El Cuchenials

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Honrar el tiempo

Independiente de las creencias religiosas, estos días llamados de reflexión deberían servirnos como espejo para mirarnos de frente y preguntarnos qué podríamos mejorar en nuestro comportamiento cotidiano con el ánimo de construir un mejor país.

Y si de mí dependiera invitaría a enfocarnos en un elemento simple pero de gran importancia para la humanidad: el reloj.

Este pequeño elemento si bien tuvo como objetivo primordial medir el tiempo, desde mi punto de vista tiene como misión honrarlo y ayudarnos a hacer un buen uso del mismo.

Pero infortunadamente los colombianos hemos decidido utilizarlo a nuestro acomodo e interpretarlo de la manera que mejor nos convenga, sin importar el perjuicio que podemos causarle a los demás.

Porque en el país del Sagrado Corazón las 8:00 en punto resulta siendo las 9:00 sin mayor problema, como ha sucedido con tantas prácticas corruptas, que simplemente eran parte del esquema y eran bien vistas, a pesar de ir en contra de la ley y de las normas.

Pero lo más triste es que no se tiene la valentía de reconocer que todo obedece a una falta de planeación, sino que de paso le hemos endilgado la responsabilidad a un factor externo, el trancón cotidiano de nuestras ciudades.

Porque algunos creen que el reloj es de cancho y que las horas se pueden estirar, imaginando que en tan solo 30 minutos se pueden bañar, vestir, desayunar, etc, etc…

Y para completar, casi siempre, algo que me cuesta entender, se termina por premiar al incumplido, al que se decide esperar porque “se encuentra en un trancón”, en detrimento de quienes tienen por costumbre honrar el tiempo, personas que como el Cuchenials al parecer están en vía de extinción.

Respetar el tiempo de los demás no es solo un acto de decencia, como bien podría ser escrito en la Urbanidad de Carreño, sino la manera de convertirnos en una sociedad más justa y respetuosa…

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