El MERIDIANO 82

Publicado el El meridiano 82

Las profundas heridas de la migración en el Mediterráneo

Dina y su madre se encuentran en un hospital de Palermo, Italia. Se recuperan después de sobrevivir a un peligroso viaje por el mar Mediterráneo.

OPERATIVO PARA TRANSPORTAR INMIGRANTES EN EL MAR MEDITERRÁNEO

Personal del barco P03 ‘Denaro de la Guardia de Finanzas de Italia durante un operativo para transportar cientos de inmigrantes en costas libias, en el Mar Mediterráneo. / EFE

Por Kate Bond, oficial de ACNUR en Palermo, Italia.

Un crucifijo cuelga sobre Dina de un año de edad, quien se encuentra envuelta en vendajes sobre una cama en el hospital central de Palermo. A pesar de que duerme, su cuerpo se retuerce de dolor y en su rostro una quemadura comienza a pelarse. Su madre, Rahel, dice que la niña aún tiene pesadillas de la explosión que la hirió antes de que abandonaran Libia en un bote.

La madre y la hija se encuentran entre las 71 personas que sobrevivieron un peligroso viaje a través del mar Mediterráneo la semana pasada a bordo de una balsa medio desinflada. Cuando fueron rescatados cerca de la costa de la isla italiana de Lampedusa en las primeras horas del jueves muchos sufrían severas quemaduras, resultado de la explosión de una lata de gas ocurrida en territorio libio. Veintitrés personas fueron transportadas en helicóptero a Sicilia y admitidas a la unidad de quemaduras.

Su difícil situación ha sido eclipsada por el hundimiento de otra embarcación cerca de Malta, en donde se teme que cientos han muerto. Sin embargo, su experiencia sirve para resaltar la urgente necesidad de acción para responder al creciente número de personas que arriesgan su vida en un intento por llegar a Europa cruzando el Mediterráneo. Los 23 heridos continúan en el hospital. Las camas y los vendajes están ensangrentados y tres días después del rescate Rahel todavía no tiene zapatos. La pequeña Dina está conectada a una sonda intravenosa no tiene nada puesto más que una bata de hospital.

Rahel pagó 5 mil dólares para llegar a donde está ahora, huyendo de Eritrea a Sudán del Sur antes de llegar a Libia. Una noche, después de la explosión, los traficantes la subieron junto con otras 70 personas a una balsa inflable con la promesa de que serían transferidos a un bote más grande, pero eso nunca ocurrió. No pasó mucho tiempo antes de que se encontraran varados en el mar. Al menos Dina crecerá, ella probablemente olvidará todo esto. Para muchos otros en el hospital las cicatrices psicológicas permanecerán con ellos por el resto de sus vidas.

Escaleras abajo, en otra sala, tres pequeñas niñas eritreas también permanecen en sus camas, apenas se mueven, excepto para estremecerse. Una de ellas sufre de quemaduras tan severas que los doctores han tenido que rapar su cabeza. Ahora las otras están aterrorizadas de que les harán lo mismo, ya que en su cultura una cabeza rapada significa muerte en la familia. Una niña gravemente quemada en la habitación contigua permanece tan traumatizada del horror que ha experimentado que sus sollozos pueden escucharse al final del pasillo. Aunque está aliviada de que su esposo haya llegado a Lampedusa vivo, su hermano todavía espera en Libia para cruzar y ella se preocupa por él diariamente.

En esta sala de hospital no habrá visitantes ni seres queridos para cuidarla. A diferencia de la mayoría de los pacientes en el hospital, estas personas sufren solas. La embarcación en la que viajaban es sólo una de las muchas que han transportado a miles de personas a Lampedusa en los últimos días, lo cual agrava la creciente crisis en el Mediterráneo, en donde más de 13,300 arribos de refugiados e inmigrantes a Europa han tenido lugar este año, así como cientos de muertes.

El ACNUR está solicitando de nuevo a los gobiernos de Europa que den prioridad a salvar vidas expandiendo y mejorando sus capacidades de búsqueda y rescate urgentemente. Algunas de estas personas están en la unidad de cuidados intensivos sufriendo mucho dolor. También están muy preocupados porque sus familias no han sabido de ellos. Dina está siendo asistida, pero aún es muy pronto para saber cómo estará y su mamá está muy preocupada porque la bebé sigue teniendo pesadillas y despertando en la noche.

Esta noche la bebé Dina dará vueltas por su pesadillas, su cara contraída con dolo. Como todos los demás aquí ella desesperadamente necesita ayuda. Todo lo que su madre puede hacer es rezar por la recuperación de su hija y revivir su propia experiencia.

*Otra entrega de la colaboración entre el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y El Meridiano 82.

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