El siguiente es un testimmonio de un exmiembro del Opus Dei, que fue incluido en el documento presentado por organizaciones defensoras de víctimas de curas pederastas ante el Comité de la ONU contra la Tortura.
Por Tommaso Dell’Era
Mi nombre es Tommaso Dell’Era, soy profesor contratado y doctor de Filosofía Política en una universidad estatal de Italia. He “experimentado” abusos sexuales por parte de familiares (a una edad muy temprana) y del clero (entre los 11 y los 18 años, por diferentes perpetradores). Ya no soy cristiano y, por supuesto, ya no soy miembro institucional de la Iglesia Católica. Quisiera esbozar brevemente el Opus Dei – lo que es y lo que hace (según mi experiencia y otros testimonios). Yo fui miembro del Opus Dei desde 1984 hasta 1993, a partir de los 14 años y medio hasta los veintitrés, en Italia. El Opus Dei es una organización sectaria y totalitaria, estructurada como una sociedad secreta del siglo XVIII o XIX. Hay varias categorías – y niveles – diferentes de miembros, y el conocimiento de estos sobre la organización y su poder dentro de ella dependen de su grado: cuanto más alto sea, más uno conoce y más poder posee.
Existen las llamadas “publicaciones y documentos internos” (producidos por la imprenta de la organización que se encuentra en una propiedad “extraterritorial”). Estas publicaciones ofrecen la constitución y reglamentos internos para el Opus Dei – y estos son completamente diferentes de los estatutos publicados oficialmente que las personas interesadas fuera de la organización pueden consultar. Si nos fijamos en los diferentes roles dentro del Opus Dei: desde la base están los Cooperantes – estos no son de hecho miembros del Opus Dei, simplemente se limitan a dar dinero y sus oraciones. Supernumerarios: representan alrededor del 70% de los miembros del Opus Dei -hombres y mujeres casados que tienen carreras seculares y llevan vidas de familia tradicional. Asociados: son personas solteras y célibes que viven en su casa paterna. Numerarios: son alrededor del 20% del total de miembros – deben ser solteros y desde la edad de 18 años tienen que vivir en uno de los centros del Opus Dei.
Hay varios niveles diferentes entre los numerarios laicos y los sacerdotes del Opus Dei. Los niveles más altos son quienes – en términos prácticos y espirituales – gobiernan la propia organización. Dentro de ambos hay un pequeño número de individuos poderosos – miembros “Inscritos” – que se encargan de elegir al Prelado –el más alto oficial del Opus Dei, que es siempre un miembro del sacerdocio. Los miembros Inscritos son esos pocos selectos funcionarios – sólo un puñado en cada país – que conocen los secretos de la organización en su país e internacionalmente. Cuando un joven católico entra al Opus Dei a la edad de 14 años y medio, él o ella es un Aspirante: es decir, no es jurídicamente un miembro de la organización (el derecho canónico prohíbe el reclutamiento de menores de edad), pero uno que aspira a serlo. Sin embargo, su vida dentro del Opus Dei es la misma que la de los Numerarios excepto porque viven en el hogar familiar. Este estatus de Aspirante significa que el Opus Dei es capaz de esquivar una legislación que prohíbe a los menores la membresía de su organización.
La membresía femenina está estructurada de manera similar, pero las mujeres miembros de la organización tienen poderes mucho más limitados. Son miembros que llevan a cabo tareas de limpieza y de cocina en los centros del Opus Dei: es el papel de las Numerarias Auxiliares. Los miembros femeninos del Opus Dei están sometidos a la discriminación institucional (no tienen derecho al voto), de clase, cultural y laboral (en cuanto a las Numerarias Auxiliares). Esta estructura androcéntrica de la organización es un reflejo directo de la sociedad española en la década de 1920, cuando se fundó el Opus Dei.
