Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

Marxismo en el trabajo

Por mucho tiempo las ideas socialistas dividieron al mundo. Si bien el muro que dividía el universo socialista del capitalismo cayó, aun vivimos en un mundo más o menos dicotómico, dividido entre pensamientos liberales y posiciones filosóficas en extremo conservadoras. Francia se debate cíclicamente entre el socialismo moderno y la derecha más recalcitrante. España, desde la caída de Franco, la han gobernado socialistas y conservadores cada tantos años. En EEUU los gobiernos demócratas y republicanos se suceden al vaivén de la economía y de las crisis en el extranjero. Dos países de corte izquierdista en América Latina han cambiado de mano recientemente. El mundo pues, no es una cosa estable y sólida que busca un equilibrio y que se mantiene sobre una verdad absoluta.

En el ámbito del trabajo también existen estos matices sobre la forma de administración de los recursos humanos: frecuentemente vemos ejemplo de empresas que tienen salas de juegos para interrumpir el trabajo en caso de estrés, con guarderías para niños, con transporte gratuito. Los empleados pueden además llevar sus mascotas al trabajo, cuentan con gimnasio y otras bondades más. Específicamente estos ejemplos los he tomado de la empresa Google.

En la otra mano, existen empresas que prohíben expresamente consumir alimentos dentro del lugar del trabajo (aun si los lleva el propio empleado). No permiten incluso que se formen parejas entre empleados y además tienen instalado el famoso reloj para reportarse en la hora de entrada (o bien lo hacen por medio electrónico mediante un chip en el carné de identificación). Lo que prima en este caso es el reglamento del trabajo, las sesiones de descargos por faltas disciplinarias viven siempre llenas y los despidos no son casos aislados.

En un lado tenemos entonces un sistema completamente liberal que pretende que el bienestar del empleado se convierte en mayor productividad, mientras por el otro encontramos la ley y la mano firme como la forma de asegurar el cumplimiento de los procesos y procedimientos dentro de la empresa

¿Cuál de las dos opciones es mejor? No tengo la respuesta a esto, pues creo que existen empresas exitosas en ambos modelos. Puedo decir incluso que hay empresas exitosas aun a costa de incumplir inhumanamente con los principios básicos del trabajo, como esa de enviar a maquila la mayor parte de su mano de obra a países que permiten salarios muy bajos y jornadas extensas de trabajo en condiciones deplorables. Las hay incluso, multinacionales exitosas, implicadas en trabajo infantil, en condiciones que rayan cercanamente con la esclavitud.

Lo cierto es que de una u otra forma lo que importa al final son los objetivos: cada empleado debe aportar un valor, un acto que acorte la distancia entre la realidad actual y las metas de la empresa. Esto se puede lograr con la zanahoria o con el garrote.

Sabiendo de antemano que no existirá una discusión final y tajante sobre si ser liberal o conservador en el trabajo conlleva mejores resultados, yo me inclino por una respuesta como la siguiente:

Las riquezas no te las llevas a la otra vida. Aun si transfieres las riquezas y bienes a tus hijos eso no evitará que tu fortuna termine al final en otras manos.

Una de las alegrías de ser empresario es dar trabajo. El sólo hecho de proveer trabajo es un producto del accionar de la empresa y eso vale muchísimo, aun frente a accionistas.

El trabajo entonces no es un subproducto (muchas veces indeseable y costoso). Es una función valiosísima que cumple la empresa y que debe valorar en toda su dimensión. Debe darse trabajo con alegría. No siempre se gana. Aun en los meses o años de bajas utilidades, si la empresa mantuvo su planta de empleados, ganó.

Si Dios me concediera el imposible regalo de ser empresario, juro que lo principal sería dar empleo. Además trataría de que mis empleados hicieran lo que tienen que hacer en su tarea dentro de las mejores condiciones posibles.

Cuando partamos de este mundo los que quedan no nos medirán por la cantidad de bienes que dejamos, sino por el bien que hicimos.

Si hacemos eso, ya importa muy poco si gana un demócrata o un republicano. Resulta inane que nos gobierne la izquierda o la derecha.

Es que lo que más importa en la vida es el trabajo. Y que los que tienen forma de darlo (y de administrarlo), se aseguren de hacerlo en las mejores condiciones.

Esa es la forma de ganarnos el cielo quienes en algún momento tenemos responsabilidad con el recurso humano.

Nos vemos entonces en el cielo.

Sinceramente espero verlos a todos y todas por allá.

Hasta pronto

Ramón Chaux

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