A finales de los noventas, Adam Doll, el bajista original de The Dillinger Escape Plan iba manejando su carro. El grupo había terminado de grabar su primer álbum, Calculating Infinity. La portada del álbum tiene la foto de lo que parecen ser componentes metálicos de alguna máquina (si alguien me puede decir qué es, se lo agradecería). El caso es que la foto tiene este aire industrial. Un aire industrial que no es el tema o el género del grupo, pero que igual parece estar siempre rondando, sobre todo en cuanto a una relación fructífera con Nine Inch Nails.
La máquina, la tecnología, las fábricas, las matemáticas. En sí, el grupo tiene el encanto de lo técnico, de una perfección casi tecnológica en cuanto a su estilo.
Así que Adam Doll va en su propia máquina. Quién sabe a dónde iba. En el Internet no hay información. No dice en ningún artículo qué carro tenía, no dice la velocidad a la que iba. Tampoco dice lo que estaba haciendo, si iba acompañado. No dice nada.
El tipo baja la cabeza para sacar un cd del reproductor del carro. De pronto, mientras no mira, seguramente, un camión u otro carro lo estrella de frente. Lo que se dice es que no fue un accidente grave. O no lo hubiera sido, por lo menos. Y, sin embargo, como Doll se agachó, la presión causó una pequeña fractura en la columna.
Doll quedó paralizado completamente del cuello para abajo. La consecuencia: Doll no pudo volver a tocar el bajo, obviamente. Y claro, su pertenencia al grupo también quedo anulada.
Hay cierta fascinación en la historia. J.G. Ballard escribió varias escenas acerca de la excitación sexual producida por los accidentes de carros. Para Ballard, estas catástrofes implicaban el consumo, la celebridad y el arte. Todo en uno. El deseo de la violencia y de la unión final con la máquina. En parte son cuestiones que atañen al rock en general.
Doll hizo algunos aportes en cuanto a composición y samples para el álbum Irony Is a Dead Scene. De resto no hay más información. El internet es insuficiente.