Ecuaciones de opinión

Publicado el Ignacio Mantilla Prada

Un pionero olvidado de las matemáticas en Colombia

El 13 de marzo de 1762 tuvo lugar la inauguración de la primera cátedra de matemáticas en el Virreinato de la Nueva Granada. Se realizó en el Colegio Mayor del Rosario y fue todo un acontecimiento, un importante evento de la sociedad santafereña que contó con la asistencia del Virrey Pedro Mesía de la Cerda. Este evento, ocurrido hace 260 años, es el comienzo de las matemáticas en Colombia. 

Poco sabemos de los contenidos de esa cátedra de matemáticas a cargo de Don José Celestino Mutis, salvo el discurso preliminar y la primera lección. En ellos Mutis enfatiza su importancia como método de razonamiento y de utilidad práctica “para todo tipo de personas: rústicos, ciudadanos, plebeyos, cortesanos, militares, artífices. Sabios, seculares, eclesiásticos, todos en una palabra de cualquier condición y estado deberían aplicarse a un estudio tan útil”.

Esta prestigiosa cátedra de matemáticas estuvo en cabeza de Mutis hasta su muerte, ocurrida en 1808. Heredó la titularidad de la cátedra, así como la Dirección del Observatorio Astronómico, fundado en 1803, Francisco José de Caldas, quien fue uno de los primeros científicos colombianos, apodado “el sabio”. 

Con la promulgación de la Ley 18, de marzo de 1826 y el Decreto del 3 de octubre del mismo año, que fijó el plan de estudios del gobierno del general Santander en la Gran Colombia para apoyar la construcción de una nación moderna e ilustrada se eliminó el dominio religioso en la educación, pasando este poder al Estado; y se extendió la instrucción pública a todos los rincones de la patria, creando los Colegios Santanderianos y escuelas y universidades en distintos departamentos. Gracias a este Plan de educación se logró la creación de las universidades Central de Bogotá, Central de Quito y Central de Caracas. La reforma educativa del 26 implantó el modelo napoleónico de educación, ampliamente adoptado por las nuevas repúblicas latinoamericanas, desplazando el modelo clerical del Imperio Español.

Los estudios en las universidades fueron distribuidos en cinco áreas: Filosofía, Jurisprudencia, Medicina, Teología y Ciencias Naturales, esta última destinada a estimular en los jóvenes el estudio de las ciencias. Desafortunadamente el plan de estudios de Santander no fue ejecutado como él lo había pensado y los líderes republicanos basaron deliberadamente la universidad en el Derecho y no en las Ciencias, pues era en la primera facultad en donde podían imprimirle a las cátedras una orientación política.

Antes de la creación de la Universidad Nacional, en 1867, hubo varios intentos por estimular el estudio de las ciencias naturales, físicas y matemáticas, como la reforma que introdujo Mariano Ospina Rodríguez en 1841 para que las universidades oficiales pudieran otorgar el título de Licenciado en Matemáticas, en Ciencias Físicas o en Ciencias Naturales luego de un programa de cuatro años que tenía un núcleo común de dos años. 

Durante los años que siguieron, las matemáticas en la Nueva Granada y posteriormente en Colombia, se pueden rastrear a través de algunos nombres, unos más conocidos que otros. 

De acuerdo con mi colega, la profesora Clara Helena Sánchez, quien ha adelantado reconocidas investigaciones sobre el tema, hubo personajes muy importantes para las matemáticas del siglo XIX en nuestro país. Uno de ellos fue el destacado ingeniero y matemático Luis María Lleras (1842-1885), quien desafortunadamente murió muy joven en la batalla de la Humareda (cerca de El Banco).

Lleras es el autor de la traducción de los Éléments de Géométrie, de Adrien M. Legendre, uno de los matemáticos más ilustres de la época de la Revolución Francesa al lado de Lagrange y Laplace. La traducción de Luis María Lleras fue publicada en Bogotá en 1866, con lo cual se puso a disposición de los estudiantes colombianos una obra muy importante que era en esa época un texto obligado en las universidades europeas.

Especial mención merece el contacto de Luis María Lleras con el eminente matemático francés Charles Hermite (el mismo que da el nombre a los importantes “polinomios de Hermite”) a través de su tío, el médico y botánico José Jerónimo Triana (1828-1890), quien desarrolló buena parte de su actividad científica en Francia, en donde se hizo amigo de miembros de la élite científica francesa de la época. 

En una carta que le escribe Lleras a su tío, le pide que busque entre sus amigos a alguien que le ayude a resolver un problema de geometría: la construcción del máximo triángulo isósceles inscrito en una circunferencia. Triana se dirige a Charles Hermite, quien generosamente le da por escrito dos soluciones, una geométrica y otra algebraica. El documento original de Hermite fue enviado por Triana a su sobrino entre las páginas de un libro de Geodesia, metido dentro de un piano enviado desde París por Triana al padre de Lleras. Este manuscrito original, de puño y letra de Hermite, constituye una verdadera joya matemática de valor universal, como puede observarse en estas imágenes:

Estos documentos formaban parte del archivo personal del nieto de Luis María Lleras, el profesor del Departamento de Matemáticas de la Universidad Nacional en Bogotá, Francisco Lleras Lleras (1918-1985), de quien tuve el privilegio de recibir sus clases de Geometría Euclidiana como estudiante de la carrera de matemáticas.

@MantillaIgnacio

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