Doble Bogey

Publicado el Leonardo Rodríguez

El niño que tuvo que demostrar que sí sabía jugar

rickie
Foto tomada del Facebook de Rickie Fowler

A Rickie Fowler las cosas no le han tocado fáciles. Incluso para ganar el Players que terminó el domingo tuvo que jugar 22 hoyos en tres desempates y una muerte súbita. Nunca pisó un campo privado y su formación en el golf fue en los campos públicos. Esos en donde van los que saben y los que no saben jugar; en donde se paga poco y muchas veces toca cargar la talega y hacer la veces de caddie de uno mismo.  También hay que decir que intentó primero ser  motociclista, pero que tres fracturas en una de sus piernas en su adolescencia lo alejaron de las pistas de motocross.

Tiene más de 900.000 seguidores en twitter, los niños lo adoran… y algunas de sus jóvenes  mamás también.  En la gradas todos gritaban su nombre este domingo. Rickie, Rickie, era el coro que se escuchaba cuando caminaba de un hoyo a otro, especialmente entre el hoyo 15 y el 18 de este domingo. Firma hasta el último autógrafo cuando un grupo de aficionados lo rodea y no deja a nadie con la mano estirada.

Pero aún así, en los últimos días les dio a sus compañeros de la PGA por decir que Rickie era tal vez  el  jugador más sobrevaluado del tour, junto con Ian Poulter. Una de esas encuestas anónimas que vienen haciendo los medios deportivos arrojó la semana pasada ese resultado. El 24 por ciento de sus compañeros coincidió en que poco había demostrado de todo eso que se dice o se viene esperando de él.

Y tal vez argumentos no les faltaban para hacer tal afirmación, pues no obstante que tiene un millonario contrato con la marca Puma – de la que usa unos pantalones naranja que casi nunca se quita y que son, entre otros, su sello distintivo- en su palmarés sólo contaba con una victoria tras ocho años como profesional y siete segundos lugares en 142 torneos jugados. El mejor puesto logrado en la Fedexcup fue el número nueve en 2014, sin alcanzar bajar del 28 en los primeros años de su carrera.

Mientras que medio Estados Unidos hablaba de su ropa naranja, sus gorras estilo rapero (que dicen sólo le quedan bien a él en los cientos de foros que hay en internet alrededor del tema. Sí del tema de su gorra, y sus pantalones y su zapatos y su camisa);  que si se dejó bigote de camionero, que si se lo quitó; que si se dejó la melena, que si se la quitó, la otra mitad que sabe de golf hablaba de sus pocos logros a pesar de su carisma y abultada cuenta bancaria.

THE PLAYERS Championship - Final Round
Foto Agencia AFP

Es como si fuera una estrella de rock sin haber tenido nunca un éxito en las listas, escribió  un columnista esta semana en el New York Post sobre él . Esta estrella de rock sólo había logrado cuajar una victoria en el  Well Fargo Championship, al imponerse en un ‘play-off’ al norirlandés Rory McIlroy en 2012, nada más.

Tan acostumbrado estaba a los lugares secundarios que este domingo hasta su mamá y su hermana se habían ido para el aeropuerto, de vuelta a casa con una frustración más dentro de  la cartera. «Se derrumba en los momentos difíciles», han dicho los que se hacen llamar expertos.

Pero Rickie, que guardó silencio durante toda la semana sobre la encuesta y que se limitó a decir que no pensaba en eso; que cada vez que salía a la cancha pensaba que tenía un negocio que atender y que este domingo iba a atender su negocio- un negocio que le ha dado casi 18 millones de dólares en siete años- quería demostrar que sí sabe jugar.

Y lo hizo, a partir del hoyo 13 del TPC Sawgrass de Florida en donde se jugaba el Players, se comió el campo y arremetió agresivo, como suele ser su juego y logró un final que no se había visto en los 34 años del torneo: birdie, águila, birdie y birdie en los últimos cuatro hoyos, para una tarjeta de 67 golpes, cinco bajo el par del campo.

Se retiró del campo, saludó a la gente que se le acercaba. Estaba contento y tranquilo. Un beso de su novia. Un choque de manos con el pequeño hijo de Buba Watson y a firmar la tarjeta. Pero como las cosas no le han sido fáciles, este domingo no podía ser la excepción. Sergio García y Kevin Kisner hicieron sendos cierres de la jornada y empataron con el chico de California en 276 golpes durante la semana.

Entonces, tres hoyos de desempate. Junto con Kisner dejó a Sergio García en el camino y se fue a la muerte súbita. Un put de un metro y medio marcó la diferencia con Kisner, que la había dejado a cuatro metros del hoyo. Sonó la bola y el niño rebelde del golf demostró que sabe jugar y que para algo sirven esos versículos de la biblia que escribe a manera de marca en las bolas con las que juega.

Ganó uno de los torneos más importantes que tiene el golf y su madre y su hermana, quienes estaban viendo desde el celular cómo le iba a Rickie, perdieron el vuelo y se devolvieron al campo cuando hijo y hermano avanzaba por el hoyo 15. Al final allí estaban, en el hoyo 18, esperando al nuevo campeón.

@leorod4

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