WWF, CMLL, Smackdown. Para muchos estos nombres pueden sonar familiares. La lucha libre, aunque ya aplastada bajo el culo de la UFC, y las luchas de artes marciales mixtas, sigue siendo atractiva. Ha sido dejada de lado, sobre todo, porque se ha evaluado erróneamente. Como todos es actuado, entonces se dice que no es un evento con gracia. Claro, se ha evaluado erróneamente porque se lo ha tomado como un deporte y no como una escenificación. Si la lucha libre se viera como una obra de teatro se podría apreciar más. Pues todo en ella es simbólico, incluso la violencia, falsificada y llevada hasta lo absurdo por la diversión, y en ciertos casos por la identificación del público con el personaje.
Mi teoría de esta entrada es la siguiente: el pogo -y sobre todo el pogo de rock al parque- esta en la mitad entre la UFC y la WWF. ¿Cuantas veces hemos visto la siguiente escena? Un tipo de pelo largo o calvo, más o menos delgado y sin camisa que está sangrando y sonriendo. Como tiene la boca abierta, los dientes se le han llenado de sangre. Su rostro es un signo confuso que no se concreta. Está feliz, dichoso, se diría, pero como la sonrisa está llena de sangre, también se puede presentir cierto dolor, así sólo sea físico.
En la UFC puede suceder lo de la sangre. Todo es más serio e incluso más real e irrepresentable. La sangre es fría, concreta, ha sido producto de una herida real. La sonrisa, en cambio, como está sobre la sangre, parece más del dominio de la actuación y de la lucha libre. Es una representación de algo que parece fuera de lo común.
Pero, por sobre todas las cosas, lo que más contrasta con la sangre es el modo de jerarquía que se da en el pogo. Esta no es una lucha común y corriente. En el pogo no hay ganadores ni perdedores. Si alguien cae al suelo, inmediatamente se le recoge. Todo el mundo está a este nivel que confiere la violencia. La sangre es real, la jerarquía se representa cuando se borra. No hay jerarquías, sólo sangre, concreta y real sobre el rostro y el asfalto.