Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

Liderazgo efectivo

workplace-1245776_960_720

Antes de hablar de la efectividad del liderazgo detengámonos un momento para decir por qué el liderazgo es importante:

El liderazgo no es clave en la organización por su habilidad para mandar o dar órdenes. Ni siquiera por su capacidad de supervisión.

El líder es importante porque es la persona que conduce al equipo hacia los objetivos.  El líder es indispensable porque mantiene centrado a su equipo en los asuntos que son estratégicos, mantiene el clima organizacional en perfecto estado y además es soporte clave en la cultura organizacional.

Sobre esos tres pilares que son la base y el soporte (guía hacia los objetivos, la cultura y el clima organizacional) descansan los reales aportes importantes de un líder. Estas personas son el sustento emocional de la organización. El motor tras bambalinas. Son el combustible, el lubricante y la batería del motor.

Dado que en nuestra cultura se confunde muchas veces con “mandar” y “supervisar”, vamos a revisar que hace que una persona tenga cualidades de líder para impactar estratégicamente la organización. Si el puesto en mención solo necesita regañar cuando se produce algo malo, castigar las conductas inapropiadas y dar órdenes, lo que tenemos en el mejor de los casos es un supervisor y no un líder.

¿Cómo es un líder efectivo?

A un líder lo delatan sus conductas:

Existen demasiadas personas llenas de buenas intenciones. Las personas aún no tenemos el don de mirar dentro del alma o materializar los pensamientos. Lo que si vemos y de manera muy atenta, son las conductas del día a día. Al final son las conductas y acciones las que son detectadas por los demás y juzgadas como buenas o malas. Hay demasiados líderes que dicen estar atentos a escuchar a sus colaboradores pero que desafortunadamente les queda “poco tiempo”.  Hay demasiados líderes que dicen que “lideran” un proceso, pero en la realidad solo aparecen cuando algo malo sucede, apagando incendios. Los hay también que sienten que las obras más grandes son producto de su intervención, cuando en realidad lo que hacen es impedir el desarrollo de las mismas a través de la micro gerencia (estar demasiado pendientes de detalles y asegurarse que hasta a más mínima decisión pase por él o ella).

El liderazgo, como el amor, la compasión, la justicia (y todos los altos valores humanos) solo tienen sentido si se reflejan nítidamente en las obras y acciones.

Las acciones son como el químico revelador de fotos: hacen visible lo que antes era invisible y sacan a la luz lo que de otra manera permanecería guardado.

Entre menor sea la diferencia entre los deseos y las acciones, más transparente será la identificación de un líder.

Un líder y su estabilidad emocional

Es una cualidad poco valorada pero no se concibe un liderazgo efectivo sin estabilidad emocional. La estabilidad emocional hace referencia a la habilidad de la persona para mantenerse estable y equilibrada. Como líder de barco en tormenta. Como piloto de avión en turbulencia o como general de batalla en medio de la embestida enemiga más violenta.

La estabilidad emocional es difícil de aprender y generalmente viene con sello de fábrica. Se forja en la relación del niño con sus padres. Viene desde la infancia. Esta característica no la forman las universidades y está íntimamente relacionada a la personalidad.

Nada peor que un líder que estalla y golpea escritorios. No hay cosa más desagradable que un líder que estalle en llanto o que por el contrario lance improperios en los periodos de crisis más agobiantes.

La comunicación: un factor clave

Es demasiado frecuente que los líderes sean los llamados a hablar y eso está bien. Lo malo es que lo hagan todo el tiempo.

Un líder real está atento a las comunicaciones desde todos los frentes sin importar el nivel de los colaboradores. Está, ve, entiende y escucha donde están los aspectos claves de un proceso. Ciertamente la operación (la forma de volver realidad los proyectos) no está lejos de ello, así que un líder debe escuchar y conocer de las inquietudes y problemas hasta de los niveles operativos.

Atención: no se trata de micro gerencia. Se trata de escuchar y estar atento a las condiciones de trabajo de todas las instancias.

No se concibe un director de hospital que sólo se reúna con los directores y no sepa cómo se sienten los enfermeros. No se concibe un general que solo reciba coroneles y no se reúna nunca con soldados del frente.

La mejor forma de alejarse de la realidad del negocio es reunirse sólo con su grupo de colaboradores cercanos. Así tendrá entonces una información bastante distorsionada de la empresa o la organización.

Un líder no es un padre

He escuchado algunos autores que mencionan el liderazgo como una acción parecida a la de un padre. Nada más castrante y denigrante de la condición humana.

El padre (o la madre) está presente solo en una circunstancia muy especial donde el otro está aprendiendo de la vida y se encuentra en condición vulnerable por su inexperiencia. Una vez pasa esta situación (simbolizada en la mayoría de edad) finaliza su rol paternal. Traer tal condición paternal al trabajo no hace más que esconder una visión esclavista y de superioridad y mimetizarlo bajo máscaras de compasión y de “amor”.

Un líder no es “como una padre” y mucho menos como una madre. Un líder es igual al otro ser humano que dirige. Un líder debe ver en el otro a un ser humano idéntico en capacidades y en derechos. Ello incluye el derecho a hablar y ser escuchado. A opinar y a ser respetado.

Un líder entiende que está en un lugar de privilegio para prestar un servicio y no ve a los demás en una condición inferior. Sabe que su rol es necesario y que alguien debe asumirlo y que ello no le hace ni más importante y mucho menos que quienes le rodean sean menos hábiles, o necesitados de su magnánima protección. Volviendo a los temas de la guerra, un general tiene profundo respeto por su soldado, aun por el que ni siquiera pelea sino que cava las trincheras.

La condición de igualdad de los seres humanos no desaparece ni siquiera en las relaciones jerárquicas. Obviamente hay que separar el respeto mutuo y el protocolo. Se debe conservar, si se quiere, el respeto a la autoridad. Lo que no se debe permitir es que bajo la supuesta figura “como una padre o como una mamá”, se mantengan relaciones tóxicas que impiden el desarrollo y la madurez de un equipo.

La integridad: la parte dura e importante

La integridad (mantener coherencia entre principios y acciones) es la sala de máquinas de donde salen todas las conductas trascendentes de un líder. Es el corazón de la nuez.

La integridad podría decirse que es esa parte “donde nacen las conductas”. Desde allí salen las decisiones mejores. Desde allí se gesta la justicia en las acciones. Desde la integridad salen de viaje las decisiones más importantes.

No puedo hacer bien a los pobres si tomo parte de sus techos de madera para que hagan fuego y mantengan caliente sus hogares. A la larga terminaré acabando con sus moradas (como hizo cierto líder mundial recientemente abandonando un pacto para mantener nuestro planeta saludable).

Una visión global, mesurada y desde un amor y respeto por todo lo que nos rodea (incluyendo incluso la competencia o alguna otra parte enfrentada) permite acciones edificadoras, congruentes y de alto impacto. Un líder es un líder para su proceso, para su área, para su organización o para su nación pero también para todo lo que lo rodea.

En su imparcialidad y en su noción del bien y del mal se esconde el gran secreto.

Hasta pronto.

Mas reflexiones aquí.

Ramon Chaux

Comentarios