Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

Con recursos humanos no. Por favor, no.

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Es muy frecuente caer en la trampa de medirse con las mismas magnitudes de las ciencias exactas al momento de establecer las metas de RRHH.

En Contabilidad es factible (y necesario) lograr el 100% de registro de cuentas. Es posible sobrepasar al 120% la meta de ventas e incluso lograr el 99.9% en el cumplimiento de avance de una obra.

Cosa muy distinta sucede con las variables emparentadas con los procesos del ser humano.

Intento explicar las razones:

Para dar los motivos de mi tesis debo acudir a otras esferas no laborales: No importa la religión que abraces, medio mundo no creerá lo mismo que tú. No interesa que ideología política tengas, medio mundo debatirá tus creencias. Si eres presidente, nunca lograrás ser querido por todos. Jamás nadie ha logrado el 100% de aprobación.

En el 2013 se hizo un estudio sobre la aceptación y la popularidad de los presidentes de toda América Latina: la mejor aceptación, con una asombrosa percepción, se la llevó el presidente de República Dominicana, con un 88%, seguido de Rafael Correa, con 84%.

Cuando se trata de motivación, toda novedad en el corto tiempo se vuelve parte del paisaje. Un automóvil nuevo sólo nos emociona los primeros tres meses, pero incluso hay quienes un auto nuevo ni siquiera lo inmutan. Lo mismo con el salario, la silla nueva, la pintura de la casa o de la oficina, incluso la nueva sede.

Nuestro cerebro es inquieto, es por eso que hemos llegado a donde estamos: siempre detectamos la diferencia y nos gusta la disidencia. Nos agrada ser diferentes.

Ahora sí, entremos al campo que nos ocupa: los indicadores de RRHH en las empresas.

No es posible asumir como meta el 100% cuando la variable o el indicador tienen que ver con procesos como cultura, aprendizaje, motivación o valores. En el mundo real, cuando un indicador relacionado con la forma de pensar o con la cultura organizacional alcanza un 80% debería considerarse todo un éxito. Precisamente porque a los seres humanos nos describe la diferencia, la particularidad del ser y su forma esencial de actuar, que llamamos personalidad. Única e irrepetible.

Para el caso de la motivación, es una búsqueda constante, no un punto de llegada. Así mismo, el proceso de cultura y de aprendizaje es un trabajo permanente y nunca se puede dar por terminado.

La unanimidad total y el “uniforme mental” son considerados por muchos como una forma de totalitarismo, muy diferente del amor, que implica respeto por la diferencia y la aceptación incondicional de la diferencia personal. Aunque si continuamos ahondando en este tema nos alejamos del asunto que nos ocupa y termínanos, tal vez, en la filosofía o en la política.

Es perfectamente posible dotar de uniforme al 100% de los colaboradores. Es factible que el 100% asista a una determinada capacitación. Lo que no es viable es lograr que el 100% se alinee en una sola dirección. No es posible que una campaña de motivación impacte al 100% de los colaboradores.

Tampoco es posible una campaña de cambio logre afectar al 100%, ni la transformación cultural en el trabajo, ni la adherencia a la política de calidad.

Somos seres con una historia familiar diferente. Somos seres humanos que, aun viviendo en un mismo país, venimos de culturas diferentes. En el trabajo pasamos 8 o 10 horas diarias pero también vemos noticieros, tenemos información de otras empresas, recibimos información a una velocidad impresionante de todo el mundo por internet. Por si fuera poco, tenemos nuestros propios genes que nos hacen proclive a una u otra forma de conducta.

Nuestra naturaleza es diferente y asumimos la vida y lo que nos rodea de una manera muy particular. Esa característica es que permite que haya personas que hacen música, pintura y poesía. Los artistas son disidentes que nos hacen felices, pero son solo una muestra del espectro total de la diferencia humana, que la mayoría de las veces pasa indetectable.

Ahora bien, es posible asumir como el ideal que nuestras metas de indicadores humanos como los mencionados se coloquen al 100%, pero conociendo perfectamente que lograr el 80% es todo un éxito. Es la misma situación de la meta cero accidentes. Es lícito colocarlo, pero jamás nadie osará asegurar que un accidente jamás ocurrirá. Aun no se inventa la infalibilidad humana.

No se sienta culpable de fijar metas realistas en RRHH. No estamos en el mundo físico, totalmente predecible y controlable. Tratamos con seres humanos. Ese mismo que por estar pensando diferente ha avanzado tanto.

Ir en contravía, pensar lateralmente, la disidencia y la diferencia son constantes en la naturaleza humana. Sin la diferencia, sin el deseo de salirse de la norma, no son posibles la innovación, la creatividad y los aportes nuevos, aspectos muy valorados en casi toda cultura organizacional. Es quijotesco pensar que tenemos herramientas para quebrar este ADN humano de la diferencia.

Y no es facilismo.

Es simplemente conocer el alma humana, y asumir algo simple: No existe un universo de todos iguales, no importa si el universo es una familia o el mundo entero.

El trabajo en RRHH afortunadamente nunca se acaba. Jamás te despedirán porque “ya acabaste la obra”. El trabajo en recursos humanos es un reto constante. Un mundo de cambios. Tratar con seres humanos, cada uno de ellos totalmente diferentes, es tratar con la inteligencia, con la motivación, con la historia, con la felicidad, pero también con la enfermedad y la muerte.

Nuestro trabajo está lleno de incógnitas, de relaciones humanas complejas y de preguntas abiertas que nunca tienen una solución definitiva, sino que motivan al trabajo y la lucha constante (afortunadamente).

El trabajo de RRHH no se cierra cada mes e inicia un nuevo ciclo como en Contabilidad y Operaciones. De allí mi observación que las metas de recursos humanos deben medirse con indicadores de mediano y largo plazo y que en algunos de ellos ni siquiera cabe una cifra sino más bien un concepto.

Despertemos de la fantasía que nos hace soñar en un universo pequeñito, un micro estado organizacional donde todo cabe en la cifra mágica del 100%.

Nunca el 100.

En el mejor de los casos, el 80.

Hasta pronto.

Ramón Chaux

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