Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

Una sinfonía y el trabajo. Una reflexión de navidad.

ensemble-619260_960_720

Desde pequeño quise ser músico. Alcancé a estudiar tres años y algún logro obtuve en la niñez, al tocar el Bolero de Ravel con la orquesta de mi provincia.

El 16 de diciembre pasado tuve la oportunidad de ver en concierto a la orquesta filarmónica de Cali y los acordes poderosos de alguna canción me hicieron emocionar y fantasear sobre cuál sería mi futuro de haber continuado mis estudios musicales.

Pero mi realidad actual es otra. Soy psicólogo y no músico por lo que analizo los dos mundos desde el punto de vista organizacional.

Me llamó la atención el percusionista. Duró casi todo el tiempo parado al pie de un par de grandes tambores. Sólo actuó un par de veces, dando unos golpes durísimos “¡POM POM POM!”. Sus porrazos le dieron una majestuosidad y un tono particular al sonido de toda la orquesta. Esa persona estuvo allí todo el tiempo, sin interpretar nada, hasta que llegó su turno de los tres golpazos en el momento crucial de la obra.

Nos enseña que no siempre debemos ser protagonistas. Hay acciones que deben realizarse en el momento preciso. Debemos aceptar con gallardía que hay responsabilidades y momentos que exigen ser sólo preponderantes en un momento dado y el resto del tiempo estar callado.

En contraste, hay quienes quieren sonar y ser todo el tiempo el instrumento principal de la orquesta…

Al concierto llegué muy temprano. Casi una hora antes. Los encontré ensayando y ya llevaban una hora. Sólo fui testigo del ensayo previo, pero dado que conocí fugazmente el mundo de las orquestas sé que la mayor parte de su tiempo son ensayos. Puede decirse que de diez horas trabajadas, 9 son formación y entrenamiento y sólo 1 en ejecución de la tarea: el concierto.

Recordé la importancia que se le otorga a la capacitación en las empresas. También se me vino a la mente que no es suficiente la formación que nos entregó la universidad, y que debemos estudiar y reafirmar continuamente nuestras habilidades.

Sin embargo hay quienes creen que ya aprendieron todo y que estudiar más es una pérdida de tiempo…

Durante el concierto pude ver que los músicos están enamorados(as) de sus instrumentos. Les tienen estuches especiales, les limpian y les cuidan. Aun en el momento de descanso (durante el ensayo), la mayoría permaneció acariciando sus herramientas de trabajo. Imagino, mejor estoy seguro, que también siguen lo siguen haciendo en su casa. Su habilidad es fruto de esa pasión, de amor por su trabajo, vocación y años de entrenamiento.

¡Cuánto pagaría un empresario -aunque no creo que sea vendible ni comprable- por la mística con la cual estas personas realizan su labor!

Mucha diferencia con las personas que se arrastran cada lunes, con un desgano enorme para ir a trabajar…

Durante mi concierto navideño, al final de cada obra, la gente se paraba animosamente a aplaudir, mientras los músicos se levantaban de sus sillas y hacían una reverencia respetuosa. En pocos espacios que no sea la música, unos extraños otorgan semejante regalo emocional de aplaudir fuertemente y agregar incluso algunos “¡bravo!”.

Recordé entonces que en el trabajo el salario es importante, pero que también lo es el reconocimiento.

Demasiada distancia con los líderes que creen que el salario es la única forma de motivar a su gente…

Las habilidades de los músicos son diferentes. Unos tocan instrumentos de cuerdas enormes, que exigen rápidos movimientos de brazo, mientras otros un pequeño flautín que suenan a partir de la fuerza del aire en los pulmones. Hay sonidos muy agudos y también bastante graves. Hay instrumentos de metal y otros de madera. Todos ellos requieren destrezas y habilidades diferentes.

A pesar de todas esas diferencias trabajan por un solo objetivo: la pieza musical. Con el aporte de todos, el resultado es uno sólo. Y eso no es a pesar de la diferencia. Es precisamente por la unión de las diferencias que el resultados es una bella pieza.

Entonces me acordé del trabajo en equipo. El buen liderazgo no exige iguales aportes a todos sus colaboradores: sabe que cada uno tiene fortalezas y explota la diferencia en aras del objetivo, enriqueciendo el producto y el objetivo con el aporte de todos.

Sin embargo hay guías que rechazan la diferencia y esperan que sus subordinados actúen como expertos en todas las ocasiones…

Sé muy bien que la música y las orquestas son mundos separados, pero que bien que le haría a las empresas aprender algo de la disciplina, la mística y funcionamiento de una de ellas.

Para ser un buen administrador o líder se requiere poner algo de ellas en nuestros puestos de trabajo.

Es posible que no generemos una sinfonía, pero si algo de felicidad en miles, millones de personas que sólo ven en el trabajo una fuente de generar ingresos para poder alimentarse.

La concepción del trabajo únicamente como fuente de provisión es un generador principal de tristeza humana.

Más reflexiones AQUÍ.

Saludos.

Ramón Chaux

Comentarios