En mi más reciente libro «El placer de Seducir» me ocupo de las llamadas «Escuelas de seducción». En general sus promotores son hombres muy acomplejados, machistas y misóginos, que hacen del cortejo un acto de cuasi-terrorismo. «Vamos por la presa», «todos los días debes tener una distinta», «cuanto antes te la lleves a la cama más hombre eres», son algunas de las frases que se escuchan o leen a menudo. Sus seguidores en general son hombres necesitados de levantar su autoestima y de tener sexo al menos un poco más de una vez al año. Es decir que no constituyen una masa crítica precisamente. Se reduce el acercamiento a unas cuantas reglas y fórmulas que además funcionan con mujeres necesitadas de afecto, ternura y atención, las que por su condición emocional pueden ser más vulnerables y menos críticas.
Investigando a estos sujetos, me encontré días pasados con una noticia que es el colmo, la versión más extrema de estos pobres tipos. Julien Blanc, a quien se suele llamar como «el hombre más odiado del mundo» -aunque creo que tampoco se le debería dar tanta importancia-, está en todos los medios, especialmente escritos. Sus métodos insólitos para ligar mujeres, los cuales además bordean los límites de la ofensa sexual, han llevado a miles de personas a firmar una petición para que no se le permita el ingreso a varios países. Aquí vas a encontrar más información
Precisamente en «El placer de seducir» abordo un tema al que poco se ha aludido: la ética sexual. Considerando este punto, debes hacerte ante todo una pregunta: ¿Para qué seduces? Todos seducimos en diferentes ámbitos, a distintas personas, y los objetivos varían. Pero especialmente cuando se trata de un acercamiento que involucra a la sexualidad y al afecto, siempre piensa que hay alguien del otro lado con sentimientos, y que tiene derecho a conocer cuáles son tus intenciones reales como para poder elegir de verdad.
Volviendo a las «Escuelas de seducción», hace poco estaba viendo un video de unos españoles que se dedican a entrenar a hombres que se consideran poco expertos en estos temas. En su discurso -que decía muchas cosas y a la vez no decía nada- uno de los jóvenes afirmaba, «te enseñaremos a tocar las emociones de una mujer, y así conquistarás a quien quieras. Es más, hasta puedes estar con una chica distinta cada día de la semana». ¿Qué te parece? Movilizar emocionalmente a una mujer, así llamas su atención. Crear la expectativa de que eres el hombre que ella quiere a su lado, para compartir diferentes espacios en su vida, con una proyección juntos. Y luego de unos cuantos movimientos entre las sábanas, desapareces de su vida como si fueras un ilusionista. No me parece justo.
No te estoy diciendo que debes firmar un contrato especificando cada una de tus intenciones. Tampoco pienso que todo es tan rígido. De hecho, ¿Cuántas veces pasa que alguien te gusta solo para revolcarte en la cama, y te terminas enamorando? O al revés, el enamoramiento se esfuma en unos instantes pero queda una química genial entre los dos. Pero sí sabes lo que sientes en este momento, qué intereses te movilizan, qué esperas de esa relación, y no es ético prometer amor si solo quieres sexo.
También es necesario referirme al autoengaño. No siempre hay alguien del otro lado que te hace falsas propuestas, el estafador puede estar adentro tuyo. «Yo sé que él quiere tener sexo conmigo, nada más. Y lo puedo manejar perfectamente, aunque reconozco que me estoy enamorando». Palabra más, palabra menos, lo escuché varias veces, especialmente en las mujeres. Cuidado. No te desconectes de tus sentimientos, escucha a tu corazón, porque puede estar sufriendo en silencio y cuando se decida a hablar vas a sufrir más de lo que crees. Nada puedes reprocharle a alguien si actuó con honestidad, su discurso fue claro, y las ilusiones que construyes solo tienen como sustento a tus fantasías
Manejarte con ética en las relaciones sociales, incluyendo a las amorosas y a las eróticas, es una condición básica de un buen seductor. De nada sirve tener la mejor ‘pinta’, una mirada irresistible, una voz provocativa, una ‘labia’ enredadora, si no te pones en el lugar de quien tienes enfrente y piensas, ante todo, en no producirle daños.
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Presentación de «El placer de Seducir» en Casa Ensamble, Bogotá. 11/09/2014.