Mi madre nació en Colombia en una época en que no le era permitido el voto (hasta 1957). Las mujeres paraguayas que abrieron sus ojos antes de 1961 nacieron sin ese derecho. En Suiza, uno de los países con el nivel de vida más alto del mundo, las mujeres debieron esperar hasta 1971 para tener la facultad de elegir sus gobernantes. En Emiratos Árabes Unidos, Kuwait u Omán solo lo adquirieron en nuestro pleno siglo XXI (hace menos de 10 años) y en Arabia Saudita o el Líbano este derecho aún no existe o está condicionado.
Por otro lado, El Vaticano solo acepta cardenales y curas hombres y el derecho a ser Papa es sólo privilegio de hombres…
Afortunadamente eso está cambiando. Las mujeres están logrando cada día más posiciones de liderazgo. Basta con ver en Chile a Michelle Bachelet, en Brasil a Dilma Rousseff, Cristina Fernández de Kirchner en Argentina,Portia Simpson-Miller en Jamaica. En Europa, países como Noruega, Escocia, Dinamarca, Alemania y Polonia, entre otros, tienen la fortuna de tener presidentas mujeres.
Con todo, sólo 19 países en el mundo tienen como líderes a mujeres, lo que es apenas una cifra cercana al 10% del total de estados en el mundo cuyo número es de aproximadamente 194.
El asunto del trabajo:
De los CEO de las 500 empresas más grandes de Estados Unidos, conocidas como las Fortune 500 por el ranking anual que hace la revista Fortune, solo 24 son mujeres (fuente http://www.expoknews.com/).
Especialmente en Latinoamérica, la única realidad de la que puedo hablar con algo de conocimiento, el papel de la mujer hasta hace pocos años se relegaba a los cuidados del hogar. Quienes ya tenemos más de tres o cuatro décadas encima estamos familiarizados con la famosa ocupación “ama de casa”, lo que significaba ni más ni menos que la mujer sólo estaba dedicada a asear la casa, cuidar los niños, hacer la comida, entre otras labores domésticas.
Afortunadamente esta realidad ha cambiado drásticamente y la mujer ha ingresado en el plano laboral a competir “hombro a hombro” con los hombres. En campos claves de la sociedad como la educación y la salud las mujeres están llevando la iniciativa. Y lo hacen bajo una doble condición, que es precisamente lo que me ha motivado a dedicarles este blog: siguen creciendo laboralmente sin abandonar su rol de madres, de amas de casa (en el sentido literal y amplio de la palabra). La mujer sigue siendo el norte de la familia. Sigue asumiendo el rol central de la familia y ganando terreno en lo laboral, social y económico. En los sectores con menos ingresos las mujeres todavía siguen cumpliendo ambos roles. A las 4 am se empiezan a escuchar sonidos de peroles y licuadoras…mujeres trabajadoras dejando el almuerzo hecho antes de irse para su trabajo. Regresan en la noche para seguir realizando labores domésticas lo que puede significar jornadas diarias de 12, 14 o 16 horas.
En las mujeres ejecutivas, de más altos ingresos, podrán descansar un poco más pagando empleados(as) del servicio, pero algo si es claro: en todos los estratos sociales las mujeres siguen más aferradas a sus obligaciones familiares que los hombres. Parece que en nuestro ADN el “cumplir” está más ligado con las obligaciones económicas, en tanto que la mujer asume de lleno su papel como conductora y transmisora de principios, del cuidado, de la maternidad, e incluso, del amor.
Mujeres que han ganado terreno en el ámbito laboral, manteniendo su impronta materna. Peleando fuertemente contra arraigos culturales que la ubican únicamente importantes en la cocina, en la cama y en la cuna.
Mujer trabajadora: estas saliendo triunfante de tu cerco cultural. En un país europeo colocaron hora y fecha para cumplir con un 40% de mujeres en los estamentos directivos de las empresas. El día anterior hervían los pasillos y las juntas para elegir mujeres y cumplir con esta ley. En Latinoamérica vamos más lento pero la mayor parte del esfuerzo lo ha puesto la mujer con su propia tenacidad, a punta de demostración y ejemplo. Aquí es más difícil que aparezca una ley similar, pero, se me antoja, es mayor la tenacidad del género femenino.
Si, todavía quedan rezagos de la primacía masculina. Aun las presidencias y las juntas son mayoritariamente masculinas, pero la mujer es definitivamente un ser más valiente y con mayor capacidad de sufrimiento y de esfuerzo por sus objetivos y aunque no llegare a trabajar formalmente sino como “ama de casa” merece todo un reconocimiento que la sociedad está en deuda de dar.
Doble reconocimiento para las mujeres y madres que logran una brillante carrera laboral sin abandonar la condición de esposas y madres. Ningún hombre (me refiero al género masculino) estaría en capacidad de hacerlo tan bien como en ellas en conciliar ambas tareas.
Pero definitivamente el reconocimiento mayor se lo llevan aquellas mujeres que, solas, asumen el rol de madre y el papel de generadoras de recursos económicos para sus hijos. Tarea titánica y difícil, que no sería posible sino vinieran con una “unidad sellada” en el pecho y espíritu de las madres trabajadoras que las hace tan valiosas y dignas de admirar.
Hasta pronto
Ramón Chaux
Psicólogo Organizacional Freelance