El MERIDIANO 82

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Israel y Hamas ¿conflicto sin fin?

Los enfrentamientos entre el gobierno israelí y el grupo islamista radical Hamas parecen no tener fin. Los mediadores que buscan una tregua duradera apoyan a los actores involucrados en el conflicto.

palestina niños-1 afp

Por Maria Cecilia Angulo*, El Cairo

Pese los recientes intentos hechos por los gobiernos de Egipto, Catar, Turquía y los Estados Unidos por frenar la reciente ofensiva militar iniciada por la Fuerza de Defensa Israelí (IDF) en la Franja de Gaza, ha sido evidente el fracaso de negociaciones adelantadas en la ciudad de El Cairo.

Nuevas demandas se han puesto sobre la mesa. Tanto Hamas como la Autoridad Nacional Palestina (ANP) exigen levantar el bloqueo impuesto por Israel y Egipto en Gaza en 2008 que, según organizaciones como Amnistía Internacional y Oxfam, ha asfixiado a cerca de 1.7 millones de palestinos en los últimos seis años. También demandan la liberación de detenidos políticos palestinos y la reconstrucción de la infraestructura destruida en Gaza a causa de los últimos ataques, mientras que Israel exige un desarme total por parte de Hamas.

Es evidente como las demandas de Hamas chocan con los intereses tanto de Israel como de Egipto, quienes se niegan a permitir el flujo de bienes a través de la frontera con el Sinaí, bajo riesgo de un aumento en el  tráfico de armas y el incremento de las actividades ilegales que ello podría conllevar.

Cabe recordar que en la Península del Sinaí se encuentran numerosos grupos islamistas radicales como Ansar Beit al- Maqdis (Seguidores de la Casa de Jerusalén), protagonistas de recientes atentados terroristas que cobraron la vida de civiles y policías en diferentes zonas de Egipto. El gobierno egipcio también teme dichos acercamientos teniendo en cuenta que una de las razones de la persecución en contra de la Hermandad Musulmana en Egipto se debe a los supuestos nexos del destituido presidente Mohamed Morsi y la Hermandad con el grupo islamista Hamas, ambos catalogados como grupos terroristas por Egipto y otros Estados de la región.

Egipto, por su parte, ha criticado fuertemente al movimiento de resistencia islámico Hamas, por su insistente negativa al cese al fuego propuesto por este gobierno en varias ocasiones, mientras que la prensa local egipcia ha iniciado una propaganda negativa en contra de Hamas, revelando la corrupción existente al interior de la organización y creando unanimidad al interior de la sociedad en apoyar la decisión del presidente Al-Sisi de abstenerse de una intervención de facto en favor de los palestinos.

A todo ello se suma la crisis en las relaciones diplomáticas de Egipto con Catar y Turquía, deteriorada luego de la destitución del presidente Morsi, hecho catalogado por ambos gobiernos como un «golpe de estado» y frente al cual Hamas también manifestó descontento. No se puede dejar de lado el encarcelamiento de los periodistas de la cadena de noticias catarí Al-jazeera por parte de las autoridades egipcias, lo que también ha incrementado la tensión entre ambos gobiernos, por lo que es dudoso que se logre un acuerdo entre estos gobiernos sobre la crisis en Palestina.

El fracaso es inminente, las razones son varias y todas giran en torno a un mismo problema: La negociación se está llevando a cabo por actores enfrentados, que poca neutralidad tienen frente al conflicto.

El gobierno de los Estados Unidos y el de Catar apoyan a los poderes involucrados. Fuentes han revelado el apoyo del gobierno Catarí a los líderes de Hamas, muchos de los cuales se encuentran en territorio catarí. Netanyahu, por su lado, cuenta con el apoyo de los Estados Unidos, que recientemente aprobó por unanimidad desembolsar 225 millones de dólares para mantener la ofensiva de Israel en Gaza. Anualmente, Washington destina 3.1 billones de dólares para el fortalecimiento militar israelí. También tiene el apoyo político de  gobiernos europeos como Francia y Reino Unido, que respaldan su derecho a defenderse de sus agresores, por lo que desde el comienzo de la operación “Protective Edge” estos se han abstenido de cualquier acción.

