Numerosos exsoldados extranjeros se han unido desde 2012 a las Unidades de Protección Popular, conocidas como YPG, conformadas por kurdos y cuyo principal objetivo es combatir a dos actores principales: el Estado Islámico y las fuerzas oficiales de Siria.

Por Juan David Torres Duarte / Fotos: AFP
Hablan en inglés y en ocasiones no logran comunicarse con los kurdos. Entonces son agrupados en una sola unidad, dedicada a la misma tarea que el resto del equipo: detener el avance del Estado Islámico al norte de Siria, que se ha establecido en el centro del país. Quienes aparecen en estas fotos, estaban hace una semana en las afueras de Tal Tamr, al norte del país. El número de voluntarios es desconocido, pero se sabe que provienen de las armadas de países como Estados Unidos, Australia, Holanda, Alemania, Inglaterra y Nueva Zelanda, y se sabe también que algunos de ellos nunca han manejado un arma. En ocasiones dan testimonio de su fiereza en los medios de comunicación: «Ellos matan gente cada día —dijo un soldado, identificado como Jeremy, a la BBC—. Violan a las mujeres y venden a los niños como esclavos. Matar a un miembro del Estado Islámico es hacer un favor al mundo».

Las YPG fueron reconocidas públicamente durante la guerra civil siria (2012), aunque su fundación ocurrió en 2004, y desde entonces se han convertido en el brazo armado del Partido Unión Democrática. Se encargan de que la zona kurda no sea invadida por ningún extranjero y luchan también contra el estado sirio, encabezado por Bashar al-Asad. Los otros grupos políticos del país han acusado a ese partido de utilizar sus unidades armadas para intimidar, secuestrar y asesinar. La mayoría de sus miembros son kurdos y se han declarado independientes de Siria, a pesar de que no han sido reconocidos oficialmente por ese país. A sus fuerzas se han unido también árabes de las zonas bajo su control.


En sus tropas también hay numerosas mujeres. En Facebook, los integrantes de las YPG crearon una página de reclutamiento llamada The Lions of Rojava («Los leones de Rojava», como se llama la zona independiente). Allí, en la biografía, puede leerse: «Acompaña a las YPG en Rojava, Siria. ¡Envía a los terroristas al infierno y salva a la humanidad!». A través de esa página fue reclutado un soldado estadounidense que poco tiempo después volvió a casa. De vuelta, dijo que el EI había puesto un precio a su cabeza (y a las de otros voluntarios extranjeros) y que el reclutamiento resultaba inadecuado, pues se daba armamento a quien apenas llegaba a conocerlo. Algunos soldados, que se han descubierto en los medios, son Jordan Matson (de la infantería de Estados Unidos), Jeremy Woodward (que sirvió en Irak y Afganistán) y Brian Wilson (también veterano de Estados Unidos). En The Lions of Rojava es posible ver el video de Dilsoz Buhar, un comandante nacido en 1993 y proveniente de Alemania, que dice: «Al principio de la Revolución Rojava me uní a las YPG. En Alemania yo era marxista-leninista. Mi lucha estaba basada en ese principio. (…) Pero entonces me di cuenta de que en los últimos 150 años (ese pensamiento) no había tenido una buena influencia. (…) La revolución de Rojava es la revolución del pueblo».


Hay quien dice en los comentarios de The Lions of Rojava: «Estos son los verdaderos héroes y defensores de la libertad». Duermen en casas abandonadas, construcciones de muros sucios y desastrados, en colchones individuales apenas tendidos sobre el suelo y con el fusil apostado contra la pared. En febrero y marzo de este año, en medio de combates, fallecieron Hewal Bagok y Hewal Kemal. Sus nombres reales eran Ashley Johnston y Erik Konstandino Scurfield, provenientes de Australia y Alemania. The Lions of Rojava dedicó numerosas cartas y publicaciones a sus muertes y aseguró que no habían sido en vano. En las YPG se ha conocido la presencia de varios españoles y alemanes. El Partido Comunista Marxista-Leninista de Turquía ha enviado apoyo humano desde 2012. Cuatro de ese grupo han muerto. Ese partido ha dicho que uno de sus deseos es crear una brigada internacional que acompañe al YPG, e incluso ha propuesto como base de plan a las brigadas que existieron en la Guerra Civil Española. Todos los combatientes han estado, de una forma u otra, involucrados en la guerra siria que pervive: como milicia armada, se enfrenta al gobierno oficial; como milicia armada que quiere defender su territorio de una invasión, se enfrenta al Estado Islámico. Más de 11.000 niños han muerto en esos conflictos desde 2012.


El soldado Jeremy, que proviene de Massachusetts, dijo a la BBC: «Pelear contra el Estado Islámico es mucho más difícil. Son más fuertes, tienen más armamento y mayor sustento económico. Al-Qaeda y los talibanes son unidades bebés, mucho más débiles». Esa lucha, que pretende disminuir el poder del Estado Islámico en Siria e Irak (donde se han hecho con parte de la zona norte, rica en petróleo), es también una conjugación de otras luchas: muchos de los soldados que conforman las YPG también están allí a causa del añejo conflicto entre kurdos y turcos, cuya figura más relevante es Abdullah Öcalan, uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores de Kurdistán, elevado a grupo terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea. En el video, Dilsoz Buhar lo cita como una de sus influencias (ha escrito numerosos libros sobre ideología política, entre ellos los Escritos de prisión). En esa conjugación de factores está también el Ejército Libre Sirio, que tiene objetivos similares a las YPG pero cuya ayuda, desde que comenzó la revolución en Siria, ha sido rechazada por sus miembros. En realidad, los soldados extranjeros no están repeliendo solamente al Estado Islámico (que desde el 2014 se convirtió en una amenaza para Europa y Estados Unidos), sino que las consecuencias de sus combates tienen múltiples direcciones que, bien vistas, resultan todas afectando a la población civil.

