El Blog del Cerebro

Publicado el Virginia Rojas Albrieux

La Evolución del Cerebro: de «esponja» a «esponja selectiva»

Existe creciente evidencia que el cerebro adulto es plástico hasta el fin de sus días, y es capaz de adquirir nuevas destrezas y habilidades incluso en las últimas décadas de la vida – posiblemente requiriendo un poco más de práctica, que lo que podría necesitar un cerebro joven, para que su maleabilidad entre en acción.

Las experiencias nuevas desencadenan cambios importantes, incluso en el transcurso de pocos días, a nivel físico, químico y funcional. Estos cambios generan una literal remodelación del cerebro.

Existen en la infancia, unos períodos críticos durante los cuales los cambios que se generan en el cerebro ocurren por simple exposición al mundo físico. A partir de esta, el cerebro organiza la información entrante y refina sus respuestas, creando redes neuronales selectivas y coordinadas. Esta organización neuronal posibilita unas respuestas eficientes (o ineficientes) a los estímulos ambientales que encuentra. Cuando finalmente se ha logrado esta organización, el cerebro libera factores de crecimiento (sustancias especializadas capaces de estimular el crecimiento y diferenciación celular) y otros compuestos, que provocan una compleja serie de cambios que culmina con el cierre del periodo crítico en cuestión.Los períodos críticos son de duración variada y abordan diferentes áreas y funciones cerebrales en diferentes momentos. Por ejemplo, las primeras áreas cerebrales en madurar son aquellas que procesan información visual, táctil y de sonido básicas; dicho proceso concluye normalmente al final del primer año. Otras áreas cerebrales, como las responsables del pensamiento y la acción de más alto orden, inician sus periodos críticos entre la adolescencia tardía y los veintes!

El cerebro adulto, si bien continúa plástico siempre, no está automática ni continuamente remodelándose en respuesta a los estímulos ambientales; ya no está a merced de los períodos críticos, ni de la estimulación indiscriminada. La “plasticidad adulta” se ejerce solo cuando el cerebro está particularmente excitado por contextos comportamentales específicos – cuando este juzga que el cambio es importante, gratificante, o bueno para él. Vale decir, que la experiencia continúa moldeando el cerebro adulto, y este sigue aprendiendo nuevas destrezas; sin embargo pareciera que requiere de mayor esfuerzo que cuando este cerebro era niño – este es un tema no bien comprendido aún, el cual las neurociencias estudian con ahínco. Hay varias posibles explicaciones a este hecho:

Un causal que podría afectar el aprendizaje es que a veces, los adultos no disponen de tiempo suficiente para comprometerse e involucrarse en la práctica que se requiere para mejorar una habilidad: a mayor exposición a la experiencia, mayor construcción de sinapsis (forma de comunicación entre neuronas) – situación que posibilita y favorece el aprendizaje.

Por otra parte, en la medida en que vamos reclutando y codificando más información nueva en nuestros circuitos neuronales, la que ya tenemos, puede quedar en riesgo de corromperse. Por ello, el cerebro maduro tal vez necesite aprender un poco más despacio con el fin de preservar la información que ya posee. También es cierto que a medida que envejecemos, se van perdiendo conexiones sinápticas. De alguna manera, este es un plan de la naturaleza para poder especializarnos en aquellos circuitos que ya tenemos más desarrollarnos; vamos “cerrando opciones” para “dominar” muy eficientemente unas particulares.

Cuando somos mayores, utilizamos gran parte del tiempo operando las habilidades y destrezas que desarrollamos en otras épocas, en forma automática. La cantidad de aprendizaje nuevo y el uso del cuerpo y cerebro en formas novedosas se atenúan, y muchas veces no se ejerce el tipo de práctica que mantiene al cerebro en forma. Se evitan los retos, las sorpresas, y los problemas. Debido a que el cerebro no está sometido a aprender cosas nuevas, su “maquinaria de aprendizaje” se amilana.

La clave está en involucrarnos activamente en una tarea y que haya una elaboración significativa y con sentido de la información absorbida. Tal involucramiento activo – en oposición a uno pasivo – puede dar un realce a los cambios cerebrales. Es importante para los adultos y adultos mayores, reconectarse con su ambiente físico y prestar atención activa a sus detalles. Hay que involucrarse en actividades que reten al cerebro en sus habilidades básicas, como por ejemplo, aprender un nuevo idioma, o un instrumento.

Con entrenamiento persistente y práctica, el adulto puede atravesar efectivamente estas limitaciones, ya que está presente la capacidad, a nivel fisiológico, de generar cambios cerebrales impresionantes que soportan el desarrollo de una nueva destreza en cualquier etapa de la vida.

 Yo no cambio mi cerebro maduro y experimentado por nada y estoy en espera de creciente sabiduría a medida que me pasen los años!

Comentarios