Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

Riesgos psicosociales: un camino hacia la enfermedad y la muerte

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Cuando comenzaron los controles en el trabajo se tuvo clara conciencia de los riesgos físicos del mismo: se colocaron medidas de protección obligatorias para trabajos con químicos, con tóxicos o sustancias irritantes y radioactivas. Se impulsaron medidas para el trabajo con explosivos, con armas de fuego, en minas profundas y en ambientes de temperaturas extremas.

Estos riesgos eran claramente evidentes y fueron los primeros en aparecer en las legislaciones laborales de todo el mundo. Se dieron entonces guantes, chalecos, cascos, protectores faciales y máscaras antigases. Se tomaron medidas para paliar o prevenir las enfermedades.

Pero había un factor oculto, parecido a una bomba química que hace enorme daño a las personas pero deja intactas las edificaciones. Su efecto no se ve como herida física, ni como ampollas o daños en los pulmones evidenciados en radiografía.

Tal factor se describió e identificó como el factor de riesgo psicosocial en el trabajo.

Si bien está plenamente identificado como riesgo, pocas investigaciones han llegado a tener tal precisión como para establecer claramente el número de muertes e incapacidades permanentes que deja cada año bajo la apariencia de enfermedades físicas que se originaron en un ambiente no sano emocionalmente.

En este escrito voy a tratar de realizar un breve resumen con ejemplos de la vida diaria, algunos riesgos psicosociales vividos y conocidos por mí mismo durante mi vida laboral.

Demanda cuantitativa en el trabajo: conocí un caso de un puesto de trabajo que atendía a personas bajo turnos: A21-A22-A23, etc. Además de eso, la persona allí ubicada tenía un teléfono de atención al público que no paraba de sonar. Finalmente, para procesar sus órdenes tenía un computador por donde existía un sistema de información interno de la compañía por donde también le llegaban solicitudes y correos que atender. Resulta abrumadoramente claro que encarar tres frentes de trabajo causará problemas graves de estrés a quien se enfrente a un puesto como el descrito, ejemplo claro de demanda más allá de las posibilidades para una sola persona.

Demanda mental en el trabajo: Sucede cuando de nuestro trabajo se deriva una gran responsabilidad con consecuencias catastróficas o de grandes pérdidas económicas y humanas. Pongamos como ejemplo un técnico de soporte de sistemas que está la mayor parte de su tiempo sentado sin hacer nada, pero una vez ocurre una “caída” del sistema le llueven llamadas y reclamos de miles de usuarios, del presidente de la empresa recordándole que cada segundo de caída del sistema se pierden cantidades enormes de dinero y se dilapidan clientes. Este es un ejemplo claro de demanda mental que coloca una enorme carga emocional sobre quien la recibe pues debe resolver un problema en el menor tiempo posible. Un solo caso por día de estos, así el resto de la jornada se esté acostado, es suficiente para generar dolencias físicas en pocos meses.

Demandas emocionales: En este caso no es presión por un resultado, sino el estar enfrentado(a) a sentimientos o experiencias negativas de otras personas. El atender quejas y reclamos, atender a personas enfermas o enfrentar experiencias desoladoras (como por ejemplo el auxiliar de ambulancia que se enfrenta a accidentes con mutilaciones, enfermos en crisis, etc.). La exposición a las exigencias emocionales demandan del trabajador habilidad para: a) entender las situaciones y sentimientos de otras personas y b) ejercer autocontrol de las emociones o sentimientos propios con el fin de no afectar el desempeño de la labor. Enfrentarse a la tragedia constante, a la tristeza y a la desdicha humana de manera diaria es un factor estresante en el trabajo y más si no se está preparado(a) para afrontar tales situaciones.

Demandas por consistencia del rol: aparentemente suena inofensiva o poco clara frente a las anteriores, pero su poder destructivo es igual de devastador. Sucede que los seres humanos buscamos siempre certeza y control sobre lo que vivimos, aun en el trabajo. Recibir órdenes contradictorias, no tener claras sus responsabilidades, verse enfrentado(a) a tener que elegir por sí mismo(a) lo que debe hacer es una tarea agotadora y generadora de estrés. Una recepcionista que atiende los visitantes, pero que además debe tener funciones de seguridad de acceso, y además atender el teléfono y que además recibe trabajo administrativo de su jefe para que desarrolle “en sus tiempos libres” se verá abocada a incumplir algunas de sus funciones o se verá impotente para decidir si recibe a los asistentes a la convención o termina el trabajo administrativo impuesto. Se diferencia del primer caso en que aquí no hay claridad sobre cual aspecto es el primordial para dedicar toda su atención y terminar primero. Un derecho fundamental de todo trabajador es tener sus funciones claras y diáfanamente definidas sus prioridades.

Capacitación: cuando se enfrenta al trabajador a situaciones para las que no está formado ni ha recibido la suficiente capacitación. Es una fuente enorme de estrés. Estar capacitado(a) para el trabajo y estar informado de cómo actuar ante las eventuales adversidades ayuda a enfrentarlas mejor. No contar con ellas es un camino seguro a la desesperación. Piense que usted sin ninguna formación médica se ve obligado a apoyar un parto. Lo que es un acto natural y hermoso para alguien entrenado se convierte en una pesadilla para otra persona.

Las relaciones sociales: un ambiente sano socialmente brinda apoyo emocional a los empleados. En ocasiones la empresa (principalmente por omisión) puede permitir que se genere acoso entre compañeros(as), burlas, peleas verbales y otras formas de relaciones agresivas que dañan seriamente a quienes caen dentro de estas nefastas redes.

El estilo de liderazgo: Cuando el jefe es un entorpecedor del trabajo y a su vez el principal generador del estrés: jefes que piden cosas a última hora. Jefes que no brinda información completa sobre los objetivos que esperan. Líderes que están prestos(as) a colocar sobre sus subalternos las responsabilidades cuando algo malo ocurre y a callar cuando hay razones para felicitar. Jefes que dan sus órdenes de manera irrespetuosa, que abusan de su mando o que incluso llegan a exigir acciones más allá de las estrictamente laborales. Algo tan sencillo como el tono de voz puede ser generador de intranquilidad.

Ahora bien. Algunos podrán pensar que estas son circunstancias “menores” y de pronto hasta normales en todas las situaciones laborales. Resulta que no. Que se ha identificado el riesgo psicosocial como un factor alarmante de perdidas en dinero, de productividad y de costos en salud y en vidas humanas.

La diferencia con un ambiente físico peligroso, como una mina, es que para este tipo de riesgos no existen guantes, ni cascos, ni máscaras y tampoco protectores faciales.

El enemigo que no se ve es el que más daño hace, de ahí la importancia de tratar los riesgos psicosociales en el trabajo.

Les aseguro que casi cualquiera que me lea habrá visto un amigo o familiar enfermo, sin sospechar siquiera que la dolencia o incluso la muerte se generó o se apresuró por causas psicosociales en su trabajo.

Tal es la medida estremecedora del asunto.

Más reflexiones y recursos AQUÍ.

Ramon Chaux

Psicólogo Organizacional

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