Como fue evidenciado, Egipto tampoco es un actor imparcial, además porque Egipto e Israel son potenciales aliados económicos. Para el gobierno de Al-Sisi, Israel es una pieza clave para salir de la crisis energética por la que atraviesa este Estado árabe, por lo que una enemistad con Israel podría retrasar la recuperación económica de Egipto, exasperar a los egipcios y desembocar en nuevos levantamientos populares.

Así las cosas, desde que iniciaron los enfrentamientos, poco se ha comprometido el gobierno egipcio, salvo a discutir la entrada de heridos palestinos a través de la frontera de Rafah para ser tratados en territorio egipcio. Se estima que desde el inicio de la operación israelí hasta la fecha Egipto ha permitido la entrada de cerca de 200 ciudadanos palestinos para ser tratados en los centros médicos egipcios. La cifra va en aumento y nuevos acuerdos se han discutido sobre la materia.

Sin embargo, el gobierno egipcio se ha mostrado reacio a poner en peligro a su ejército, por lo que una intervención militar por parte de Egipto se descartó desde los inicios. Por su lado, la sociedad civil egipcia se ha manifestado, diferentes organizaciones independientes como el Movimiento 6 de abril, el Partido Revolucionario Socialista ambos actores centrales de la Primavera Árabe en Egipto, han organizado grupos de hasta 500 personas y recolectado más de dos millones de libras egipcias para socorrer a los palestinos. Sin éxito, pues las autoridades egipcias del Norte del Sinaí, no han permitido a los grupos humanitarios atravesar la frontera, so pena de encarcelamiento. Diferentes fuentes del gobierno han insistido en su negativa «de permitir el derramamiento de sangre egipcia» en estos últimos enfrentamientos Hamas-Israel.

Tanto Israel como Hamas se niegan a ceder y suspender los ataques. El más reciente cese al fuego lejos está de ser el resultado del logro de ningún tipo de acuerdo, sino más bien fue una estrategia utilizada por Israel para calmar las críticas de la sociedad internacional y las advertencias del Reino Unido de frenar los apoyos económicos a Israel, mientras que Hamas se ha visto obligado a aceptar la tregua, pues su capacidad económica y militar es limitada y ha sido gravemente afectada por los bombardeos a los túneles que utilizaba para adquirir armas, así como el cierre de la frontera con Egipto de donde igualmente obtenía algunos recursos para mantener la resistencia.

A pesar del escandaloso número de  víctimas que llega a los 1900 palestinos, en su mayoría civiles entre los que se encuentran cientos de niños menores de 10 años, así como 9.830 palestinos heridos, y los hogares, hospitales, centros educativos, acueductos y plantas de energía destruidos por las fuerzas israelíes que han perdido cerca de 67 de sus integrantes, la situación también es preocupante por lo que se avizora una vez finalizada la operación militar.

Según manifestó recientemente por el oficial estadounidense del Pentágono, General Michael Flynn, se espera que no solo Hamas, sino los otros grupos islamistas que habitan en la región, se radicalicen y aumenten los actos violentos en un futuro no muy lejano, por lo que un aumento en la seguridad regional y global es una predicción certera.

No cabe duda que la reacción de Israel ha sido desproporcionada y ha cobrado la vida de un importante número de civiles. El gobierno de la Autoridad Palestina, así como su brazo armado Fatah, al igual que organismos regionales como la Liga de los Estados Árabes e incluso el Consejo de Seguridad de la ONU han mostrado su ineficacia al proteger a la población civil, lo que evidentemente aumentará el apoyo de millones de palestinos a la resistencia que Hamas reivindica frente a la ocupación israelí en Cisjordania, así como el resentimiento que los palestinos sienten con el presidente de la ANP, Mahmud Abbas, por su falta de liderazgo y su indiferencia ante el sufrimiento de su propio pueblo. Cabe entonces preguntarse: ¿podrá Palestina recuperarse física y moralmente de esta agresión?

 

*Bloguera invitada. Politóloga residente en El Cairo.

Foto: AFP

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