Ecuaciones de opinión

Publicado el Ignacio Mantilla Prada

Reconocimiento y gratitud a los maestros 

Es frecuente responsabilizar a los profesores de todos los males de la educación; y aun cuando es indudable que los profesores influyen en una mala formación, también influyen, aunque se reconozca menos, en una buena formación. El mérito en ambos casos es compartido, no lo tiene en forma exclusiva el profesor como ‘influencer´.

Cuando los profesores latinoamericanos protestan por sus bajos salarios y realizan un paro es común que se les condene con el calificativo de vagos o de mediocres y se les responsabilice enteramente de los malos resultados de nuestros países en las clasificaciones internacionales que evalúan la calidad de la educación.

Hace un tiempo le oí a un colega mexicano una buena analogía sobre lo que pasaba con algunos maestros cuestionados por no hacer bien su trabajo. Imagine usted, me decía el colega, que a una vereda lejana, ubicada en una alta montaña, sube todos los domingos un camión del municipio con los víveres de la semana para que se pueda alimentar la comunidad campesina que incluye un centenar de adultos mayores y para que recoja y lleve de regreso hasta el pueblo los productos de la cosecha de la vereda. 

La carretera hasta la vereda es en realidad una trocha destapada y lisa, muy empinada y prácticamente solo la transita el camión del municipio. Hace años que no se le hace mantenimiento y las lluvias frecuentemente ocasionan derrumbes que el conductor del camión tiene que remover con sus propias manos para poder continuar el trayecto. El camión, también sin recibir mantenimiento alguno, ha empezado a fallar; su viejo motor ya no tiene la fuerza necesaria para empujar hasta alcanzar la cima y necesita una reparación urgente o ser reemplazado por uno nuevo. 

El conductor hace lo que puede, repara los daños más frecuentes, conduce sin luces, despincha él mismo las viejas llantas, remienda las correas y engrasa las piezas más gastadas. Pero un día domingo el conductor no logra encender el motor del camión y no puede llevar los víveres a la vereda. Ante esta emergencia el Concejo Municipal, en una sesión extraordinaria, toma las medidas necesarias para solucionar en forma ejemplar los problemas del transporte de los víveres hasta la vereda. Su decisión es definitiva y contundente: hay que despedir y reemplazar al conductor.

En muchos casos los maestros son esos conductores que resultan injustamente responsabilizados del abandono de la carretera y del camión. Me refiero especialmente a esos que deben trabajar en las regiones, con las uñas, sin recibir incentivo alguno distinto a la gratitud de sus alumnos.

En Colombia hay y ha habido muchos maestros como esos a quienes solo enviamos un mensaje de aliento el Día del Maestro. 

También en Colombia se destacan investigadores que a pesar de la precariedad de sus laboratorios y la ausencia de incentivos y recursos suficientes, logran dirigir proyectos con excelentes resultados y consolidar grupos en los que se forman estudiantes sobresalientes que, cada vez en mayor número, terminan trabajando en el exterior y son reconocidos por su destacada preparación profesional. Ellos nunca olvidan que en alguna etapa de su formación influyó algún profesor y guardan siempre mucha gratitud que no se expresa.

Me parece necesario, que de vez en cuando y sin que haya un motivo especial, seamos justos reconociendo esta noble labor, porque creo que todos recordamos con especial cariño a algún maestro al que le agradecemos la formación ejemplar que recibimos en el colegio o en la universidad y creo también que son más quienes tuvieron algún profesor que marcó positivamente su vida, que aquellos que no le deben nada a ninguno y que sólo recuerdan algún nombre como se recuerda un mal gobernante.

Es famosa la carta que escribió Albert Camus, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1957, a su profesor de primaria Louis Germain tras ganar el premio. La carta de Camus, escrita de su puño y letra dice lo siguiente:

“Querido señor Germain:

He esperado a que se apagase un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, no hubiese sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.

Le mando un abrazo de todo corazón.

Albert Camus”

La huella, su influencia sin límites y la gratitud sincera del alumno son señales inequívocas que identifican a un buen maestro. Y no debe generalizarse en nuestra sociedad la errónea imagen que proyectan algunos docentes por quienes se señala, responsabiliza, sanciona y condena a todos. 

La frase según la cual “todo tiempo pasado fue mejor” es también discutible en esta materia. Hoy hay muy buenos profesores, son la mayoría, y serán recordados por las nuevas generaciones como grandes maestros, en la misma forma en que hoy nosotros recordamos los nuestros.

@MantillaIgnacio 

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