Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

Motivación laboral: Maritza creyó poder comerse el mundo

motivacion-laboral

Maritza creyó entonces que podía comerse el mundo.

Había logrado ingresar a trabajar en “Loka Cola”, una bebida gaseosa famosa en todos los rincones del mundo. Ese aspecto, que la empresa fuera reconocida mundialmente, le parecía increíble y se sentía orgullosa por ello. Además, desde chiquita le gustaba esa bebida y ahora se siente parte de esa magia que transmiten sus comerciales. Adora poder ir todos los días en blue Jean a trabajar y ver que todos sus compañeros son jóvenes como ella. ¡No puede haber mejor lugar para trabajar en el mundo! Piensa, mientras degusta su ración diaria de Loka Cola, que por cierto, es gratis en su oficina, cosa que nunca imaginó.

No le importa mucho que las decisiones vengan desde fuera y que en su trabajo haya poca creatividad pues se basa principalmente en poner en práctica modelos que vienen desde la casa matriz. No le importa a Maritza, eso. Para mejor decirlo, ella no se da cuenta. Está en la mejor empresa del mundo y punto.

No hay en el universo entero mujer más motivada que Maritza para ir a trabajar. «!Me voy a comer el mundo!» escribió en su Linkedin el día que supo la noticia de su contratación.

Pero antes de Maritza en ese puesto estuvo Pedro. También es ingeniero industrial y además joven como ella. Un día no soportó más que todas las ideas vinieran desde fuera. Toda idea que proponía era rechazada desde casa matriz. La gota que rebosó la copa fue cuando Loka Cola fue culpada de la obesidad infantil en muchos países. Un día, después de ver la noticia mientras leía el periódico en su Ipad, se preguntó firmemente por dentro: “Yo trabajo para una empresa que sólo vende bebidas azucaradas, con gas y un tinte. Encima de ello no hago sino replicar los procedimientos que vienen de afuera”. Sintió como un gusano que se estremeció dentro de su corazón y el lunes siguiente ya no fue el mismo. Veía todo artificial, como si estuviera eternamente en un comercial. Estaba perdiendo la motivación y antes de tener problemas, Pedro, muy responsable siempre, renunció.

El Doctor Tascón era gerente financiero de una entidad bancaria de mediano tamaño en Cali-Colombia. Manejaba con sus decisiones cantidades de dinero enorme. Tenía gente a su cargo y era del staff directivo. Había llegado a la cúspide laboral a sus 50 años.

Cómo sucede con muchos cargos directivos, cuando cambiaron la dirección general y la junta, fue fulminantemente despedido. Pasó ocho meses buscando trabajo y no pudo vincularse en condiciones ni siquiera parecidas a las que tenía en el banco. Decidió entonces emigrar a los EEUU.

Poco tiempo después un Auxiliar de Cartera que viajó al mismo país de vacaciones vino con una noticia alarmante: había visto al Dr. Tascón con una pierna de res enorme sobre su hombro, trabajando en una carnicería. Casi nadie podía creer que le hubiera cambiado la suerte de tal manera. “ ¡Ay…pobrecito!” decían algunos que recordaban en él a un buen jefe, y no faltaron incluso algunas lágrimas…

Con los años, pude conocer la verdadera historia del Dr Tascón. Lo cierto es que entraba a trabajar en el frigorífico a las 4 de la madrugada, lo cual iba perfectamente con sus hábitos de sueño, pues a partir de esa hora no podía dormir más. El frigorífico, uno de los más grandes de Nueva York, le quedaba tan cerca que iba y venía a pie desde su casa Además, lo que más le gustaba era que a las doce del mediodía quedaba libre, así que siempre almorzaba, hacia una siesta y salía a recorrer a Nueva York, sus museos y sus más hermosos sitios a pie… Pero lo que más reconfortaba al Dr. Tascón, era que con su trabajo en EEUU tenía los mismos ingresos (al cambio) que su trabajo en Colombia, así que pudo mantener a sus dos hijas, aun adolescentes, estudiando en buenas universidades Colombianas. Aunque no niega que lo que hizo fue principalmente por el estudio de sus hijas, ve esa experiencia de 4 años como una de las más excitantes y tranquilas de su vida. Si, parece una contradicción, pero poder caminar Nueva York todas las tardes es excitante. Y tranquilo porque hasta ese momento no se dio cuenta que estaba pagando un alto precio por su cargo de jefe en Colombia. Tuvo que estar en EEUU con una pierna de res en el hombro para darse cuenta que en su país estaba pagando un alto precio personal por su trabajo de éxito (en estrés y en dedicación, pues era el primero en llegar al banco y no eran raras las salidas a las 10 u 11 PM…)

Volvamos a Pedro, el que renunció de Loka Cola porque no sintió trascendencia en su trabajo. Ahora trabaja en una clínica importante como ingeniero de procesos. Dice que se siente más a gusto, pues toma las decisiones para mejorar los procesos de la clínica. ”Mientras en Loka Cola todos los procedimientos llegaban de afuera, aquí soy yo el que propone los cambios”, dice con orgullo. “Y eso sin contar que aquí no estoy enfermando la gente con bebidas azucaradas. Cada mejora que hago ayuda a salvar vidas”, agrega con mirada brillosa y una sonrisa que se nota genuina. «Me siento mejor aquí, aun con un 25% de salario menos», agrega, antes de que lo llamen por los alto parlantes.

De todos los personajes aquí presentados, algunos reales otros ficticios, Ramiro es el que menos gana dinero. Cómo fotógrafo de aves le pagan unos cuantos dólares por foto. Para vivir tiene que hacer fotografía social (de matrimonios, nacimientos y fiestas), pero apenas paga el arriendo sale de nuevo “de cacería” a buscar nuevas fotografías. Hace meses anda detrás de una nueva especie. Ramiro sabe perfectamente que no cambiará su oficio nunca. Si pudiéramos adelantar su vida hasta los 70 años, aun lo veremos con su cámara, con andar cansino, pero con la motivación aun presente de lograr su mejor fotografía. Es administrador de empresas. Estudió esa carrera presionado por su padre. Dice que apenas pudo trabajar seis meses: “nunca pude dejar de sentir que esos cubículos de las empresas con un bombillo encima son como criaderos de pollos”, dice con el ceño fruncido, a pesar de que sabe perfectamente que su comparación causa risas cada que la dice.

Y es que hay condiciones laborales que pueden facilitar que una persona se sienta mejor en un trabajo. Eso es claro y sencillo (y además universal).

Pero cuando hablamos de motivación nos estamos metiendo en terrenos que no son fáciles de andar ni de entender.

O sino dígame: ¿Por qué trabaja usted?

Hasta pronto.

Ramón Chaux

Psicólogo Organizacional

Comentarios