El liderazgo suele verse como un conjunto de habilidades. Puede ser también un cúmulo de cualidades. Podría ser una combinación de ambas junto con muchas otras.
He intentado llegar a algunas características que debe tener un líder que no encajan bien en algunas de las mencionadas y se refieren a aspectos del ser. A aspecto de la personalidad, de la formación, de la relación con el otro. Tienen que ver con la espiritualidad, con la inteligencia, con lo emocional, con el respeto, con lo psicológico.
Veamos el liderazgo visto desde este modo particular:
Características de un buen líder.
1-Los líderes deben poder verse a sí mismos con cierto grado de objetividad. Aunque parezca simple, esta cualidad es bastante escasa, si bien es muy difícil que cada quien lo reconozca. Las personas con objetividad sobre si mismos conocen sus fortalezas pero no les cuesta admitir sus limitaciones. Aunque son autónomos, no lo piensan dos veces cuando deben de pedir ayuda. Piden consejo sobre asuntos que le son desconocidos. Un líder sin esta cualidad tiende a responder siempre bajo el paradigma de que debe resolverlo todo y que preguntar o pedir ayuda es sinónimo de debilidad. Caen bien dentro de la descripción “si no la sabe se la inventa”. Un líder sano conoce perfectamente sus límites, no se involucra en temas que no conoce y usa frecuentemente la ayuda de terceros.
Es claro que lograr 100% de objetividad sobre si mismo es prácticamente imposible, pero los líderes excepcionales conocen cuando, donde, a quien y en qué momento pedir ayuda y aceptar una debilidad. Por la misma razón, sabrán cuando pueden afrontar un reto.
Mucho de lo uno o de lo otro (aceptar más retos de lo que se debe o sobrevalorar sus capacidades) son la causa de que los líderes sufran de estrés laboral y tengan caídas estrepitosas, para el mismo y para la organización para la que trabajan.
2-Los buenos líderes son gente generalmente sincera. Son personas abiertas. Generan confianza desde el primer contacto y cumplen su palabra ante todos los estamentos. Saben muy bien que la diplomacia no implica mentir ni asumir posiciones falsas. La veracidad y la integridad son factores claves para lograr aliados en todos los públicos con los cuales se interactúa, desde clientes, colaboradores, pares o subalternos. Incluso se requiere credibilidad entre los pares de otras compañías o de la misma competencia.
Se necesita poder expresar abiertamente un no, aclarando muy bien las causas. Pero sobre todo, se necesita un compromiso de acero con los SI. Las promesas incumplidas socavan como el agua a la arena las bases de un liderazgo que no se compromete con sus ofertas. La integridad en todo sentido es una de las bases más sólidas del liderazgo.
3-Los líderes exitosos tienen un alto nivel de tolerancia y bajo contenido de prejuicios. Incluso cuando reciben ofensas o agravios pueden colocarse en el lugar del otro y entender la ira del otro. Aceptan las diferencias, incluso las diversos tipos de rendimientos y en lugar de buscar uniformidad desechando al diferente, hacen de la diversidad una fuerza. Cómo en el juego de ajedrez, aprecian las diferencias individuales y las usan en el momento preciso. Los falsos líderes querrán tener un equipo de reinas o de reyes. Los buenos líderes saben que un peón, un caballo y un alfil combinados y en equipo son una fortaleza. No tiene estigmas. Acepta con sencillez y comprensión las debilidades y los errores de los demás. No se pegan del pequeño error, del detalle. Tienen una capacidad inmensa para ver al ser humano en su integridad. Por ello pueden perdonar con facilidad, precisamente porque conocen suficientemente el alma humana, viéndose a sí mismos.
4-Los líderes buenos no buscan la perfección y tampoco tienen un paradigma único para lograrlo. En vez de ello son ávidos a los conocimientos nuevos. Los líderes buenos pueden aprender y adoptar un prototipo de actitudes y comportamientos en busca de una meta pero si es necesario puede desaprenderla, desprenderse y aceptar nuevos modelos. Sabe perfectamente que no hay una verdad última, que todo es relativo y por eso mismo es un libro abierto a la rectificación, a la equivocación y a la enmendadura. Están abiertos a la mejora, al cambio constante. Su objetivo nunca está en el resultado perfecto: busca siempre los mejores resultados con los recursos disponibles según el momento. Según las circunstancias. Y es que no siempre se puede ganar. Allí radica el poder del pensamiento analítico y de la negociación: el mejor resultado de todos los escenarios posibles. Si se tiene un esquema fijo y rígido de perfección, los resultados que traerá estarán llenos de frustración, la mayor parte de las veces.
5-Los líderes no son solo buenos en lo que hacen. Son buenos por naturaleza, tienen una conciencia integral. Es por ello que les interesa su cuidado propio. Su salud propia y la ajena. Les preocupa el ambiente y la naturaleza. Respetan y cumplen las obligaciones como ciudadano y las de la empresa con el estado. Eso implica cumplir con honestidad y sin trucos las disposiciones legales con el estado, con sus colaboradores y con la sociedad en general.
Un líder que sólo esté enfocado en el éxito de su negocio no está acorde a los retos del siglo XXI.
6-Un buen liderazgo no es reactivo sino proactivo. Existen demasiados “líderes” ocultos, escondidos dentro de sus escritorios que sólo saltan al frente de su equipo cuando hay conflictos o problemas para resolver. Un líder valioso está pensando en los cambios. Está dedicado a construir. Si se aísla en su oficina es posible que esté proyectando acciones futuras, pensando en el cambio, en la mejora, en cómo evitar que suceda un problema ANTES que se presente. Un líder propone. Un líder se anticipa a los problemas y si estos suceden, ve la mejora en el proceso en lugar de buscar culpables.
Mucha dirigencia está acostumbrada a apagar incendios, ya sea por su condición propia o por la cultura de la empresa. Los altos salarios y las grandes responsabilidades no son para solucionar problemas. Son para hacer crecer y mejorar la organización. Allí es donde está el verdadero valor.
7-Por último, los verdaderos, buenos y efectivos líderes son felices. No se sabe que pócima han tomado pero tienen una buena relación con su familia (padres, esposa, hijos y demás). Tienen muchos amigos(as). Cuidan su salud y tienen pasatiempos propios y en sociedad. Son buenos(as) conduciendo. Tienen una sana espiritualidad, ya sea que profesen una religión o no. Son fieles. Cumplidos(as). Tolerantes con el error ajeno, de buen temperamento y contentos y satisfechos con su propia vida. Están satisfechos con lo que les rodea. En una palabra, los buenos líderes son también personas buenas. Eso no significa que no posean errores típicamente humanos.
Para ser líder se necesita pues de una gran cantidad de asuntos. Unos serán de la psicología, de la economía, de la justicia (de la ordinaria y de la divina). Otros serán de la personalidad, del temperamento, de la inteligencia.
Algunos otros son inclasificables.
De los demás sólo se pueden decir que no se aprenden ni se enseñan. Simplemente vienen de “allá”.
Ramón Chaux
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