El MERIDIANO 82

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Muzon, la adolescente refugiada que lucha por la educación de las niñas

Montan
Muzon en el campamento de refugiados. / Acnur

Tras el recrudecimiento del conflicto en Siria, la familia de Muzon se desplazó a Jordania y desde allí, con el brío propio de una activista, ella se dedica a convencer a más y más niñas de continuar sus estudios. «La educación es la coraza que te protegerá en la vida», dice.

Por Charlie Dunmore (Acnur) desde Jordania

En un primer momento, cuando la familia de Muzon huyó de la guerra en Siria a principios de 2013, consideraron dejarla atrás. La brillante chica de 14 años había estado estudiando duro todo el año para sus exámenes, para los que quedaba solo un mes, y su tía instó a la familia a que la dejaran permanecer en Siria para continuar su educación.

Al final, su padre decidió que los riesgos eran demasiado grandes así que Muzon huyó con él y sus hermanos a través de la frontera con Jordania. «Sabía que podría recuperar las clases perdidas, pero si uno pierde la vida no hay forma de recuperarla», me cuenta Abu Mohamed, de 45 años, cuando conozco a la familia en el campo de refugiados de Azraq, en Jordania.

La educación siempre ha desempeñado un papel importante en la vida de Muzon. Sus padres eran profesores en la provincia de Deraa, en el sur de Siria, y su tía y su tío eran directores de escuelas locales. «No necesitaba que ellos me dijeran que la educación es importante. Siempre lo sentí», afirma la joven. «Nuestra casa fue construida por un ingeniero. Cuando estaba enferma iba al médico. La educación lo es todo en la vida», añade.

Ahora, a sus 17 años, su profunda convicción en la importancia de la educación se ha convertido en un rasgo definitorio de la vida de Muzon en el exilio. No solo ha continuado sus estudios en Jordania, sino que se ha convertido en una ferviente y cada vez más notoria defensora de la educación entre los refugiados sirios, especialmente entre las adolescentes y niñas.

Amiga de Malala

Su campaña ha hecho que se la compare con Malala, la joven Nobel de la Paz paquistaní y también defensora de la educación, a la que Muzon ha visto varias veces y considera su amiga.»Me enseñó que sean cuales sean los obstáculos que tenga que afrontar en la vida, pueden superarse», explica.

Antes de que la crisis comenzara, Muzon recuerda una vida normal de clase media rodeada de vecinos amistosos y familiares. «No estoy diciendo que fuera una reina en Siria. Teníamos problemas, cosas buenas y malas, pero era como cualquier vida normal», afirma.

«La educación es la coraza que te protegerá en la vida. Si te casas antes de terminar tu educación, no serás capaz de resolver tus propios problemas o educar a tus propios hijos». La casa familiar en Izra estaba cerca de una base militar que era atacada regularmente, lo que les dejaba atrapados en el fuego cruzado. Incapaces de soportar los combates por más tiempo, decidieron marchar a Jordania donde se establecieron inicialmente en el campo de refugiados de Zaatari.

Antes de llegar no imaginaban lo que les esperaba, y la transición fue dura. En su país, Muzon y sus tres hermanos pequeños tenían cada uno una habitación propia y ahora toda la familia se veía forzada a compartir una única tienda de campaña donde dormían, cocinaban y lavaban.

Afortunadamente, el mayor temor de —que no hubiera escuelas en el campamento— pronto se vio disipado. Se apuntó a las clases de verano para ponerse al día con el nuevo currículum jordano antes de aprobar sus exámenes.

Dejar la escuela

A medida que continuaba sus estudios, se dio cuenta de que muchas de sus compañeras de clase dejaban de asistir, a menudo chicas de su misma edad. Supo de una que había abandonado las clases y estaba intentando vender sus libros. Muzon la buscó y la convenció de que cambiara de idea. Había nacido una activista.

«Después de eso comencé a hacer campaña por la educación en cualquier momento y en cualquier lugar. Ante mis amigos, sus padres, los vecinos o incluso simplemente niñas con las que me encontraba por la calle», relata. También ha luchado contra la creencia ampliamente extendida en los campamentos de que el matrimonio temprano es el mejor modo de garantizar el futuro de una joven refugiada.

«Cuando escucho a la gente que no deja que sus hijas vayan a la escuela o las casa pronto, me pone furiosa», asegura. Cuando conozco a Muzon en Azraq, donde la familia se trasladó hace casi un año, es difícil imaginarse a esta educada joven yendo puerta por puerta persuadiendo a los padres para que permitan que sus hijas vayan a la escuela. Pero una vez que empieza nuestra entrevista, su mirada se vuelve intensa y el tono de su voz comienza a elevarse con la pasión de su argumento.

«Indomable» fue el término usado por Khaled Hosseini, galardonado autor y Embajador de Buena Voluntad de ACNUR, cuando conoció a Muzon en una visita al campamento, y es fácil ver por qué.

Según cuenta, se ha encontrado con opositores en su camino: «Algunas personas se niegan a escucharme desde el principio. Piensan, ‘¿por qué debería escucharla? Es de la edad de mis hijos’. Pero no dejo que eso me desaliente. Al contrario, de hecho, me hace querer hablar con más personas e intentarlo una y otra vez».

Propagar el mensaje

Su amistad con Malala ha dado a Muzon un modelo a seguir para su causa, y ha realzado su imagen tanto en el campamento como fuera de él. Se ha reunido con varios visitantes notorios en Azraq y es consciente de la importancia de hacer llegar su mensaje a través de ellos a una audiencia más amplia.

«Como individuo, puedo convencer a personas a las que veo para que vayan a la escuela pero no puedo construir escuelas o aportar profesores», admite.»Necesitamos el apoyo de la comunidad internacional, así que necesito hacer que el mensaje llegue a aquellos que tienen los recursos para ayudar», añade.

Cuando expreso admiración por lo que ha logrado pese a su edad y las difíciles circunstancias, resta importancia al cumplido. «Por supuesto he tratado de convertir esta experiencia en algo positivo», afirma. «Ser una refugiada no tiene que arruinar tu vida. Muchas personas que han triunfado han pasado por momentos duros», subraya.

La educación ha dado un nuevo propósito a la vida de Muzon en el exilio, y su mensaje al mundo es simple: esto puede y debe ocurrir con todos y cada uno de los jóvenes refugiados.

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