El mundo perdió un referente moral en tiempos inciertos. Desde su elección en 2013, el Papa Francisco abordó, sin evasivas, temas clave para el siglo XXI: ecología, migración, pobreza, homosexualidad y paz.
El mundo perdió un referente moral en tiempos inciertos. Desde su elección en 2013, el Papa Francisco abordó, sin evasivas, temas clave para el siglo XXI: ecología, migración, pobreza, homosexualidad y paz.
Por: Laura María Amaya Meneses
El mundo perdió un referente moral en tiempos inciertos. Desde su elección en 2013, el Papa Francisco abordó, sin evasivas, temas clave para el siglo XXI: ecología, migración, pobreza, homosexualidad y paz. Mostró que el mensaje cristiano puede tener una dimensión profundamente humanista, incluso para quienes no comparten la fe.
Su lenguaje sencillo, sus gestos de cercanía, su rechazo a los lujos del Vaticano, invita ineludiblemente a contrastar ese modo de liderazgo con la lógica habitual del poder político. Desde su saludo inicial al mundo, mostró que no seguiría el guion tradicional: en lugar de bendecir de inmediato al pueblo, pidió primero que rezaran por él. Optó por seguir usando sus zapatos negros, ortopédicos, y una cruz de plata, en lugar de los tradicionales zapatos rojos de terciopelo y la cruz de oro que simbolizan la pompa de la cúpula papal.
Su voz se convirtió en una brújula ética en medio del ruido ideológico global. En septiembre de 2015, fue el primer pontífice en dirigirse ante el congreso de los Estados Unidos, abogando por los migrantes “que viajan al norte en búsqueda de una mejor vida”. En ese mismo sentido, fue crítico de las políticas migratorias de los países del norte. Donde de manera tácita o explicita, el estatus de ilegal de algunos migrantes se identifica con la criminalidad.
También su mensaje alcanzaba al sur global, a través de gestos que trascendían los marcos tradicionales de la diplomacia. La insistencia en el diálogo, la fraternidad y la escucha (incluso de los que piensan distinto) fue un ejemplo raro en un tiempo marcado por la confrontación. Uno de los momentos más inspiradores de su pontificado fue cuando en abril de 2019 se arrodillo para besarle los pies a los lideres en guerra de Sudán del Sur. El papa les instó a consolidar el proceso de paz en su país, que había sufrido una guerra civil desde 2013. Según Amnistía Internacional, el conflicto ha cobrado cerca de 14.000 vidas y ACNUR estima que se ha provocado el desplazamiento de más de 10,5 millones de personas.
Además, acogió a la ciencia y proyecto la preocupación e incertidumbre de la academia y lideres ambientales frente al cambio climático. En su discurso ante la 70 Asamblea General de la ONU en New York, enfatizó la importancia de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y la necesidad de cuidar el medio ambiente. Ya que “el ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos (..) El mismo ambiente comporta límites éticos que la acción humana debe reconocer y respetar”. Sin duda fue una voz clara, crítica, contundente contra la guerra y la destrucción de la naturaleza.
El mundo —católico y no católico— lamenta su partida, pero sobre todo su ejemplo de liderazgo. Ejerció el poder con humildad, valentía y claridad, siendo capaz de abordar con sensibilidad temas profundamente controversiales como el aborto, la desigualdad y la homosexualidad, aún espinosos en la sociedad actual. Sin su figura central, la Iglesia enfrenta ahora un desafío enorme. Pero el legado de Francisco trasciende lo eclesiástico: interpela directamente a quienes hoy ejercen o aspiran al poder, recordándoles que liderar es, ante todo, un acto de responsabilidad moral cargado de aspiraciones de genuino interés por el bien colectivo.
En tiempos donde el mundo vive una transición incierta y la política global parece cada vez más alejada de la ética, la muerte del Papa Francisco deja una pregunta urgente: ¿quiénes se atreverán a liderar con coraje moral en lugar de cálculo? ¿Podremos, como sociedad, estar a la altura del llamado a una justicia social que no admite más demoras?
Los editores de los blogs son los únicos responsables por las opiniones, contenidos, y en general por todas las entradas de información que deposite en el mismo. Elespectador.com no se hará responsable de ninguna acción legal producto de un mal uso de los espacios ofrecidos. Si considera que el editor de un blog está poniendo un contenido que represente un abuso, contáctenos.