Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

Ancianos de 50, sin trabajo.

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Donald Trump, presidente de la nación más poderosa (militarmente) del mundo tiene 71 años. Angela Merkel, a la cabeza de otro país poderoso como Alemania tiene 63 años. Vladimir Putín, líder de la gigante Rusia, 64. En Latinoamérica Temer de Brasil tiene 66 años y Macri de Argentina es un jovencito de 53.

Por otro lado, la edad promedio en el que se recibe el premio más importante de la humanidad, los premios Nobel, es de 59 años.

En este par de ejemplos se representan el pináculo del poder y la gloria al que puede llegar un ser humano (ser máximo líder de una nación o recibir un premio global de la humanidad). Nadie se asombra que sea un anciano quien lo logre. Por el contrario es noticia (y razón de asombro) que lo haga un menor de 40 años, como el caso del presidente de Francia o Canadá.

Esto nos demuestra, casi sin objeciones, que la humanidad, toda entera, sigue venerando a los ancianos como lo hacían nuestros ancestros y aun lo hacen ciertas culturas milenarias. El poder y la gloria están casi restringida a las personas que ya han pasado su etapa juvenil y entran a su madurez o en su franca vejez.

¿Por qué no sucede lo mismo en el campo laboral?

Por lo menos en Latinoamérica conseguir puesto después de los 40 es ya difícil y cuando se tienen 50, casi una osadía pretender emplearse. Estas personas, a décadas de jubilarse, se enfrentan con el muro que le imponen las organizaciones para entrar al mercado laboral.

Para estar activo y trabajando a los 50 años se necesita haber ingresado más joven y hacer carrera dentro de la organización. Ingresar como nuevo(a) con 50 años o más es casi imposible, a pesar de quien te lo niegue tenga precisamente esa o más edad.

La pregunta casi obligatoria que surge es: ¿Cuál puede ser la razón objetiva que puede argumentar un empleador para no emplear a una persona mayor de 45 años? Créanme que he tratado de encontrar la razón (habiendo trabajado más de 20 años, los últimos 10 en el área de selección) y no encuentro la justificación.

A los jóvenes se les discrimina por su falta de experiencia y a las personas en edad madura por… ¿Me ayuda usted a encontrar una causa justificada?

Así las cosas, sin ningún sustento científico o laboral para no recibir a personas maduras en puestos nuevos, lo único que explica que se produzca este fenómeno es la misma razón por las que las abuelas se colocaban ropa interior amarilla los 31 de diciembre. La misma razón por la que no pasaban debajo de una escalera y evitaban encontrarse en la noche con un gato negro.  La misma razón por las que encerraban las embarazadas durante los eclipses lunares…

Es decir, prejuicios. Prejuicios o creencias sin ningún sustento más allá de las opiniones o el antojo del empleador. Incluso, del propio seleccionador (psicólogo-a responsable de RRHH) que en muchos casos, supera la edad de “corte” para ingresar a trabajar.

Quienes entran a la edad de rechazo laboral por edad (rechazo velado, sin aceptar que esa es la causa) quedan en el peor de los mundos: a casi décadas para llegar a la edad de pensión, muchas veces con hijos en edad universitaria pero sin ingresos por trabajo.

Tres conclusiones ante perspectiva:

-La empresa se pierde un gran recurso humano

-Lo que hay que hacer trabajando hay que lograrlo entre los 25 y 40 años

-La gente tiene mucha paciencia. ¿Cómo no se ha hecho una protesta social?

Se requiere de una ley que exija un porcentaje mínimo de edades extremas: por ejemplo, un 20% de los ingresos nuevos deben pertenecer a mayores de 45 años y un 20% a menores de 30. El resto puede repartirlo como quiera.

Es cierto que el futuro es de los niños y de los jóvenes, pero el hoy es de los maduros y los viejos. No se le niegue entonces el derecho al trabajo.

Le invito a hacer un ejercicio. ¿Por qué razones cree que se rechazan a los mayores de 45 en los trabajos? ¿Me puede ayudar?

Si no hay razones objetivas hay que acabar con esos prejuicios de abuela entrando a reglamentar jurídicamente. Llamado a nuestro presidente Santos, venerable anciano de 66 años, para que a través de su merced ayude a los también abuelos para que los dejen trabajar.

Más reflexiones AQUÍ.

Con aprecio,

Ramon Chaux

Psicólogo organizacional

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