Entonces, ¿cómo es que una persona joven – de 14 años y medio- viene a entrar en el Opus Dei? Obviamente cada caso es diferente. Yo vengo de una familia católica-comunista, que no es inusual en Italia. Como cada Aspirante, mi preparación para el Opus Dei había comenzado mucho antes – a la edad de 11 años. Un potencial Aspirante primero es asignado a un adulto laico miembro de la organización y, posteriormente, a un sacerdote. Durante estos periodos de tres-tres años y medio, más o menos, el joven es “preparado” para que él o ella esté listo para convertirse en un Aspirante a sus 14 años y medio. No hace falta decir que para los adolescentes este período en el que el Opus Dei prepara a sus futuros miembros es uno en el que son profundamente vulnerables – psicológicamente, emocionalmente y físicamente. Quizás el más importante -y perjudicial- elemento de este proceso de preparación es que el niño es gradual pero inexorablemente aislado y alienado de los jóvenes de la misma edad. Ese es su propósito.
El mensaje dado por el Opus Dei a estos jóvenes es: si te unes a nosotros, te conviertes en una persona santa, haciendo el bien y viviendo una vida plenamente cristiana dentro de la comunidad. Es una mentira. Porque a partir de los 14 años y medio le explican que ya no debe ir a fiestas, al cine o al estadio de fútbol: usted ya no debe hacer todas esas cosas que hacen los jóvenes normales a esa edad. El objetivo de este procedimiento de preparación es doble: aislar al joven de su entorno normal y comenzar el adoctrinamiento. ¿Cómo lo hacen? Con presión psicológica que explota los sentimientos religiosos de los jóvenes. Casi todos ellos han crecido en familias donde la tradición católica está fuertemente arraigada y sentida. Cada semana nosotros estábamos obligados a tener una reunión (llamada simplemente una charla o conversación) con el miembro adulto laico al que nos habían asignado, y otra con un sacerdote. Estábamos obligados a confesarnos solamente con un sacerdote perteneciente al Opus Dei. También éramos persuadidos a revelar y discutir nuestras confesiones durante la ‘conversación’. De esta manera no podía haber secretos – y se hace aún más fácil que los jóvenes sean manipulados. Para todos los jóvenes – los sometidos a la preparación antes de ingresar en el Opus Dei y los Aspirantes – se abre un archivo que registra sus detalles más íntimos. También se incluyen en estos archivos los detalles financieros y sociales sobre sus familias.
La obediencia es esencial: cualquier pedido de un miembro adulto responsable de la formación espiritual se considera una expresión directa de la voluntad de Dios. Está prohibido hablar de cualquier parte del proceso de la educación con tu familia. El aislamiento y el chantaje emocional significan que la manipulación y el control de estos jóvenes es casi total. Otra forma en que se desarrolla el control de estos niños (para niños siempre se entienden aquí los adolescentes) es asegurándose de que su programa diario intensivo deje poco tiempo para la reflexión y la reflexión independiente. Hay obligaciones espirituales: cada uno de nosotros tenía que seguir lo que se llamaba un ” Plan de Vida “: cada día comenzaba con una sesión de media hora de oración ante un sacerdote, seguida por la misa. Esto era antes de ir a la escuela, lo que significaba que tenías que levantarte a las cinco y media o las seis en punto, de acuerdo a tu programa individual. Había una larga lista de estas obligaciones espirituales a lo largo del día. Los niños también se mantienen ocupados con deberes prácticos , físicos – por ejemplo, el mantenimiento diario de los centros del Opus Dei – y con el proselitismo – tratando de encontrar y convencer a nuevos adeptos a unirse a la organización. Está claro que un adolescente que sigue un programa diario tan implacable, intensivo y regimentado, simplemente no tiene tiempo para pensar en lo que él o ella está haciendo.
