El MERIDIANO 82

Publicado el El meridiano 82

Filipinas, después de la tragedia

Sexta entrega de la colaboración entre el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y El Meridiano 82.

Filipinasss-1

Por Roberto Mignone, representante de Acnur Costa Rica y enviado de emergencia a Filipinas. 

El 8 de noviembre de 2013 un super-tifón, el mayor registrado en la historia, destrozó la región de Visayas en las Filipinas. Vientos a 350 kilómetros por hora causaron miles de muertos y dispersos, afectaron a 14 millones de personas, desplazaron a 4 millones, destruyeron o dañaron un millón y medio de casas, hicieron volar barcos de pescadores, y hasta naves, decenas de metros entre las habitaciones y los árboles…

En Filipinas llamaron este tifón “Yolanda “, ya que los desastres naturales los clasifican por orden alfabético y este fue el desastre numero 26 (entre otros tifones, inundaciones, terremotos ) que golpeó  al país asiático en 2013.  Filipinas es el tercer país al mundo mas afectado por desastres naturales.

La ONU declaró por primera vez un nivel de emergencia L3, el más alto nunca registrado, y la comunidad internacional, agencias de la ONU, ONGs, y ejércitos de países amigos se movilizaron masivamente para apoyar a las autoridades filipinas a responder a esta tragedia.

Cuando llegué, a los pocos días, al corazón de la zona afectada (desde Costa Rica para liderar el Equipo de Emergencias de Acnur), la ciudad de Tacloban parecía haber sido aplastada por una bomba atómica. Los habitantes vagaban como zombies en estado de shock entre los muertos y las ruinas de las que fueron sus vidas antes del desastre.

En esta región afectada, también se desarrolla un conflicto entre la guerrilla del NPA ( Nacional People Army ) y el Ejercito de Filipinas, aunque por la magnitud de la tragedia se declaró un cese al fuego temporal.

En el Equipo de Emergencias de Acnur, conjuntamente con el equipo de Acnur Filipinas, nos organizamos en seis Equipos en el terreno, algunos viviendo y trabajando por meses en carpas en las zonas mas afectadas. El trabajo del Acnur se desarrolló en dos vertientes: por un lado la distribución masiva de artículos de emergencia, como carpas (mas de 10.000), plásticos, kits de cocina, mantas y lámparas solares (muy importantes para la seguridad de niñas y mujeres en la oscuridad).  Se logró distribuir estos artículos a más de medio millón de victimas de este desastre.

La protección de las victimas consistía en asegurar que sus derechos humanos fueran plenamente respetados, que no hubiese discriminación por ser indígenas o por otras razones; que la seguridad, sobre todo de niños, niñas y mujeres fuera fortalecida; que los grupos vulnerables como ancianos, personas con discapacidades, huérfanos, indígenas, comunidades remotas (especialmente en zonas de conflicto), mujeres cabeza de familia, personas desplazadas y otros recibieran la atención especial que necesitan.

Las lecciones aprendidas y la estrategia de protección desarrollada por Acur en Colombia, en donde tuve el privilegio de trabajar 7 años,  fueron un modelo que se aplicó en esta emergencia: se reproducieron elementos como la protección a través de la presencia, especialmente en zonas remotas y de conflicto; la protección especial de las comunidades indígenas; brigadas móviles para entregar documentos a decenas de miles de victimas que los perdieron en el desastre y otras actividades.

También el rol estratégico que juega en la protección la Defensoria del Pueblo (Comisión Nacional de Derechos Humanos, se llama allá) fue una lección aprendida en Colombia. En Filipinas, Acnur apoyó y fortaleció a esta Comisión y le está entregando gradualmente la coordinación de las actividades de protección de todos los actores humanitarios. Varias organizaciones de la ONU y ONGs, coordinadas en el Grupo de Protección, unieron esfuerzos para capacitar a miles de miembros del Ejército, de la Policía y autoridades locales sobre derechos y mecanismos prácticos para proteger a las victimas más vulnerables.

La respuesta humanitaria de emergencia de las autoridades y de la comunidad internacional fue evaluada como muy positiva por varios observadores internacionales y nacionales, aunque las necesidades fueran y son inmensas.

Quedan retos importantes como la reconstrucción y como reinstaurar los medios de vida: 33 millones de plantas de coco fueron destruidas, toma 20 años para regresar al nivel anterior y esta era su fuente de ingresos principal. Los barcos de los pescadores fueron destrozados en su gran mayoría, afectando la segunda fuente de ingreso en la región.

Mientras la ayuda humanitaria de emergencia está reduciéndose, después de seis meses de la tragedia, habrá un vacío grave y largo antes de que las fuentes de ingreso puedan realmente sostener de nuevo a la población, y esto incrementará los riesgos de seguridad, como la criminalidad y el trafico de personas.

Sin embargo la increíble fortaleza, valor y resistencia demostrados por las victimas dejan la esperanza que, con el apoyo de las autoridades nacionales, que también demostraron compromiso y capacidad, complementado por la comunidad internacional, se logre superar esta crisis.

Habiendo regresado a América Latina, después de cuatro meses pasados en el corazón de las zonas afectadas, como todos los que trabajamos en esta emergencia, no podemos ni queremos olvidar las sonrisas valientes de las victimas, su gratitud por el pequeño apoyo que hemos podido brindar, y su determinación en reconstruir sus vidas destrozadas por uno de los mayores desastres naturales de la historia de la humanidad.

 

Comentarios