Sobre Volkswagen y otras empresas
Siempre he creído que los carritos escarabajo Volkswagen son de una calidad excelente. No por nada son uno de los poquísimos vehículos de 50 y más años que aún siguen funcionando masivamente en casi todo el mundo. Ningún otro vehículo anda tan campante por muchas ciudades, todavía enteros e incluso con cierto valor económico por ser considerados “clásicos” a pesar de su abundancia.
En contrario, hay modelos de vehículos de los años 80 y 90 que ya no se ven en las calles, a no ser uno que otro oxidado en un garaje callejero.
Lo anterior nos demuestra que si una empresa se lo propone puede construir un vehículo que dure muchos años, pero dudo que en el mundo actual estén interesados en eso. Creo que no volverán a aparecer jamás vehículos que 50 o más años después sigan tan funcionales y útiles como estos famosos escarabajos.
A pesar del asombroso rendimiento de sus antiguos vehículos, hace un par de semanas la empresa alemana se vio involucrada en un gran escándalo al sacar vehículos que contaminan más de lo permitido. Para que pasaran los rigurosos controles internacionales, alteraron el software que analiza las emisiones y así, vehículos que no pasarían tales controles, obtuvieron su certificado para ir por las calles del mundo contaminando ciudades, enfermando niños, ancianos y contribuyendo, más allá de lo habitual, a contaminar nuestra ya suficientemente convulsionada y enferma tierra.
¡Todo por las utilidades!
Cuando decidí iniciar a trabajar de manera independiente, ya un par de años atrás, descubrí que necesitaba un internet portátil para hacer presentaciones a mis clientes en sus oficinas. Adquirí un servicio maravilloso, un Internet de generación 4G que puede darle señal de muy alta velocidad hasta a 5 aparatos simultáneos mientras voy por la calle. ¿El precio? 70 mil pesos mensuales, es decir aproximadamente 25 USD mes. La dicha duró sólo un año. Aunque aún tengo el servicio, si alguien quiere comprar uno nuevo ya no se lo venden. Si mi modem portátil, del tamaño de un celular, se daña, no me lo reponen. Permanecerán así hasta que el número de usuarios sea tan bajo como para desaparecer el servicio, cosa que sucederá muy pronto por la vida útil de los aparatos o módems portátiles.
En otras palabras, el servicio desapareció y sólo está disponible para los clientes que lo adquirieron desde un comienzo, pero cada día que se daña un aparato o que alguien se retira, el número de usuarios vamos disminuyendo, hasta que este servicio se irá para siempre. La desaparición de esta maravilla también se debe a la plata. La empresa que produce tal servicio se unió a una empresa de servicio de telefonía móvil. Ahora el servicio 4G solo está disponible para móviles. Es decir, para un solo aparato: el celular. SI quieres conectar tu Tablet, tu portátil no puedes. Debes comprar un plan por separado para cada dispositivo. Si puedes adquirir un modem tipo USB que te da una velocidad muy baja y además para un solo aparato.
Es decir, si en la casa tienes tu modem puede conectar todo lo que quieras. Pero si vas para la calle, el servicio de internet está limitado a pagar un plan de datos. Existe la tecnología para que vayas con tu modem por la calle, dándole señal a tu celular, a tu Tablet y tu portátil, pero la necesidad de utilidades no lo permite.
De nuevo, la plata.
Pocos saben lo que voy a decir, puesto que es una pelea secreta, según el medio de donde la leí. Sucede que Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo cuyos negocios están basados básicamente en las telecomunicaciones, no está contento. Considera que Facebook, Google, Twitter y otros gigantes del Internet usan abusivamente las redes de internet de su empresa para lucrarse sin pagarle un peso a él, ni pagar impuestos a los gobiernos, como el si lo hace. Considera Slim que estas empresas deberían de pagarle a él por usar su infraestructura y además aportar al fisco de cada país.
Si tiene o no razón es cuestionable, puesto que se ha considerado la Internet como un medio público de información y comunicación y grabarla o cobrarla (sus contenidos) resulta contraproducente por la mayoría de gobiernos e instituciones académicas.
Pero los señores quieren más dinero y ya sabemos que cualquiera sea el incremento el sobreprecio finalmente será trasladado al usuario final, es decir, a usted y a mí.
¿Con 75 años Slim para que quiere más dinero si no alcanza el resto de su vida a terminarse toda su fortuna gastando 100 millones de USD diarios?
Las empresas necesitan utilidades. La riqueza es un hecho lícito. Lo único malo es que en los casos de Volkswagen, en el de mi modem portátil de alta velocidad y que un magnate quiere empezar a cobrar por Facebook y Twitter, algo anda terriblemente mal.
Muy mal.
Ramón Chaux