La comunidad indígena Ngöbe Bugle, proveniente de Chiriquí (Panamá), atravesó hacia un pueblo cafetero de Panamá sin tener en cuenta las fronteras, pues su territorio se dividía entre ambos lugares. Para tener nacionalidad explícita, la ONU organizó un proyecto en 2014 que ha comenzado a implementarse. Esta es una colaboración de ACNUR.
Por Marcela Rodriguez-Farrelly en Sabalito, UNHCR Costa Rica.
Andrade ha vivido toda su vida en las montañas alrededor del pequeño pueblo costarricense de Sabalito, pero hasta hace muy poco esta madre de 18 años no pertenecía a ningún lugar.
Sus padres, miembros de la comunidad indígena Ngöbe Bugle, nacieron al otro lado de la frontera, en Chiriquí, Panamá, y se mudaron hacia el pueblo cafetalero de Sabalito de adolescentes, como muchos otros miembros de su comunidad. Nunca pensaron en las fronteras ni en las implicaciones legales de cruzarlas, debido a que su territorio ancestral se encuentra en ambos países.
En Sabalito, los padres de Elida trabajaron en plantaciones de café. Era un trabajo estacional, pero como muchos otros de sus compañeros se asentaron en Sabalito y tuvieron una familia con 6 niños y niñas, entre ellos Elida. Pero a pesar de que ella y sus hermanos nacieron en Costa Rica, ninguno de sus nacimientos fue registrado. Con el paso del tiempo, esto tuvo graves consecuencias para ellos y otros niños y niñas indígenas.
“No teníamos ninguna documentación que probara que somos costarricenses y tuvimos grandes dificultades para acceder a nuestros derechos [incluyendo el acceso a la educación y la salud]”, recuerda Elida. Sin embargo, la consecuencia más preocupante de la falta de registro, para ellos, como para otros 1.200 niños y niñas Ngöbe Bugle en Costa Rica, fue que resultó difícil obtener un certificado de nacimiento; y este impedimento los expone al riesgo de apatridia (individuos que carecen de nacionalidad).
Para apoyar a estos jóvenes, la Agencia de la ONU para los Refugiados, junto a socios como el Tribunal Supremo de Elecciones de Costa Rica lanzó un proyecto a finales de 2014 para determinar sus nacionalidad, registrar sus nacimientos y abrir el camino hacia la obtención de la nacionalidad costarricense y los derechos que ello conlleva.
Equipos móviles fueron enviados a más de 2.000 granjas cafeteras en zonas remotas para identificar casos y llevar a cabo los registros. Como resultado, en los primeros cinco meses del proyecto más de 300 niños y niñas indígenas tuvieron su nacionalidad determinada, incluyendo el registro de varias docenas de nacimientos.
Mientras tanto Elida, con el acompañamiento de ACNUR, se registró ante la oficina de Registro Civil de Costa Rica. “Mi registro tardío fue aceptado y recibí mis documentos costarricenses”, dijo Elida, añadiendo que “ese día fue uno de los días más felices de mi vida. Ahora me siento como una costarricense de verdad”. Elida registró también el nacimiento de su hijo de 1 año, Pablo, para que no tuviera la misma experiencia.
Según la constitución de Costa Rica, cualquier persona nacida en el país, sin tener en cuenta la nacionalidad de sus padres, tiene derecho a la ciudadanía bajo el principio legal de jus soli (literalmente, derecho del suelo –la obtención de la nacionalidad sobre la base del lugar de nacimiento, en lugar de la filiación). Las personas nacidas en el país pueden ser registradas como costarricenses por su padre o madre hasta que sean menores de edad o, como Elida, se pueden registrar individualmente, hasta la edad de 25 años.
El caso de la comunidad Ngöbe Bugle es muy complejo debido a que muchos llegaron desde Panamá como parte de su modo tradicional de vida, moviéndose en lo que consideran su territorio ancestral, y luego tuvieron hijos en aisladas plantaciones de café en Costa Rica y nunca registraron los nacimientos. Si lo hubieran hecho, eso habría establecido el lugar de nacimiento, el vínculo de filiación y dado prueba de la edad, además de servir como importante evidencia documental para adquirir la nacionalidad del Estado en el que nació el niño, así como la nacionalidad de los padres.
De vuelta en Sabalito, Elida termina la secundaria y planea su futuro. “Este fue el primer año en el que pude inscribirme con mis propios documentos, y finalmente tendré mi diploma como mis otros compañeros de clase”, dijo.
Ella planea estudiar medicina en la universidad, lo cual era un sueño imposible antes. “Seré el orgullo de mis padres y de mi comunidad. Mientras tanto, promoveré el registro de nacimiento para que todas las personas de mi comunidad puedan acceder a sus derechos. El futuro es nuestro”.