son infundados y sólo tienen como objetivo destrozar a su partido. Sin embargo, en este momento Kaczynski puede disfrutar de una diplomacia relajada con buena parte del Parlamento en el bolsillo y con la victoria de Beata Szydlo, una de sus pupilas, como primera ministra.

Si bien el partido Ley y Justicia se ha llenado de optimismo, la visión opositora pasa por la preocupación y el resquemor. La primera ministra saliente y miembro del partido Plataforma Ciudadana, Eva Kopacz, ha dicho sobre el partido de Kaczynski: “Nosotros (…) estamos para construir un dique que detenga a los que quieren convertir Polonia en un museo del fanatismo dentro de Europa”. Los temores del partido opositor y de los sectores liberales de Polonia están centrados, primero, en la extensión del poder de Kaczynski, quien ha sembrado un amplio capital político desde su elección como primer ministro —por decisión del entonces presidente, su hermano—, y, segundo, en las ambiciones desbordadas que podrían estropear la salud del país. Kaczynski es recordado por una suerte de purga, ocurrida poco después de su elección como primer ministro, en la que pidió a periodistas, empleados y profesores que aclararan sus relaciones con los servicios de seguridad de la antigua república socialista. Aunque perdió las elecciones de 2010, tras la muerte de su hermano, de acuerdo con el diario Le Monde Kaczynski es el artífice de la presidencia del actual mandatario, Andrzej Duda, quien junto con Szydlo se ha convertido en la cara amable del movimiento, la cara más moderada.

La moderación, a pesar de todo, tiene un tinte de extremismo. Durante su campaña, Szydlo prometió que rechazaría los 7.000 migrantes que la Unión Europa pretende instalar en tierras polacas, y la cercanía del partido de Kaczynski con el primer ministro húngaro, Víktor Orban, permite pensar que una opción tan radical como la de cerrar las fronteras con una valla —tal como hizo Hungría en los últimos meses— no está tan lejana en su programa político. Además de su resistencia a las decisiones sobre migración, la oposición teme que Polonia se convierta en una trinchera contra los valores europeos —como la libertad de prensa, que el gobierno polaco domina con sus canales públicos—, consagrada a los valores religiosos —Kaczynski se acercará más a la Iglesia para tratar cuestiones sociales y de educación— y a la negación de la diversidad política. La alta elección de su partido comprueba, una vez más, la tendencia de Europa a refugiarse en grupos nacionalistas aupados por un discurso en que la migración y la libertad producen un envilecimiento de la tradición. La editorial de Le Monde recuenta: “Le corresponde a sus colegas europeos oponerse con firmeza, desde ahora, a cualquier intento de Varsovia de cuestionar los valores que fundaron la Unión Europea”.

Tal vez el presidente Duda, con la victoria de Ley y Justicia, pueda cambiar la constitución nacional, un objeto ansiado por el partido desde hace algunos años. Un borrador de dicha modificación, que prevé limitar los poderes de la Corte Constitucional e incrementar la influencia del poder ejecutivo, se encontraba hasta hace algunas semanas en el sitio web del partido. Los vientos de los últimos meses hacen pensar que el partido ha cambiado sus posiciones radicales; sin embargo, de acuerdo con el Consejo Europeo para las Relaciones Exteriores, el anuncio de Kaczynski de que no habrá “venganza” contra los derrotados parece un propósito a medias tintas que muchos descreen dado su pasado.

Después del atentado contra su hermano, Kaczynski se radicalizó y, en momentos en que veía que su partido perdía poder, se consagró a rehacer sus actitudes para atraer a los votantes de centro. En su discurso como ganador, Kaczynski pidió armar una coalición blanca y roja —en recuerdo de la bandera polaca— que permita “cambiar a Polonia para mejorar”, pero sus palabras pueden ser interpretadas de dos modos muy distintos: o Kaczynski ha decidido someterse a cierto mandato democrático o, prediciendo una posible pérdida de escaños cuando termine el reconteo y buscando de cualquier modo una mayor seguridad, espera el apoyo de partidos menores para sostener con confianza la mayoría anhelada que les permita gobernar en solitario. “El reclamo del partido de que ‘los polacos merecen más’ —recuerda el Consejo Europeo—, también en términos económicos, podría convertirse en su espada de Damocles. Ahora, con la mayoría en el Parlamento, el partido no tendrá excusas para cumplir sus promesas y hacer frente a las altas expectativas que formó en la sociedad”.

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