El 4 de diciembre de 1986 en Colombia fuimos testigos de un caso de violencia distinto de la violencia que nos ha caracterizado. Campo Elías Delgado un hombre intelectual y de letras asesinó ese día a 29 personas, incluida su madre. Él, finalmente se suicida sumando así con su propia mano la vida del victimario en uno de los episodios más tristes para la capital bogotana en décadas. Este triste momento quedó señalado como la «Masacre de Pozzetto».
Pero, ¿qué similitud puede tener la historia de un payaso (Joker), con la masacre impulsiva de Campo Elías? Un entorno enfermo de violencia cotidiana que se fundamenta en: el racismo, la segregación, la violencia intrafamiliar, el desempleo, el estrés laboral, el clasismo, la arrogancia y la pedantería, el desprecio, las malas maneras, la envidia, el resentimiento, la miseria, la soledad, el desamor, el rechazo.
Ambas historias fueron trasladadas al cine, ambas causan polémica, en especial la versión creada por Warner Bros que alimenta un temor colectivo para que se repitan episodios terribles como la «Masacre de Aurora».
Un miedo creado por la corresponsabilidad social de herir al otro, de crear en el día a día spree killers (asesinos relámpago) que entran a las escuelas disparando sin contemplación a causa de la violencia cotidiana que ejercemos sobre nosotros mismos. Pertenecemos a un sistema violento educado por los celulares y pantallas digitales que están logrando de manera reversible que la socialización se interrumpa.
Esta es la razón por la que hoy en día muchos psiquiatras estudian con mayor urgencia el Síndrome de Amok. Un extraño trastorno de rabia salvaje que lleva al individuo a la calle armado, con un cuchillo o un arma de fuego para herir y asesinar sin discriminación a cuanto ser vivo encuentre en su camino. Como se diría popularmente: «A acabar hasta con el nido de la perra». Y sin justificar todo tipo de violencia, la motivación de estos asesinos ha sido atacar un entorno agresivo que durante mucho tiempo los humilló y los ridiculizó.
La maravillosa capacidad de llorar riendo: Muchos andan por ahí, transmitiendo ahogos de risas involuntarias acompañadas de una pena, camuflando su deseo de querer ser alguna vez amados.
Inspirado en el texto de Mario Mendoza «La locura de nuestro tiempo».
Por: -Andrés Felipe Osorio-.
Twitter: @pipemagenta