Otro elemento clave en este período de adoctrinamiento para los jóvenes podría mejor ser descrito como un programa de abuso psicológico sistemático. Esto incluye la mortificación física para el niño. La auto-mortificación siempre se ha practicado dentro de la iglesia católica. Desde la edad de 16 años y medio los Aspirantes son instruidos para iniciar el uso de una serie de instrumentos de auto- mortificación. Uno de los primeros en ser empleado es el cilicio: una cadena de hierro con pequeños clavos. Se envuelve alrededor del muslo y se usa durante dos horas al día. Esto deja marcas en el cuerpo que permanecen durante muchos años después de que la práctica se ha detenido. Otro instrumento de uso común para la auto- mortificación es un azote de cuerda annudada; su nombre describe de manera elocuente su propósito – es llamado una disciplina: los Aspirantes son instruidos para acostumbrarse a azotarse a sí mismos en las nalgas una vez a la semana. Quizás uno podría preguntarse por qué los jóvenes se ven obligados a llevar a cabo estas prácticas. El objetivo es muy simple: no sólo sirven para reprimir a toda una gama de emociones -no sólo sexuales-, sino también para instalar en el niño un profundo sentido de desprecio de sí mismo. La baja autoestima hace que el niño sea mucho más maleable y fácil de manipular. El niño está obligado a someterse “voluntariamente” a estas prácticas. La obediencia al espíritu del Opus Dei – y por lo tanto al espíritu de Dios- es fundamental. Los apologistas del Opus Dei han afirmado que estas prácticas de auto-mortificación para los menores de edad son una cosa del pasado. Es una mentira. Yo me fui en 1993 y aún eran generalizadas. Sabemos que aún están en marcha, incluso ahora. Los instrumentos de auto-mortificación se mantienen dentro de los centros del Opus Dei. Los jóvenes tienen prohibido llevarlos a sus casas. Parte de los miembros femeninos está obligada a practicar otro tipo de auto- mortificación, además de aquellas prescritas para los varones.
Eso no es todo. El abuso farmacológico sistemático de menores de edad también es un lugar común. Esto ocurre si un niño sufre períodos de “crisis ” o rebelión o simplemente es presa de trastornos- ya sea físicos o mentales de cualquier tipo. Una de las causas más comunes para el uso de drogas (en el sentido de medicamentos recetados sin necesidad y utilizados por otros propósitos) son los trastornos del sueño. Miembros del Opus Dei menores de edad y adultos (sólo Aspirantes y Numerarios varones y mujeres) tienen prohibido consultar a un médico, a menos que estén acompañados por un miembro adulto. Con frecuencia, los propios médicos son miembros de la organización. Con demasiada frecuencia, su primera reacción cuando se encuentran con un niño que sufre trastornos es prescribir tranquilizantes o antidepresivos de algún tipo. En mi experiencia personal en torno al 60 % de los jóvenes Aspirantes se sometieron a este tipo de tratamiento. A mí me recetaron medicamentos tanto cuando era menor de edad como después de haber alcanzado los 18 años. Funcionarios del Opus Dei decidieron que yo estaba sufriendo de depresión. De hecho no tenía nada más serio que una tenia, pero el médico – que por cierto era un gastroenterólogo- me recetó una serie de antidepresivos. Después, cuando me fui del Opus Dei , el mismo médico se negó a entregar mis registros médicos.
Esto es sólo un esbozo general de algunos de los métodos utilizados en los aspirantes jóvenes del Opus Dei – y ofrece una explicación de por qué las personas se mantienen dentro de la organización, al menos durante un periodo de tiempo determinado. Antes de terminar, me gustaría hacer dos observaciones. En primer lugar, la forma en que el Opus Dei reacciona a denuncias de este tipo. Es simple: con silencio y mentiras. Mentiras dirigidas a desacreditar a todos aquellos que se atreven a denunciar y revelar sus prácticas. Su respuesta habitual es describir a cualquier persona que haga las denuncias públicas como psicológicamente inestable. Otra defensa es alegar que ciertas prácticas pueden haber tenido lugar en el pasado, pero ya no ocurren. No es cierto, por lo que yo sé, y para la mayor parte de estas “prácticas”. Si tratamos de entender por qué estas prácticas continúan hasta hoy un concepto debe estar claro. El Opus Dei es una institución de la Iglesia Católica, aprobada en diferentes niveles y periodos por varios papas, oficialmente y definitivamente por Juan Pablo II. Hay, sin duda, muchas personas buenas y sinceras dentro de la iglesia católica – no sugeriría lo contrario. Pero la iglesia católica como institución política es una teocracia medieval gobernada por una casta de hombres. Estos hombres, en contraste con la propaganda de la propia iglesia, no admiten la posibilidad de ejercer libremente los derechos humanos dentro de la institución que controlan.
Foto: EFE
El meridiano 82
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