El MERIDIANO 82

Publicado el El meridiano 82

‘Cuando el ejército israelí demolió la casa de mi familia’

Otra entrega de la colaboración entre Médicos Sin Fronteras (MSF) y El Meridiano 82.

MSf palestine-1Randa, una víctima de la ocupación israelí en Mfaqarain Massafer Yatta,en el sur de  Hebrón, Cisjordania. / Muwaffaq Joulani, MSF

Por Mariam Qabas,  trabajadora psicosocial de MSF.

“Intentaba proteger la casa de mi familia para que no la destruyeran cuando un soldado israelí me apuntó con su pistola. Para defenderme, le aparté. Me acusaron de intentar matar al soldado”.  Randa* empezó así su historia, mirando inquieta a su alrededor. Pidió un lugar seguro donde los niños puedan vivir en paz.

Randa tiene 24 años y vive en una zona llamada Mfaqarain Massafer Yatta, en el sur de  Hebrón. Mfaqara es uno de los pueblos considerados zona militar por el ejército de Israel,  por lo que podría ser demolido.

“Estaba durmiendo cuando el ejército de Israel vino a destrozar la casa de mis padres. Pidieron a toda la familia que saliera. Uno de los soldados me apuntó con su pistola para asustarme. Le empujé y le grité que era la casa de mis padres, donde habíamos vivido durante los últimos 25 años y que no debían demolerla. Los soldados me tiraron gas en la cara y perdí el conocimiento. Me subieron al jeep militar y no dejaron que mi padre y mis  hermanos estuvieran conmigo. Al mismo tiempo, los otros soldados empezaron a demoler la casa frente a mi familia.

Primero me llevaron a la cárcel de Atsyiun y después a El Maskubia para interrogarme. Pasaron tres días hasta que me llevaron al juzgado. A mi familia le pidieron 5.000 shekels israelíes (€1,100) para dejarme en libertad. Después de 10 días en la cárcel me dejaron salir con la condición de que no volvería a Mfaqara por un periodo de tres años y que no participaría en ninguna manifestación o actividades contra el ejército de Israel.

Estar detenida afecta la reputación de una niña palestina que vive en el sur de Hebrón. Nadie querrá casarse con ella en nuestra tradición. Por ello, estaba muy afectada por este incidente. No salía, no podría dormir y estaba furiosa conmigo misma.

Y fue cuando conocí al trabajador social de MSF y  empecé a ver un psicólogo, que me ha ayudado a recuperar la confianza en mí misma, y me ha enseñado como sobreponerme a los efectos psicológicos que estaba sufriendo tras el incidente.

Decidí acabar mis estudios en trabajo social y ahora trabajo con estudiantes en la escuela de Tawny. Participé en una formación de MSF para líderes de la comunidad. He aprendido muchas cosas en este curso: cómo mejorar mis habilidades de comunicación, cómo mantenerme tranquila, cómo buscar personas afectadas en la comunidad. Sé cómo darles ayuda psicológica de urgencia si sufren un incidente y dónde referirlos si necesitan más asistencia social. Soy feliz.”

Así terminó Randa de contar su historia. Con una amplia sonrisa y con la firme esperanza de que pueda cambiar cosas en su comunidad, está preparada para avanzar hacia la paz.

*El nombre es ficticio para proteger la privacidad del paciente.

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