El MERIDIANO 82

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Los terremotos de Bachelet

El primer año del segundo mandato de la socialista ha sido un verdadero estruje de su capital político para llevar adelante las reformas que, en sus palabras y con toques de eslogan, “son las que Chile necesita”. Las réplicas, claro, no se dejaron esperar.

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31 de enero de 2015.  La presidenta chilena Michelle Bachelet  firma un proyecto de ley sobre despenalización de la interrupción del embarazo. / EFE

Por Martín Echenique*, Santiago de Chile / @martinechenique

Primero, la economía: en septiembre del año pasado se aprobó una reforma tributaria que sube los impuestos a grandes empresas de un 20 a un 27 por ciento, entre otros resquicios que pretenden disminuir la brecha de desigualdad económica, ítem que ubica a Chile junto a naciones subsaharianas en cuanto a distribución del ingreso. Segundo, el sistema político: hace tres semanas se aprobó una reforma electoral que termina con el sistema binominal –heredado de la dictadura– y que beneficiaba a las grandes coaliciones políticas. Tercero, Bachelet aprieta el acelerador: el 26 de enero el Parlamento le dio el vamos a la primera etapa de la emblemática reforma educacional que prohíbe el lucro en las escuelas, elimina la selección de los estudiantes y el copago de los padres como consecuencia natural de las protestas estudiantiles de 2011 y 2012. Cuarto, imparable: dos días después, se aprobó la ley de Unión Civil que reconoce y protege, por primera vez, a las parejas homosexuales frente a un Estado históricamente conservador. Y quinto, para rematar: el sábado pasado Bachelet presentó el proyecto de ley que busca despenalizar el aborto en tres casos específicos –violación, peligro de vida de la madre y malformación del feto–, y que eliminará a Chile de la (ridícula y corta) lista de países donde abortar es un delito.

En resumen, esos son los cinco terremotos políticos en los cuales se ha materializado el ambicioso programa de gobierno presentado en la campaña de 2013 bajo el lema “Chile de todos”, y que, para ser honestos, hace unos meses atrás se veía como una promesa más que no iba a poder ser cumplida. Como casi todos los gobiernos que han pasado desde el retorno a la democracia en 1990.

Sin embargo, y contra todo pronóstico, 4 de estos 5 proyectos ya están aprobados y/o promulgados, y sólo uno, el de aborto, sigue en discusión. Cinco golazos liberales para un país que aún sigue arraigado en varios aspectos sociales de su idiosincrasia a la Iglesia Católica, el conservadurismo y la herencia autoritaria de la dictadura de Pinochet.

Hoy, Bachelet sonríe. Sonríe porque en la última encuesta Adimark anotó un alza de 4% tras seis meses de bajas continuas. Y lo hizo en un mes marcado por la aprobación de sus reformas más emblemáticas. Hoy, Bachelet ve los frutos de su apuesta: la de ponerse al día con un país que por muy OCDE que sea, estaba en deuda con millones de ciudadanos cansados de salir a protestar en las calles en busca de resultados.

¿El próximo terremoto? La esperada, prometida, difícil y burocrática reforma constitucional. El desafío más grande de Bachelet será, primero que todo, descifrar un mecanismo para redactar la nueva carta fundamental y deshacerse de una vez por todas de la herencia más enraizada de la dictadura, promulgada en 1980. Adelante, Michelle. A cumplir.

*Periodista chileno, ha colaborado en las revistas Domingo de El Mercurio y Cosas. Trabajó en la Secretaría de Seguridad Multidimensional de la Organización de los Estados Americanos en Washington, D.C.

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