Muchos recordamos el juego infantil de la gallina ciega donde, con los ojos tapados y un palo en la mano, debíamos golpear una olla de barro llena de confites. Era, literalmente, dar palos de ciego para romper la olla y quedarnos con los dulces. En la vida adulta, a veces se viven experiencias semejantes y ahora lo estamos viviendo en Colombia, con el gobierno de Petro. Quisiéramos escribir sobre otro tema, pero él, habilidosamente, nos lo impide; sin duda, una de las cosas que más le gusta en la vida nuestro presidente, es armar revuelo para mantenerse en escena.
Soy de los que creo que, en medio del barullo, de los desplantes y odios que hace y manifiesta, un punto en el que se parece a Trump, Petro dice cosas, esboza análisis que en ocasiones son valiosos, pero no le interesa su posible discusión y aplicación, sino el bochinche que arma. El planteamiento que hace hoy, mañana lo olvida y de él solo quedan, alboroto e incertidumbre. Su presidencia ya entra en el año final y nos vamos a quedar sin resultados de su administración y sin
entender lo que pretendía hacer como gobernante ¿Será que todo el ruido, peleas e insultos, que han ido en aumento, hacen parte de su estrategia electoral? Vaya una a saber.
Lo claro es que sigue gobernando como si jugara gallina ciega, dando palazos a diestra y siniestra, sin darle a los temas, a las necesidades del país. Con sus propuestas, salidas de la nada como la constituyente o la consulta popular o abrir embajada en Praga, República Checa, como si no tuviera asuntos graves y urgentes para atender y sobrara la plata. La suya es “una agenda al minuto” para satisfacer el último capricho del gobernante (nuevamente, cualquier parecido con
Trump, no es mera coincidencia, aunque este tiene el control del Congreso y Petro no). Inventa temas y proyectos para distraer la atención, como quien le echa comida a las fieras para quedar con las manos libres para hacer lo que quiera. Salvo un milagro, estos meses finales de su gobierno serán más de lo mismo y con la fuerza política que lo respalda, el recién conformado partido, El
Pacto Histórico, con su bello nombre, la meterán toda para acrecentar y fortalecer su presencia en el próximo Congreso, pues Presidencia no repetirán. El nuevo gobierno en 2026, no puede pisar la cáscara de la confrontación y la polarización. Tiene que proponer una gestión despojada de sectarismo, que convoque a todos los colombianos que quieren, no el regreso al pasado, sino avanzar hacia un futuro posible, si todos le metemos el hombro. No hay personas salvadoras,
mesiánicas, sino un compromiso ciudadano colectivo, con un trabajo serio y el toque de grandeza de jugarse por un país mejor, digno y justo. Puede sonar a vacía expresión de campaña, pero es lo que millones de colombianos tenemos en el corazón. Con otros cuatro años de desgobierno, Colombia se declararía en emergencia.

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