Ha llamado la atención la disminución del número de aspirantes que presentaron examen de admisión el pasado 27 de abril para ingresar a las carreras que ofrece la Universidad Nacional. De acuerdo con la información oficial, la cifra es 25.167 aspirantes para un centenar de carreras en sus distintas sedes, lo que contrasta con cifras recientes, como por ejemplo las de abril de 2018, cuando se presentaron 44.193 aspirantes y aún no había admisión a las carreras de la nueva Sede de La Paz en el departamento de Cesar.
Aun cuando coincido con los análisis de algunos expertos en educación, publicados en los medios, sobre las posibles causas, creo que la ponderación que se hace de esas causas, en su mayoría, no es del todo correcta ni justa; si bien, los conflictos internos son indudables y no puede desconocerse ésta como una de las causas, no comparto la idea según la cual esa sería la principal razón para explicar la disminución del número de aspirantes.
Mi punto de vista, contrario a algunos mitos que se van aceptando en la opinión pública, es que hay múltiples causas, algunas que pueden ser corregidas por la institución y otras que son globales y no tienen una solución única ni dependen solamente de la Universidad.
Empecemos por reconocer causas externa que afectan no solo a la Universidad Nacional sino a todas las universidades, tanto públicas como privadas, como son:
- disminución de la matricula en la educación media
- aumento de oferta de programas y de instituciones de educación superior
- cambio en los requisitos de titulación profesional para el mundo laboral
- baja expectativa de un buen salario como profesional
- aumento en la demanda de técnicos mejor remunerados
- saturación de algunas profesiones
- lentitud de las universidades para reaccionar a las nuevas demandas
- planes de estudio extensos y currículos sobrecargados
- amplia oferta de programas internacionales no presenciales de buena calidad
- aumento de oportunidades para estudiar en el exterior
- altos costos locales
- baja financiación: ausencia de becas y de créditos educativos,
vale advertir que la mayoría de estas causas también afectan hoy a universidades de prestigio en Europa y Estados Unidos.
Y con referencia a la Universidad Nacional, es verdad que en los últimos meses se han presentado más conflictos internos que en los últimos años y han tenido lugar tomas y actos violentos y de vandalismo, especialmente en Bogotá, que despiertan temores en algunas familias que prefieren otra opción para sus hijos; pero no es cierto, como se ha querido hacer creer, que como consecuencia, se hayan perdido semestres académicos completos, prolongando indefinidamente la permanencia de los estudiantes.
Desde 2008 la Universidad Nacional tiene un régimen académico basado en créditos que exige a los estudiantes una carga mínima, pero que también les permite elegir un ritmo acorde con sus capacidades y disponibilidad para seguir la ruta curricular con una dedicación diferente e ideal. La Universidad entrega a todos los admitidos un cupo de créditos suficiente, pero limitado, para poder culminar satisfactoriamente la carrera elegida y cada estudiante lo va utilizando para inscribir las asignaturas y actividades académicas al ritmo que él mismo escoge, hasta agotarlo o terminar su carrera con éxito.
Es así como un estudiante puede hacer una carrera en la mitad del tiempo que necesita un compañero que debe trabajar, por ejemplo, sin que eso signifique que el primero tenga un mejor rendimiento académico o se gradúe con un mejor promedio, ni que el segundo haya sido un desaplicado. Cuando el rendimiento académico es sobresaliente y el cupo de créditos se usa eficientemente, puede un estudiante incluso optar por una doble titulación.
Así que la cuestión no es cuántos semestres demora un estudiante, sino cuántos créditos puede cursar por semestre para poder graduarse, sin arriesgarse a fracasar agotando el cupo total de créditos que tiene para distribuirlo inscribiendo sus actividades cada período académico.
Hecha esta claridad, y retomando el tema que nos ocupa, diría que indudablemente sí hay también disposiciones internas que impactan y causan una disminución en el número de aspirantes, diferentes a las de orden público. Algunas, a mi modo de ver, tienen que ver con la oferta y podrían corregirse. Voy a citar solo dos de ellas:
- La oferta de carreras en las sedes Tumaco, San Andrés, Leticia y Arauca.
En estas sedes ha sido muy exitoso el programa PEAMA, de admisión especial, programa mediante el cual los aspirantes pueden elegir carreras en las sedes Bogotá, Medellin, Manizales y Palmira, pero cursando sus primeras asignaturas en las sedes de origen y trasladándose luego a la sede principal, cuando ya han avanzado en los cursos básicos y se han familiarizado con la vida universitaria. Así se logra que un aspirante pueda elegir entre decenas de carreras y que pueda terminar con éxito posteriormente en una sede donde la Universidad tiene laboratorios mejor dotados, excelentes bibliotecas, mejores talleres, numerosas aulas y espacios deportivos, y donde cuenta con especialistas en todas las líneas de profundización de la carrera elegida.
No es una buena estrategia ofrecer como alternativa una o dos carreras únicamente, en forma presencial y completa, en estas sedes de las fronteras. Los bachilleres de una promoción no tienen los mismos gustos ni la misma vocación para encasillarles a todos en un determinado programa; por otra parte es sumamente costoso para la institución sostener una carrera en estas condiciones y es imposible mantener igual calidad de esas mismas carreras que en sedes grandes y consolidadas, que cuentan con amplio número de profesores. Adicionalmente las posibilidades laborales en esas ciudades se agotan con la primera promoción de egresados de una misma profesión.
- La oferta en la nueva Sede de La Paz en el departamento de Cesar.
La sede fue creada en 2017 y actualmente ofrece 6 carreras: Biología, Estadística, Geografía, Gestión Cultural y Comunicativa, Ingeniería Biológica e Ingeniería Mecatrónica. Los primeros estudiantes fueron admitidos hace 5 años y llama la atención que haya habido más cupos que aspirantes en el último proceso de admisión. En efecto, para 180 cupos disponibles solo hubo 145 inscritos. Una causa seguramente es la oferta curricular; tal vez ya hay saturación en la región. Valdría la pena retomar la iniciativa de abrir la Carrera de Medicina y en convenio con las autoridades en Valledupar, convertir el Hospital Rosario Pumarejo de López en un hospital universitario para la formación de los médicos.
Sería aconsejable también llevar a cabo un estudio para hacer un diagnóstico interno de otras posibles causas del fenómeno y tomar decisiones urgentes que resuelvan lo que esté en manos de la Universidad.
Dado el carácter nacional de la institución debe atraerse a jóvenes de todas las regiones a estudiar en las distintas sedes y facilitar la movilidad académica entre ellas, por lo tanto es indispensable unificar los calendarios académicos y evitar que la procedencia de los aspirante sea un obstáculo para poder elegir alguna de las sedes. Un buen ejemplo a seguir es el de la Sede Manizales a la que llegan numerosos estudiantes provenientes de Nariño, Valle y Tolima.
La disminución del número de inscritos en los programas de posgrado es un tema que también merece un análisis especial, pero que escapa al objetivo de esta nota.
@MantillaIgnacio