El invitado

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Filbo 2012: Instantáneas, adquisiciones maniáticas y desesperación crematística

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Libros comprados filbo 2012

Fotos: Pabellón Brasil, Recorte en un stand de promociones, Catalina Holguín y Jonathan Safran Foer, Sábado por la noche, 34.000 visitantes en un día, Recorte en una pared, Clarice Lispector en exposición, Libros comprados durante la Feria.

Y aquí nos despedimos. La nota que pensaba dedicar a Fernando Vallejo aun demorará, porque el aforo se llenó de fanáticos y no pude entrar. La fauna que convoca Vallejo es de miedo. Uno no sabe si van a verlo porque lo aman o porque lo odian, pero otra vez se salvó de que alguno se enloquezca y lo cribe a tiros. La escribiré cuando lea su nuevo libro (y !ay! de que no me guste, Vallejo) en el blog de marras. Terminé excediéndome otra vez en la compra, sobretodo porque hallé maravillas:

El secreto de Joe Gould , Joseph Mitchell, Quinteto/Anagrama

El castillo de los destinos cruzados, Italo Calvino (Librerías Fausto, traducido por Aurora Bernárdez)

Marca de agua, Joseph Brodsky (La pequeña biblioteca, Norma)

La desaparición de Majorana, Leonardo Sciascia (Tusquets)

Joyce, Biografía por Edna O’brien (Mondadori, Libro antiguo)

El pasajero en Galicia, Álvaro Qunqueiro (Tusquets)

José Martí en Los Estados Unidos, Periodismo de 1881 a 1892 (Universidad de Antioquia)

Boris Vian, Biografía por Jean Clouzet, (Ediciones Jucar, Libro Antiguo)

La imagen del sexo en la Antigüedad, varios autores (Los 5 sentidos, Tusquets)

La canción del péndulo, Joseph Brodsky (Versal, Libro antiguo)

Y aquí los incios de cada uno:

James Bond y Boris Vian…][

Hace ya muchas lunas el dólar valía 870 liras y yo tenía treinta y dos años. Sobre el globo también pesaban dos mil millones menos de almas, y el bar en la stazione adonde había llegado esa fría noche de diciembre estaba vacío. Yo estaba de pie esperando a la única persona conocida en la ciudad que iba a esperarme. Estaba bastante retrasada. ][

Había una vez un hombre que iba por un camino en Dublín y se dio a sí mismo el nombre de Dédalo el Hechicero, contructor de laberintos y artífice de las alas para Ícaro, que voló tan cerca del sol que se cayó en las profundidades de un mundo de palabras, de las «epifanías» de su juventud a las «epistomadologías» de sus últimos años…][

Excelentísimo señor: Le ruego que reciba y escuche al señor Salvatore Majorana, que ha de conferenciar con usted sobre el desgraciado caso de su hermano, el profesor desaparecido. ][

Crucé un destartalado puente levadizo, me apeé de mi cabalgadura en un patio oscuro, palafrenenros silenciosos se hicieron cargo de mi caballo. Me faltaba el aliento; las piernas apenas me sostenían: desde que había entrado en el bosque habían sido tales las pruebas por las que pasé, los encuentros, las apariciones, los duelos, que no conseguía poner orden en mis movimientos ni en mis ideas. ][

¿Quién no se ha sentido alguna vez subyugado por la irresitible atracción que ciertas personas de «epigamia» notable, generalmente miembros del otro sexo, generan en nosotros? ¿Quiénes, de los que han intentado racionalizar tan sorprendente impulso, no se han sentido confusos a la hora de aprehender los entresijos y desencadenantes de semejante proceso? ][

Joe Gould era un extraño hombrecito sin dinero ni empleo que en 1916 llegó a la ciudad y entre fintas y tretas resistió con toda la firmeza posible durante cuarenta y cinco años. Era miebro de una de las familias más antiguas de Nueva Inglaterra («Los Gould ya eran los Gould», solía decir, «cuando los Cabot y los Lowell aun recogían almejas»), había nacido y se había criado en una ciudad cercana a Boston, donde su padre era vecino prominente, y había ido a Harvard, como el padre y el abuelo, pero aseguraba que antes de llegar a Nueva York siempre se había sentido fuera de lugar[] «Donde siempre me he sentido en casa es en Nueva York, con los chalados, los proscritos, los marginados, los náufragos, los eclipsados, los malogrados, las eternas promesas, los desgraciados, los impotentes y los sabe Dios qué»][

Cuando yo fui por primera vez a la taberna de Póngalas, Póngalas ya era don José, ya habían ido a beber al mostrador una noche de noviembre las Benditas Animas, y por uno de esos insondables misterios de la política Gallega -de los que Pepe Benito era Merlín- había sido don José concejal ciervista en el propio Mondoñedo, y ya se había casado por tercera vez. La tercera coyunda de don José fue sonada. Ya estaban hechas las empanadas, rezumaban natilla las cañas de la Lancera -el sursum cordan de la repostería mindoniense-, humeaba el lacón en los manteles y los pollos se ofrecían a la boca, cuando a la futura suegra se le ocurrió dar su alma a Dios. ][

Señor Director de La opinión Nacional: Tal es el acontecimiento que absorbe aquí toda la atención, y tales pudieran ser las consecuencias que de él se derivasen, que ni la presencia del famoso nihilista Leo Hartmann en Nueva York, ni la energía con que el partido democrático se prepara para las próximas elecciones, ni el movimiento anticipado del comercio en otoño que ha comenzado ya desde el verano, -ni las peculiaridades curiosas de este pueblo en la terrible estación que atravesamos,- son bastante a distraer los ánimos de aquel capital asunto, que les interesa, preocupa y alarma a todos: la vida, del Presidente][

Cuando el padre se enteró de que su hija se disponía a publicar una selección de poemas propios en una revista de San Petersburgo, la llamó y le dijo que, aunque él nada tenía en contra de que escribiera poesía, había de rogarle que «no mancillara un nombre digno y respetable» y que utilizara un seudónimo. La hija accedió y así fue como «Anna Ajmatova» hizo su entrada en la literatura rusa en lugar de Anna Gorenko. ][

Total estimado: cien mil pesos.

Creo que exageré, otra vez.

La literatura sabrá agradecer.

Stanislaus Bhor* Blogger invitado http://www.unahogueraparaqueardagoya.blogspot.com/

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