Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

Ser «exitoso» en el trabajo

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El éxito no siempre significa plata. Se puede decir de otra forma: Tener o ganar altas sumas de dinero no significan una vida plena y feliz. Tener una vida plena y feliz no requiere de grandes sumas de dinero.

Yo no envidio los grandes ejecutivos que ganan muy buenos salarios a costa de su felicidad personal, su independencia y una gran dosis de estrés.

Una vida feliz no se asocia con “un empleo bueno”. La generación joven sí que se está dando cuenta de esto: emprende pequeñas empresas, se gana mucho menos de lo que recibiría empleándose, más aun así valora su autonomía, su creatividad y su crecimiento.

Un talentoso ingeniero de sistemas que conozco rechazó un puesto en una multinacional colombiana. ¿La razón? No me dio ninguna de peso pero su respuesta fue casi textualmente como esta: “Los puestos de trabajo tan pequeños, con una lámpara encima me recuerdan un criadero de pollos y yo espero algo de mi vida algo más interesante que eso”.

Me pregunto yo mismo: ¿Se puede ser feliz en un trabajo asalariado? Por supuesto, me auto respondo. Lo que sucede es que esa trascendencia laboral debe buscarse, debe pelearse a diario. Comprometerse con la calidad, con la ética, con el respeto por el otro. Convertir el trabajo en una dinámica social que eleve la condición humana, la autoestima y permita vivir dignamente.

No muchos trabajos cumplen estas exigencias. Se deben cumplir órdenes. Se tienen que acatar horarios que no se coordinan con nuestras necesidades personales ni con nuestras metas en el trabajo. Muchos jefes no son líderes auténticos que desarrollan a su gente y por el contrario su gestión produce desgano y pereza. Empresas que solo viven en función de recortar aquí y allá para aumentar utilidades y que ven el recurso humano como algo desechable.

Un movimiento silencioso de jóvenes está creciendo y desarrollándose: está creando pequeñas empresas. Se anuncia en redes sociales gratuitas, se inicia con poco capital y su naturaleza es flexible. Es el mercado del uno a uno, de la cara visible, de la palabra, del estrechón de mano. De un contacto personal entre empresario y cliente. Volvemos así a la manera como se trabajó y se mercadeó por miles de años.

Atención, los usuarios nos estamos cansando de los grandes conglomerados de servicios que cuando llamamos por un problema nos contesta una máquina que nos invita a marcar opciones como un bucle sin final. Ese ejército de jóvenes con hambre de éxito cada día le roba más mercado a las grandes empresas y tiene mucho que aportar a la economía.

Es una vuelta a lo esencial, a lo que hicimos durante miles de años: cada uno vivía de sus propias habilidades lo cual genera identidad y felicidad. Ser reconocido por lo que hago, por mi competencia en un campo, por mis fortalezas. Eso es muy bonito. Al ser yo mismo mi empresa y no tener los gastos de una organización grande, puedo dar precios infinitamente más justos, productos y servicios más personalizados y con satisfacción más alta para ambas partes: cliente y pequeño empresario.

Las organizaciones grandes se están quedando con los sumisos, con los tradicionales. Los valientes, arriesgados y comprometidos con su vida están saliendo a la calle a luchar por sus ideales de existencia.

¿Hay alguna forma de que las empresas puedan reclutar esta masa de jóvenes altamente productivos?

Hay muchas, pero las empresas están muy ocupadas funcionando con su viejo modelo de trabajo como para pensar en otra cosa. Hay mucho desempleo y la necesidad hace que lleguen muchos candidatos. La duda es por cuanto tiempo será efectivo ese modelo.

¿Quieren un ejemplo?

Uber. La tecnología y la independencia le hicieron una herida (¿mortal?) al viejo sistema tradicional del transporte donde un solo empresario tiene 100 o 200 taxis. Mientras en un modelo hay 200 asalariados luchando por cumplir con una entrega fija para su patrón a como dé lugar, en el otro modelo hay una persona que trabaja solo cuando está disponible, sin obligación ninguna y entregando sólo una fracción de lo que realmente haga, sin estar presionado por una entrega fija. Eso es muy parecido a la libertad.

Y aunque ustedes no lo crean, no está sucediendo sólo en empresas de transporte. Ese cáncer benigno está atacando, sin que se enteren aún, a muchos sectores productivos y de servicios.

A lo mejor para saber si tengo o no razón habrá que esperar unos 50 años.

Ya mañana se verá.

Ramon Chaux

Psicólogo organizacional

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