Ya sabes que el beso es un instrumento clave en la escena sexual, de hecho la comunicación olfativa, gustativa y táctil que lo caracteriza es determinante: produce atracción o rechazo, marcando el camino hacia niveles crecientes de placer o, quizás, sea la crónica de una muerte anunciada.
Es por eso que besar no es tan solo un “preliminar” del acto sexual, sino que de por sí ya es parte del mismo y, sin querer ser fundamentalista y al decir de muchas personas, entiendo que a veces es más importante y placentero que el mismo acto sexual.
Algunos aspectos del beso van más allá de lo que tú puedes controlar. Por ejemplo tu olor corporal característico, ese que no depende de la higiene ni de los perfumes, es más o menos compatible con las “expectativas olfativas” del otro. Y si tu olor no le atrae, entonces no hay mucho que hacer. Pero hay cosas que sí puedes controlar, y tu misma experiencia y los conocimientos aprendidos te marcarán el camino hacia un beso placentero y excitante.
En otro artículo me ocupé de los “buenos besos” y de darte tips para besar, por eso ahora prefiero enfocarme en aquello que debes evitar si no quieres quedarte en el camino y pasar al cajón del olvido. Vas a ver entonces cuáles son los enemigos del beso.
-El cigarrillo, el alcohol y ciertos alimentos –como ajo y cebolla- son letales, por el mal aliento que producen. Su efecto negativo se atenúa si tu pareja también fumó, bebió o consumió esas comidas. Pero a veces no hay pasta de dientes ni pastillas que alcancen, y será difícil remontar esa sensación de desagrado. La mujer es especialmente sensible a los olores y sabores, y puede ser un esfuerzo sobrenatural que logres concentrarte en el placer en esas circunstancias desfavorables.
-La barba. Obviamente esto va dirigido a los hombres. Cuando no te afeitas dos o tres días, esa barba “filosa” puede raspar, arder y dañar la piel de tu pareja. Además en momentos marcados por la excitación es poco probable que te frenes o que te fijes si tu barba produce este tipo de efectos, por eso mejor una buena afeitada a diario o antes del encuentro sexual. Sino recién te vas a dar cuenta cuando repares en que la piel de su cara tiene el color de un tomate.
-La saliva. Todo tiene su momento, y cuando aún no se encendió el piloto sexual –especialmente en las mujeres- la saliva tiende a producir más rechazo que atracción. Si te gustan los besos profundos, serán más placenteros para ambos en un momento más avanzado, cuando el termómetro marque una temperatura más alta.
-La torpeza. Morder un poquito más fuerte de lo deseado, chocar los dientes unos contra otros, abrir y cerrar la boca con desesperación… el beso requiere de tacto y delicadeza para cumplir con su cometido: la circulación del placer.
-La monotonía. El beso es un acto creativo, dadas las posibilidades de estimulación que tienes con los labios, la lengua y los dientes. No dejes de variar la intensidad, el ritmo, el tipo de beso, y además combina con caricias, miradas, acercamientos, alejamientos, roces, palabras. Besar es un arte, y en ti está el aprovechar sus potencialidades.
Ahora sí: labios a la obra. Que disfrutes del beso, la promesa más dulce que puedes hacerle a tu pareja.
Para completar la información, te invito a que veas la entrevista que me realizó recientemente Ismael Cala para CNN en Español, hablando precisamente sobre los besos, mi monólogo «Confesiones de un Besólogo» y mi libro «El erotismo infinito».