Ecuaciones de opinión

Publicado el Ignacio Mantilla Prada

Cómo seleccionar nuevos universitarios en medio de la pandemia. Una propuesta.

La educación es uno de los sectores más afectados por el confinamiento al que nos ha obligado la pandemia que estamos viviendo a nivel mundial y esa afectación de la educación es aún mayor por la certeza de saber que en todos los niveles de formación, los estudiantes y profesores serán los últimos que podrán reencontrarse para volver a tener sus actividades académicas presenciales, que considero indispensables, especialmente si se trata de niños o jóvenes que inician una carrera universitaria.

Si cada uno de nosotros piensa en un profesor que nos haya cambiado la vida o que haya tenido una gran influencia en nuestra formación, seguramente coincidiremos en que fue esencial el contacto, los gestos en nuestros rostros para aprobar sus explicaciones o manifestar nuestras dificultades de aprendizaje, porque mantener unas relaciones humanas normales es fundamental para regular los encuentros entre profesores y estudiantes y para consolidar una comunidad académica.

Partiendo entonces de mi convicción de que la presencialidad es indispensable, pero teniendo en cuenta que la educación virtual ahora es inevitable e inaplazable y que por lo tanto hay que ofrecer alternativas y no solo quejarnos por la cuarentena, me atrevo a hacer una propuesta que excluya totalmente la presencialidad como herramienta universitaria, para los nuevos alumnos. 

El primer paso, que ya se ha empezado a discutir, es cómo llevar a cabo el proceso de  admisión a la universidad si no se puede realizar, como estamos acostumbrados, un examen presencial para seleccionar a los estudiantes o si ni siquiera fue posible aplicar las Pruebas de Estado Saber 11 al último grupo de bachilleres. Y se empiezan a oír propuestas de mecanismos que buscan reproducir el mismo esquema para asignar puntajes que sustituyan el que otorga los exámenes, pero sin evaluar componentes, sino teniendo en cuenta otros factores que se ponderarían de acuerdo con valores como las calificaciones en el colegio, la edad del aspirante o algún puntaje obtenido en pruebas presentadas antes del confinamiento.

Puesto que la inequidad en el acceso a la educación superior en Colombia ha sido uno de sus defectos más señalado durante décadas, creo que justamente tenemos ahora la oportunidad de reducirla en lugar de aprovecharse para ampliar la brecha que crea la mala calidad frente a la buena calidad de la educación básica y media. 

En las universidades públicas el filtro por medio de un examen, bien sea el Examen de Estado Saber 11 o uno propio, con todos los defectos que estas pruebas puedan tener, había sido el mejor elemento utilizado para la selección y admisión de nuevos alumnos, porque la demanda de cupos es muy alta en algunas, como en la Universidad Nacional por ejemplo, que únicamente puede recibir al 10% de los aspirantes sin superar la capacidad de la Institución.

Pero en esta emergencia los nuevos estudiantes que se seleccionen, independientemente del mecanismo que se utilice para tal fin, tendrán que recibir durante el primer semestre, como mínimo, únicamente clases virtuales. Por lo tanto mi propuesta es que se les admita a todos. Sí, a todos los aspirantes que desean ingresar en el segundo semestre de 2020 y a todos los que deseen ingresar en el primer semestre de 2021. 

Los cursos que se les ofrecerían a todos ellos serían los básicos que son comunes en carreras afines y sin excepción todos serían no presenciales. De acuerdo con la carrera elegida, los nuevos estudiante podrían cursar asignaturas que son obligatorias para áreas de Ciencias e Ingenierías, para Artes o para Humanidades durante los dos primeros períodos académicos y cursos de fundamentación para todos, tales como  lectura, escritura, matemáticas e inglés. 

Las asignaturas no tendrían evaluación alguna por parte del docente a cargo, a quien se le apoyaría con un grupo de monitores (estudiantes avanzados) que podrían atender directamente las dudas de los estudiantes.

Pero al culminar su segundo semestre, todos los estudiantes deberán presentar un examen que realizará la universidad, ese sí presencial, que les dará la admisión definitiva para que puedan continuar quienes obtengan los mejores resultados, hasta llenar los cupos que puede atender la institución. Es decir, un año después se realizaría la verdadera admisión y quienes ganen el cupo podrán hacer uso de la tercera matrícula y continuar la carrera en forma normal.

Uno de los puntos más difíciles de implementar en esta propuesta es el desarrollo de cursos muy grandes, ya no de 40 sino de 500 estudiantes, pero los mismos profesores que se encargan de hacerlo presencialmente en un período normal pueden hacerlo virtualmente para un número muchas veces mayor, si no tienen a cargo la responsabilidad directa de la evaluación parcial y final, tal como se hace en las cátedras masivas; en todo caso, aún con grupos muy pequeños no podrán hacerse este año esos cursos presenciales y los cursos masivos online y abiertos MOOC (del inglés Massive Open Online Course) no son algo nuevo, han proliferado durante la última década aún en las universidades más prestigiosas del mundo; ya en 2011, por ejemplo, el profesor Sebastian Thrun de la Universidad de Stanford llegó a tener 160.000 estudiantes de más de 150 países en un curso sobre Inteligencia Artificial. La oferta de MOOC se ha multiplicado y desde antes del coronavirus una de las plataformas creada para tal fin, llamada Coursera contaba ya con 47 millones de usuarios, en colaboración con 190 universidades. 

La universidad es y debe ser mucho más de lo que es Coursera y mi propuesta solo se ajusta a esta crisis de la que podemos aprender.

Admitir a todos los inscritos sería una prueba piloto para examinar también un modelo de selección a posteriori del que seguramente todos vamos a aprender. Ante la imposibilidad de aplicar los mecanismos tradicionales en medio de esta pandemia, debemos estar dispuestos a adoptar medidas que seguramente son muy exigentes para los profesores y los estudiantes, pero que contribuirán para cerrar las brechas que ha abierto la inequidad en la educación. Habiéndose tenido la oportunidad de preparar y nivelar, aunque sea poco, a los aspirantes, el verdadero examen de admisión podrá ser más justo.

Debo agregar, finalmente, que un modelo similar de admisión, pero con cursos presenciales, es el que ha adoptado desde hace varias décadas la Universidad más grande de Argentina, la Universidad de Buenos Aires que cuenta con cerca de 300.000 estudiantes.

@MantillaIgnacio

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