Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

Buscando las metas perdemos el camino

 

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“Ponte metas en la vida”, “Esfuérzate por cumplir tus sueños”. “No se logra ningún sueño sino trabajas duro”.

Las metas están sobrevaloradas. Están hechas para pensar que a partir del momento en que las logres, eres feliz.

Todo indica que hemos crecido sobre la idea de que vivimos y existimos para las metas. Que las metas son sanas maneras de triunfar en la vida y de alcanzar la felicidad soñada.

El trecho recorrido entre el planteamiento de la meta y su consecución, casi siempre es visto como esfuerzo, dedicación, sacrificio. Un camino que no es fácil, un camino donde se sufre hasta llegar a la meta añorada. Por las metas se debe pagar un precio. Más caro o más barato según la medida de tus sueños.

Y después de la meta lograda… ¿Qué?

Existe un fenómeno que yo llamo depresión post éxito, o post logro. Una vez logras una meta importante el primer día te sientes Dios. Todos te hablan de ello, te abrazan, te felicitan. La brisa de éxito sobre tu rostro va decreciendo rápidamente hasta que ya no la sientes, ya nadie habla de ello. La alegría de casi cualquier cosa que logres te dura una semana. Luego todo se vuelve parte de la historia y regresa la necesidad de algo importante. Es allí donde nos preguntamos ¿y ahora que objetivo tiene mi vida?

Viene a mi mente el origen de la famosa depresión post parto. Todas las ilusiones de la nueva mamá, los sueños para su amado hijo que viene en camino. Las horas y horas eligiendo la ropa, la cuna. Arreglando todo para la llegada del bebé. El día que llega se siente realizada pero después, que ya no tiene esa “esperanza” dentro de su vientre se siente vacía…

 ¿Sera que nos pasa lo mismo cuando “parimos” el éxito o la meta esperada? Estoy seguro que sí.

Todo este preámbulo para decir el mensaje importante: las metas son excusas para elegir un camino, pero sucede que el camino es la vida misma mientras que las metas son momentos fugaces de alegría. Dicho de otra forma, las metas son importantes, pero mucho más importante es el camino.

Hay que disfrutarse el camino y no solo alegrarse cuando se llega a la meta pues de ser así, por simple matemática de tercero, pasas años  tratando de alcanzar algo cuya alegría te dura una semana. Sucede cuando trabajas disgustado todo un año en un empleo desmotivado sólo para pagarte las vacaciones en Europa durante 15 días. ¿Inversión un poco desigual y cara no les parece?

Con las metas de las empresas pasa lo mismo: una vez alcanzas lo que en un momento fue un sueño, te suben más la posta para producir más esfuerzo.  Jamás habrá una empresa que diga “Ya está bien de ganancias, quedémonos aquí por el momento”.

Convendría para las empresas un análisis de su momento en el aquí y el ahora (cuanto he logrado, cuanto tengo) en lugar de estar comparando su éxito frente a las metas colocadas o comparándose frente a la competencia. Igual verdad, y con más fuerza aún, aplica para las personas.

Lo importante no es la meta. También es importante, y mucho, el camino.

No voy a entrar en sensiblerías de sentir el aire, mirar las flores y extasiarse con la luna. Hablo de un sentido consciente de que estas viviendo un momento importante cada día aun cuando no has cumplido las metas importantes, aun cuando apenas inicias el camino hacia ella, o incluso si no las logras o sólo las alcanzas parciales.

Metas importantes en la vida se cuentan en los dedos de la mano. Los días se cuentan por miles, así que yo me quedo con los días que son más bastantes.

Hablando un poco más delicadamente, dejar de colocarnos tantas metas a largo plazo y preocuparnos por un día a día más agradable.

Hay muchos que trabajan toda su vida, muy arduamente, muy sufridamente sólo para asegurarse su pensión.

Gastan su vida y su salud para lograr una gran meta que cuando llega, para poder disfrutarla se necesita un coctel de pastillas.

¿Qué les parece si nuestra única meta importante es hacer más felices nuestros días?

Me refiero a los días ordinarios, donde nada importante parece suceder, excepto que al llegar la noche es un día menos que debes restar a tu vida.

Encuentras otras reflexiones AQUÍ,

Ramon Chaux

Psicólogo Organizacional freelance

[email protected]

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