Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

De sueños mitos y leyendas en psicología laboral

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Y sucedió que ante mi deseo de leer El Quijote y habiendo intentado varias veces, sin éxito, su lectura física, me encontré que es posible leerlo como audiolibro. Sin mayor reparo y después de suculento almuerzo, encajé Youtube e inicié mi primer capítulo. Solo recuerdo la primera frase: “En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”. Después de eso, y con la preocupación encima de escribir mi post de hoy, me obnubilé en mi aposento con un sueño tan extraño que me transportó a otras épocas y que procedo a contar, no sin antes advertir que en la irracionalidad de lo onírico, unido a lo quijotesco, encontré que el lenguaje antiguo y las imágenes descritas no coinciden ni en tiempo ni en razones.

Pero que se va hacer. A pesar de sus ambigüedades, procedo a contar, tal y como sucedió y sin omitir detalles, mi sueño:

“Y encontrasen dos hombres de negocios en el camino a Girona, hablando sobre las ciencias y los motivos para el buen trabajo.

Entendedme, por Dios, que lo único que funciona en el mundo laboral es que elaboréis el eneagrama. Que te dispone a trabajar adelantado, con motivación y a mejorar las relaciones humanas.

No creáis en brujerías, ripostó el otro. La verdad verdadera es que no es el eneagrama.!Es el pentagrama! La música, puesta en sus justas proporciones, ayuda a la productividad y a que todos trabajen contentos. No necesitáis nada más que una buena banda, par tamborileros y ya verás como todos hacen mejor sus obligaciones.

Yo soy hombre de ciencia, dijo el otro. No importa lo que se use, lo que dice siempre la verdad, es una buena tabla de Excel, con los indicadores.

Si a eso nos vamos, buen hombre, hay un software poderosísimo. Fue usado en Harvard con éxito, pero es muy caro y su precio solo se paga en dólares.

Pues sabes que yo soy muy escéptico y de creer hasta no ver. Ya veis los japoneses, con su manera tradicional de jerarquías y de asumir la autoridad y el trabajo hasta donde han llegado. Y los alemanes, con su idioma raro que parecen bravos ¡pero en materia de ingeniería, sí que son gallardos!

En tales peroratas se encontraba el par mencionado cuando se toparon con el rancho de un anciano herrero. El viejo, canoso y de cuerpo doblado y cansado, tenía aun sus ojos brillantes y sanos, casi tan luminosos como un niño de ocho años. Le acompañaban dos mozalbetes que hacían las veces de vasallos y le ayudaban en sus nobles quehaceres. Enterado el anciano del asunto de la conversación quiso entonces terciar en la discusión.

En materia del trabajo, estimados caballeros, como en todas los demás afanes humanos, podéis usar cualquier cosa: eneagrama, pentagrama, aromaterapia, fruto terapia, el costoso software o los fríos indicadores.

¿Queréis saber lo que realmente importa? Mirando fijamente a sus interlocutores, quienes, sin decir palabra, solo atinaron a mover su cabeza verticalmente para que el anciano continuara.

Lo que importa -dijo retomando la palabra- no es el método que uséis. La pura verdad es que no hay una verdad en materia del trabajo, ni en materia del amor ni en nada que tenga que ver con relaciones humanas. Sólo hay un principio rector, que hará que todo lo demás funcione.

Tras una larga pausa, interrumpió uno de los dos señores:

¡Apurad, apurad! ¡Dínoslo buen hombre! Que llevamos dos horas por este gélido camino de herradura y no hemos hecho más que discutir sobre cuál es la herramienta verdadera, que motiva, aumenta las ganancias y asegura el éxito en quienes tenemos que lidiar con trabajadores…

Acto seguido, el anciano encanecido prosiguió, para decir sus más importantes palabras:

Lo único cierto y verdadero, que está por encima de toda ciencia, las exotéricas y las exactas, es lo que subyace al implementar un instrumento o metodología, cualquiera que ella sea: la buena fe, la gana de hacer el bien propio y el ajeno. Es la intención que buscas lo que cuenta, no el método. Pero debe ser un sentimiento que cale huesos, de pies a cabeza. Debe haber este sentimiento de hacer bien las cosas desde la dirección hasta el último de tus trabajadores. Cuando tengáis este sentimiento bien asegurado, podes usar lo que quieras, que no os defraudaréis.

Veréis, agregó el hombre anciano: Los hombres son como las hormigas. Saben exactamente lo que es azúcar y lo que es sal, aun antes de probarlo. Tienen como antenas que detectan si estáis haciendo algo por modas, por cumplir, o con ánimos avariciosos y tacaños. Se conoce de lejos cuando deseáis sólo beneficios para una de las partes. Y no importa si sois de la gerencia o del sindicato, agregó.

Haced pues las tareas de dirección, y también las sencillas y modestas, con dedicación, con agrado, con amor por el trabajo y por el ser humano. Cumplid esto ya seas dueño, ya seas jefe o vasallo. Si todos acordáis del consejo de este anciano, ya podéis disfrutar de aquello que llaman trabajo con todas sus lides y sus venturas. No importa si usáis aromaterapia, eneagrama, coaching, un tablero de indicadores o el último software con acciones en Nasdaq.”

Y desperté entonces de aquel sueño, con el primer capítulo, de 55 minutos de El Quijote en Youtube, ya acabado.  Tal desvarío me transportó a la época antigua mezclándola con la moderna, usando lenguaje y términos del siglo XV y de nuestra actual fecha, cosa sólo posible a través de lo irrazonables que suelen tener los sueños profundos.

Pero y con todo lo desatinado de mi espejismo le di la razón al anciano: no hay verdad absoluta en ningún método, pero cuando hay motivación y afecto por lo que estás haciendo, unido a un verdadero objetivo trascendente con el otro, con el ser humano, con el trabajador, te sirve cualquier método. Sirve igual para el jefe, el gerente o el obrero.

Dicho esto y vuelto a la normalidad de mi tiempo, recuperada mi compostura dañada por aquel sueño, me despido de ustedes con la sensatez de siempre.

Os veremos.

 

Ramón Chaux

Psicólogo organizacional

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