¿”Vida, máximo respeto”?, ¿“Naturaleza rock, naturaleza viva”?, ¿”La fuerza de la diversidad”? Estos son los lemas de nuestro festival. Lemas que tienen dos componentes visibles. El componente cívico, respetuoso, democrático, y el componente “juvenil”. Siempre tratan una relación extraña entre la naturaleza y la humanidad, o entre la política y los individuos. Estos afiches son especialmente institucionales, pero siempre se quieren salir de ahí. Son absolutamente democráticos en este sentido; la institución que representan se basa en la gente, se basa en la fuga de la institución.
No muy democrático fue el proceso de este año. Como en cada edición, se produjo una convocatoria para los diseñadores del distrito. Se tenía que enviar una propuesta y los mejores diseños ganaban. El festival anulo la convocatoria, argumentando que los diseños (¿ninguno?, ¿en serio?) cumplía con los lineamientos del concurso. Entonces los diseñadores “rescatables”, tuvieron que trabajar con diseñadores de más renombre, reconocidos ya institucionalmente.
Ahora, si este fue un absurdo caso en el que nadie, absolutamente nadie, siguió las reglas del juego, debió ser por algo. El proceso, que era democrático y que debía aceptar las reglas de la gente, de pronto se volvió algo autoritario. Debió haber alguna razón, alguna equivocación técnica que se propuso desde la organización del festival y que ninguno de los participantes estaba dispuesto a cumplir.
El afiche resultante no está mal. Del corazón de un hombre salen varios cables que reemplazan a sus venas. En este afiche se abandona una temática común de los anteriores afiches, en los que la naturaleza se vincula al hombre o a las invenciones del hombre. El rostro de un hombre se transforma en una flor, las clavijas de un bajo son ahora tréboles y de la cabeza de un hombre sale un bosque. El nuevo afiche es un corazón (de un hombre), del que sale una invención del hombre. Debemos preguntarnos por este cambio. ¿Por qué se desplaza el contenido de la naturaleza?, ¿dónde quedaron los arbolitos, las florecitas, el oso yogui?
Si todos tuviéramos un corazón así nos podríamos conectar. Quizás esta es la teoría detrás del afiche. La música conecta personas, mundos.
No, demasiado cursi. Demasiado correcto. Imagine que está entre el público. Hace calor y frío a la vez. ¿Conoce la sensación? Es una sensación típicamente bogotana. La puede sentir, por ejemplo, cuando llueve y se mete a un bus a las 6 de la tarde. Creo que ya saben a lo que me refiero.
El caso es que usted está allí. Ha comido basura todo el día y ya está cansado. De prontos siente que su corazón está funcionando de manera anormal. Se toca y descubre que tiene taquicardia. Bien. Lo que faltaba.
Este es posiblemente el símbolo, una descarga tremenda de cosas al corazón. Los cables pueden ser el símbolo de esa energía que le llega en todo momento. La música conecta. No necesariamente para el bien de su salud… por supuesto.
Pero bueno… el rock no es, ni nunca ha sido saludable. Otro tema es la democracia.